sábado, 13 de novembro de 2010

Unidad

Hay días en que tratas de llegar. Talvez hayas llegado. Unidad. Hay horas en que tratas de llegar. Talvez ya hayas llegado. Talvez ya estés aquí. Talvez desde que empezó el día y viste la luz entrar por la ventana del cuarto y te sorprendiste por haber luz, por ser otro día y estar vivo. Talvez desde que fuiste a la playa y volviste después de ver el mar y de entrar en el agua y ver el sol en el cielo y la gente andando por la arena como vos. Talvez ahora que el día se ha hecho noche y recuerdas lo que ha sido este día. Un día de playa, de sol, de mar, de buscar un lugar, de buscarte y encontrarte talvez sin saber que nunca te habías ido. Un día de andar por los caminos. Y los bambúes a los lados del camino y las nubes y el sol y la gente y las ciudades pasando. Talvez un día así, de unidad, de integración, de buscarte y encontrarte a cada vez que te creías perdido. Un día de regar plantas y de buscar amigos que viven lejos, amigos y familia que viven lejos. ¿Qué digo? Familia y amigos no viven lejos. Están aquí, siempre estarán. No podrían dejar de estar aquí pues aquí estás, aquí está todo. Unidad.

domingo, 7 de novembro de 2010

Identidade

No se puede conversar con el preconcepto. Desde el lado argentino, kirchneristas quieren porque quieren convencerme de que Kirchner fue una especie de líder que movilizó a los jóvenes a participar en la política, que Argentina está mejor después de Kirchner, y que quien no quiere a Kirchner es una especie de gorila, reaccionario y burgués. No me convence. Nunca me van a convencer si no me dan razones. Del lado de acá, del lado brasileño, el preconcepto antinordestino, asociado a la victoria de Dilma Rousseff, en quien acredito, en buen portuñol. No soy nordestino de nacimiento, pero por destino, camino con nordestinos y nordestinas hace años. Argentino, nordestino, brasileño. Me busco y no me encuentro, te cuento. Me busco en la madeja de prejuicos que apuestan en la imbecilidad humana y sigo apostando en un instinto tenaz, mendocino, muy mío, argentino del interior, nordestino, paraibano, de seguir apostando en el amor. Y si te parece piegas y no sabés lo que es piegas, te falta estrada, pibe, te falta. Como Hermann Hesse, continuo pensando: Pátria não é lá nem cá, é onde você está, ou em lugar nenhum.

sexta-feira, 5 de novembro de 2010

Vida, tiempo, amor

Entre ayer y hoy se me ocurrieron dos cosas que me parece interesante compartir: (1) ¿Qué es el tiempo, y qué sería perder el tiempo o, al contrario, usarlo de manera útil o productiva, y (2) No es propiamente un pensamiento o una reflexión, pero se refiere al hecho de que la vida, las cosas, lo que existe, nosotros mismos, todo, puede verse al menos desde dos perspectivas: la de quietud o inmovilidad, y la de movimiento o cambio.

Los he colocado aquí en sentido inverso a cómo vinieron. O sea, ayer se me ocurrió, antes de salir y mientras iba saliendo de casa a la tarde, que las flores, las plantas, las cosas, la gente, todo, podía verse desde la inmovilidad, desde el no cambiar, desde el ser las cosas quietas, paradas, inmóviles. Esto se me ocurrió mientras entraba por al calle con el auto, rumbo a la consulta con la dentista. De algún modo, me dio mucha tranquilidad ver que nada cambia, que todo es inmóvil, que puedo vivir desde la quietud. Más que un pensamiento, era un recuerdo. Recuerdo ya haber vivido así, ya haber estado así en el mundo, en la vida. De alguna manera, ya he vivido así en algún tiempo, no sé dónde, en la infancia talvez, ese reino de lo inmutable.

Hoy esa sensación ha vuelto, y he recordado La Arboleda perdida de mi infancia, de Rafael Alberti, y aquel poema de Alfredo Zitarrosa, y también Fernando Pessoa, sobre el tiempo. Y aquí los dos temas se unen, se juntan, se mezclan. Los dos temas tienen que ver, o son uno solo. El tiempo, el cambio, la inmovilidad. Perder el tiempo. ¿Qué sería el tiempo para que yo lo perdiera o no? pregunta Fernando Pessoa. Hoy pensaba en estas cosas mientras iba al mercadito a comprar frutas y verduras. Iba hacia el mercadito y pensaba: ¿Qué sería perder el tiempo? ¿Qué es el tiempo, cuándo se lo gana y cuándo se lo pierde, si es que el tiempo puede o no ser perdido o ganado. Me da la impresión de que el tiempo es como la vida, es la vida, es todo lo que tenemos o somos, como seres humanos. ¿Qué es el ser humano a no ser tiempo?

Alguien dirá, y yo también pensaba, mientras iba al mercadito, si mirar una mujer o pensar en un poema u orar o amar, serían o no pérdidas de tiempo. Algo me decía que no. Amar no es perder el tiempo. Amar es vivir. Si amo, pensaba, me eternizo. El amor es lo que no muere.

Si no piensas en la vida, en el amor, en el tiempo, en la inmovilidad, en lo que no muere, ¿en qué pensarías?

Comparto con vos estas reflexiones no por pensar que sean originales, o de alguna manera novedosas. Pienso que siempre nos estamos interrogando sobre la vida, sobre lo que es el vivir, y hay momentos en que el tiempo se acelera y otras en que parece detenerse. No me parece que yo sepa mucho sobre estas cosas, ni tampoco que no sepa nada, pero me gusta compartir lo que me va viniendo a la mente, pues es una forma de ir uno sabiendo que está atento, que no vive mecánicamente.

quarta-feira, 3 de novembro de 2010

El otro lado

Muchas veces pienso que vivimos demasiado de un lado apenas de la vida, de las cosas, del mundo, de nosotros mismos. El lado externo, el objetivo, el del hacer, el del mostrarnos o ver a quienes se muestran. La vida es eso, pero también es el otro lado, el lado de dentro, de lo que no se ve, lo que no importa o no parece importante y sin embargo lo es, tanto como el lado de fuera, el lado objetivo, del hacer. Ser y hacer. Tener y ser.

Todas las duplicidades, las oposiciones, las contradicciones, la dualidad, expresan el movimiento de la vida. La vida no es sólo día sino también noche. No solo verdad sino mentira también. No solo luz sino también sombra. No solo vida sino también muerte.

Pero con demasiada frecuencia vivimos de un lado solamente de la vida, de nosotros mismos, del mundo. El otro lado no es menos real, es tan real cuanto lo es el lado de acá. Hay tanta verdad en el silencio, en la quietud, en la paz, en lo que no se mueve ni se muestra, como en su contrario, el mundo de lo externo, de lo activo, de lo que se ve, lo que se puede pensar o entender.

Si hay dos lados, y es sabido desde antiguo, confirmado por la ciencia moderna, que no somos solo razón sino también intuición, si no hay apenas luz sino también sombra, si no hay apenas palabras sino también el silencio que hace que las palabras digan alguna cosa o, al contrario, se muestren apenas como ruido, si hay la mentira que muestra la verdad como verdad, ¿no sería más sabio que vivieras de los dos lados, en ese vaivén del Tai-Chi, de la eterna danza de la vida, día y noche, vida y muerte, luz y sombra?

terça-feira, 2 de novembro de 2010

Meditación

Muchas veces me pregunto qué es la meditación. Sé que hay numerosas definiciones sobre esto, pero no es eso lo que quiero focalizar aquí, sino más bien la experiencia, qué es lo que la experiencia me ha mostrado que es vivir centrado, a la presencia de Dios, en mi propio eje interior, en la morada del Altísimo, el Templo del Corazón, la Casa del Amor, la casa de la Divina Madre, el aquí y ahora, el eterno presente, la realidad en sí.

No podría siquiera intentar pasar muy superficialmente por tantos asuntos o uno sólo, ya que en el fondo es una sola y la misma cosa: vivir centrado, a no ser compartiendo con mis lectores lo que la experiencia me ha enseñado y me sigue enseñando sobre un tema tan complejo y tan simple. Creo que en el fondo esto es lo que uno puede compartir: qué es lo que he aprendido, qué es lo que sigo aprendiendo, a partir de mi propia vivencia, y a partir de lo que he podido aprender de las personas con quienes he convivido y convivo.

Recuerdo una vez que comprendí que levantarme temprano era para mí lo decisivo, aquello que me ponía en sintonía con la vida, más que cualquier ejercicio espiritual de meditación, oración, etc. Esto sigue siendo verdad, pero de manera alguna pretende disminuír la importancia de, al comienzo del día, hacer alguna invocación al Dios interno, a la Divina Madre, a lo más alto. Lo que quiero enfatizar aquí es que, en mi experiencia, el levantarme temprano me sintoniza con la vida primera, original, en un estado virginal.

Esto lo consigo muchas veces deteniéndome al comenzar el día, ni bien despierto, y mientras me desperezo, haciendo crujir las articulaciones. Este parar al comienzo, para mí es fundamental. Paro y leo alguna invocación o meditación, o bien simplemente dejo que la mente, en medio de los pensamientos habituales que comienzan a llegar, se vaya focalizando por un instante en lo eterno, lo que no muere, el amor, la paz, la inmortalidad, Dios, etc. Esto crea una dirección, un aquietamiento, una referencia, un estar en el centro. Durante el día, después, como que vas volviendo a esa sensación primera.

Pero esto no es una técnica, no estoy tratando de enseñarle a nadie cómo es meditar, cómo se medita. Apenas comparto experiencias, y nada más.