terça-feira, 24 de abril de 2018

Vencer


Una larga batalla en busca de una sociedad más justa. Mirando hacia atrás en mi vida, y a mi alrededor, veo que ha sido y sigue siendo una constante. Amanecí a la política en el intento colectivo por abrir la universidad más allá del clasismo elitista y excluyente. Muchos años después, las luchas siguen en la misma dirección. Ha habido muchos progresos, que debo saludar. Me hacen pensar que todo este esfuerzo no ha sido en vano. Hay movimientos sociales que abren espacios para la integración de la universidad con los barrios. El conocimiento académico, si no se nutre de la experiencia y del saber popular, reproduce y refuerza la alienación intelectualista. El divorcio entre lo que pienso y lo que hago, lo que soy y lo que predico, lo que quiero y lo que efectivamente realizo. Es un trabajo de hormigas la educación, cuando se la quiere libertadora y humanizadora, y no meramente entrenadora, adiestradora. Aprender a pensar es ver el mundo con ojos propios. Conocerme para integrarme de manera creativa y fecunda en la red social. Ser capaz de mirar hacia mi propio interior y atreverme a tomar decisiones valientes en relación al ser que soy. Ver las culpas que pude haber ido incorporando sin darme cuenta, y que hacen que me sienta obligado a cargar el mundo en mis espaldas. Yo no necesito satisfacer las expectativas de nadie. Estoy para mí, solamente para mí. Solamente cuando me pongo de pie sobre mi propia historia, descubriendo el poder increíble que deriva de mis luchas y fracasos, de mis intentos y debilidades, es que de hecho me incorporo a la existencia de manera triunfal. Recuperar la atención y la percepción, traerlas de vuelta a mi comando, rescatándolas de las deformaciones impuestas por el consumismo, el adoctrinamiento, los condicionamientos, la masificación. Aprender a decir que no. Reafirmar radicalmente y esencialmente el sentido profundo y pleno de cada uno de mis actos. Cada uno de los instantes que tengo la gracia de vivir. Cada pequeña cosa, cada respiración, ¡es tan importante! ¡Estar aquí, en este exacto momento y lugar, al borde del crepúsculo, es tan tranquilizante! Ser capaz de amar, sabiendo que el amor es más que afecto y deseo y placer. Es una puerta que se abre y se sigue abriendo sin cesar, hasta ponerme del todo del lado de la eternidad. Mantener aquella inocencia de niño, esa fragilidad que me hace vivir de una manera despreocupada y flexible, sin tantas prevenciones ni preparativos.

sexta-feira, 20 de abril de 2018

La visión poética


La visión poética
Unifica el mundo
Detiene el tiempo
Eterniza

quarta-feira, 18 de abril de 2018

Unidad

El amor es una frecuencia. Es el lenguaje en que está escrito el universo. Cuando yo amo, me uno a lo eterno. Cuando esto sucede, es una sensación sin igual. Todo es como debe ser y todo está en su lugar. No hay nada mejor que esta sensación. No viene de la nada. Está desde el comienzo de la vida (y aún antes), y permanece todo el tiempo, si es que he sido capaz de ir aprovechando las oportunidades para irme abriendo al universo. Muchas veces han sido las circunstancias dolorosas las que me han ido abriendo a la unidad. Han ido creando dentro de mí el río interno que ahora me lleva al mar sin fin. No siempre estoy sintonizado con esta frecuencia. Me pierdo, me olvido, doy muchas vueltas, y vuelvo. Algo me trae de vuelta siempre. Recuerdo unas palabras de la Escritura, que dicen: “Tú nos alimentas con pan de lágrimas.” No es una apología del sufrimiento, sino una invitación para comprender. Yo puedo comprender cómo es que el dolor me ha ido haciendo capaz de integrarme a la realidad. Cómo es que las huellas del pasado doloroso, me han marcado dejándome tareas cotidianas. En esas tareas de reconstrucción interna de sentidos, de recuperación de mi propia identidad, de intentos repetidos por enraizarme y estar presente y atento, es que me voy haciendo parte de la totalidad que me incluye. Me asemejo a las personas que me rodean, con quienes convivo, y las que voy conociendo. Todas ellas también se han abierto paso a través de circunstancias dolorosas. Esto es lo que nos une, a los humanos. Esto es lo que crea comunidad. Así se puede florecer. Entonces ya no hay tantas fronteras, o no hay ninguna frontera. Jesús es una invitación a esta comunión eterna con el infinito. Es la superación de todas las separaciones. Es la unidad amorosa con todo. La Terapia Comunitaria Integrativa es una experiencia de vivencia de la unidad más allá de las diferencias de clase social. El arte es también un camino de unidad. Todo es convergente.