quinta-feira, 26 de janeiro de 2012

La realidad del libro

Cada vez más, voy refluyendo a ese mundo literario. El otro día viendo televisión, veías un libro en el cual un hombre se iba diluyendo. Es eso, es que en ese mundo de libros, te vas expandiendo cada vez más, cada vez más uniéndote a todo lo que existe. Bien dice Borges que los libros son extensiones de la memoria y de la imaginación. Esto lo compruebas en tu vida. Hay instantes en que esto es una evidencia para ti, te has ido diluyendo en la realidad, gracias a los libros. Te has ido diluyendo en la realidad de los libros. Te has ido diluyendo en la realidad, que es libros.

sábado, 21 de janeiro de 2012

Integración narrativa

De a poco, te has ido integrando a la narrativa de la vida. Todo lo que te ocurre, en cualquiera de tus dimensiones, forma parte de la eterna escritura indescifrable cuyo libro es el tiempo. Lo supiste esta noche, mientras mirabas la novela en la televisión. Pero ya venía como que anunciándose este hecho: sos parte de esa narrativa total del universo.

segunda-feira, 16 de janeiro de 2012

Letras reversas


A veces uno trata de encontrar su lugar en el mundo, un lugar en el mundo, de distintas formas. Lo hace, por ejemplo, entre las letras, escribiendo o leyendo, escribiendo y leyendo. A veces más escribiendo que leyendo, a veces lo contrario, pero lo contrario no es lo que se opone, aunque puedas pensar lo contrario. Lo contrario, en este caso, es decir, más leyendo que escribiendo, es apenas una cuestión de matiz, porque si te fijás bien, leer y escribir son como que los dos lados de un vidrio. Si mirás desde aquí, lees, y si mirás desde allí, escribes. ¿Te das cuenta? Es muy lindo.

domingo, 8 de janeiro de 2012

Cuadros no pintados

Hay unos cuadros que uno no pinta. No es por pereza o por no creerse capaz uno de traerlos a la tela o al papel, sino simplemente porque no son cuadros para ser pintados. Son imágenes que están en algún lugar, no sabes exactamente dónde, están pero no sabes dónde, y no las quieres traer a la tela o al papel, pues no es ese su lugar. Me quiero referir ahora a dos de esos cuadros no pintados. Uno, de jazmines del cielo, o mimos do céu, como se dice en portugués, y otro de unos dibujos como de rayas horizontales paralelas, componiendo una especie de entramado, como un tapete de totoras o algo así por el estilo, que veo cada vez que paso, al bajar la escalera del primer piso a la planta baja, y paso al lado de un cuadro, ese sí pintado, de un sol amarillo en un fondo rojo laca geranio, que hay en donde la escalera hace un doblés. Pues es. Ya he pensado en pintar uno y el otro. El primero, azul claro, celeste, de tonos muy claros como acuarelados, lo veo siempre que miro una tela en blanco que hay aquí en la sala del computador, donde estoy escribiendo estas cosas. Lo veo en la tela, pero no en la tela en blanco, sino en otro lugar, que nos é si es la imaginación, la memoria o adónde, pero es muy lindo. Lo veo sin verlo, tengo que decirlo, si no, van a pensar que veo cosas, y no veo. Veo flores de acacia cuando ando por las calles que hay entre la casa donde vivo, y el mar, o la beira-mar, mejor dicho, por donde anda la gente a la mañana y a la noche, y también durante todo el día, aunque menos, porque hace un calor bárbaro. Esas flores de acacia son lindísimas, amarillas, en racimos, como farolitos chinos o japoneses, no sé. Muy lindas. Parece que el tiempo se detiene allí, al mirar uno esas flores amarillas colgando de las ramas de la acacia. Pero ya me fui por las ramas, aunque tiene que ver una cosa con la otra. Por lo menos, con el primero de los cuadros no pintados, el de las flores celestes, que pueden ser jazmines del cielo, u hortensias, no sé. Talvez unas y otras, todas juntas o bien alternadamente, alternando inclusive con otras flores, estas de un azul más oscuro, que hay en un jardincito en la vereda de un restaurante casi llegando a la beira-mar, del lado derecho de quien va llegando a la playa. Flores, celestes, amarillas Cuadros no pintados. Y el de las líneas paralelas como de un piso o un fondo de totoras, que veo cada vez que paso al lado del cuadro amarillo y rojo que hay bajando por la escalera.

sexta-feira, 6 de janeiro de 2012

Lectura y realidad

Necesitaba tener un lugar adonde ir. Ese lugar puede ser la hoja de un cuaderno, la hoja de un libro. Una hoja. Es el lugar donde normalmente acostumbro encontrarme. Más en la hoja de un cuaderno que en la de un libro, a veces, otras veces, lo contrario. Pero son hojas, al fin. A veces pienso que cuando no estoy escribiendo en un papel, lo estoy haciendo de otra forma, pero escribo siempre o casi siempre. Esto va aliviando el peso del existir, si es que me puedo expresar así. Lo que quiero decir, es que cuando escribo, se va borrando la separación entre yo y el mundo, que me enfermó muchísimo de la cabeza durante tanto tiempo. Escribo y el mundo está ahí, estoy yo en el mundo. Aunque yo sea siempre algo que está un poco más allá o un poco más en otro lugar que aquí, al escribir, estoy un poco más aquí, un poco menos allá, no sé si me explico. También algo parecido ocurre cuando vivo literariamente, poéticamente, que son también formas de ir borrando la frontera entre yo y todo lo demás, entre yo y lo que está aquí alrededor. Los otros días me di cuenta del contenido de verdad de la frase de Julio Cortázar: La literatura va destuyendo la falsa objetividad creada por el intelectualismo. Creo que es de “La vuelta al día en 80 mundos”. De hecho, me ocurre muchas veces que lo que vivo, está integrado en un tiempo, en un lugar o en un espacio, no sé bien cómo decir, literario, poético. Creo que esto le debe pasar a mucha gente que lee, que viene leyendo desde hace muchísimo tiempo y cuya vida vino a encontrarse, como la mía, en las hojas de los libros, de los cuadernos, en las hojas. Aquí me refiero en especial, a las hojas de los libros, al modo o modos como la literatura nos va incluyendo en un mundo vasto, sin fronteras, integrado. Esto es maravilloso. Es lo que la mistica buscó siempre arduamente, difícilmente. La literatura, el escribir y el leer, son caminos más fáciles, me parece. Más al alcance de la mano, literalmente. Ayer me pasó, y otras veces también me ha pasado, que mientras estaba charlando con una persona muy querida, lo que estaba viviendo, la mesa del bar, la cerveza, el espetinho, la gente alrededor, el mar, la música, se integraron en lecturas anteriores, en cosas leídas. Y cuando digo cosas leídas, son cosas vividas, no solamente cosas leídas en algún libro. Cosas vividas. Todo se va integrando en una lectura unida, unificada. Ya he dicho estas cosas otras veces, y de tanto decirlas y volverlas a decir, como que lo que uno dice va tomando más fuerza, se va convirtiendo en más verdad.

segunda-feira, 2 de janeiro de 2012

Maria Filha y la Terapia Comunitária: el segundo permiso para ser


El segundo permiso para ser fue personal y colectivo a la vez: una sensibilización en Terapia Comunitaria en Montevideo, Uruguay, en 2005, y el haber conocido, en 1990, la que se tornaria mi esposa, Maria Filha.

domingo, 1 de janeiro de 2012

Volver a ser

Hoy a levantarte, notaste algo nuevo, diferente, una sensación virginal. Algo que no sentías desde hacía muchísimo tiempo. Habías vuelto a ser vos. Nada más ni nada menos que esto. Habías vuelto a ser vos mismo. Nada se compara a esta sensación. No hay nada mejor que ser uno mismo. No se puede ser otra persona, y sin embargo, habías estado como que preso, como dentro de una cebolla. Viviendo una vida tercerizada. Hoy el día empezó y notaste algo nuevo. Eras vos, que estabas de vuelta. Estabas ahí. Escuchabas el canto de los pájaros. Recordabas la noche anterior. Las chicas preparándose para ir al réveillon en la playa. La perrita ladrando como loca mientras vos y ella miraban por la televisón los cantantes y cantoras en los shows de fin de año por algunas de las ciudades de Brasil. Recife, Fortaleza, Rio. No João Pessoa (GRRR). Ahora un pajarito canta tiernamente en una planta aquí al lado. Un rumor de un portón que se abre en una casa vecina. El aire fresco de la mañana. Los recuerdos fueron dejando lugar a esto que está aquí. A este presente que es un presente, sí, un presente de año nuevo. Un regalo de tu madre, que te tuvo otra vez. Lo supiste en la cocina mientras preparabas el jugo de limón que tomas ahora. Una sensación de plenitud, de un viejo sentimiento de felicidad que fue tan tuyo como ella siempre quería que volvieras a tener, que volvieras a ser. Volviste a ser. Otra vez vos. El año comenzó. Primero de enero. La lluvia paró. Ya no ves las gotas de agua dibujando círculos en la superficie azul de la piscina. Es tan lindo estar aquí otra vez. Recuerdas la cena de anoche. Los rostros, las voces, el sonido de cada persona. Cada persona es una nota musical. Así como el pajarito que canta tan tranquilo acá cerca, con sus píos muy lentos, como cuchicheando, como queriendo ponerle música a esta mañana. Pasa una motoneta. La gente duerme y tú continúas esa vieja buena tarea que tanto te gusta. Dejar que las letras se vayan ordenando en la hoja, que se vayan juntando en el renglón hasta que aparezca alguna cosa, alguna palabra, alguna frase. Viejo oficio de escritor. No hay una sensación tan buena como esta de ser uno mismo, la sensación de estar vivo y de ser quien sos. No hay nada mejor. Y ya parece propaganda. Talvez sea Y ya vas a querer anunciar la buena nueva a tus amigas y amigos, a la gente querida que en algún momento del día, mirará su caja de entrada y verá tu nombre en el remitente. Como en los correos de antiguamente, cuando abrías el buzón y veías, carta de Mamina, carta de Ramón. Entonces te alegrabas pues la carta contenía cosas tan lindas. Cosas que guardaste y que vuelven a ti esta mañana. No hay nada tan bueno como ser uno mismo, una misma, si eres mujer. Y hoy hay que aclarar siempre, pues si no ellas se enojan, y tienen razón. ¿por qué discriminar a las mujeres? ¿Por qué discriminar a alguien? Hay que discriminar al criminal, eso sí, pero ellos ya se discriminan solos, y vos no sos cana, dejáselos a la cana. Lo demás, es esto, es dejar que la vida siga viniendo, en este regalo sin igual de una mañana como ésta, de primero de enero de 2012, estar dándote cuenta de que has vuelto, de que sos vos otra vez. No hay mejor sensación que la de ser uno mismo o una misma si eres mujer. La basura se la llevan los basureros y basureras, que están barriendo la calle, llevándose las latas de cerveza a golpes de escoba, mientras tú escribes estas cosas. Mientras sigues disfrutando de esta vieja y nueva sensación de ser tú mismo. Dejaste de ser y vuelves a ser, el movimiento de la vida, como las olas del mar que ha de estar ondulando allá afuera, tan cerca, bajo el sol. Y la gente por la arena pasando Y tú escribiendo. Primero de enero de 2012.