Encontré dos personas que estuvieron desaparecidas y reaparecieron. Lo que no me daba del todo cuenta es que yo también había sufrido un impacto cuya dimensión y características permanecen hasta el día de hoy. Hice de todo para recuperar mi normalidad. Volver a ser el que era antes.
Esto lo voy consiguiendo de manera parcial, aproximativa y temporaria. Sigo con dificultad de salir y encontrar gente. Hablar en público. Tuve que recurrir a las artes para poder llegar hasta aquí. El arte de encontrar una salida cuando parece que todo está perdido. Los recursos que descubrí y usé para subsistir y enfrentar, en buena medida siguen valiendo. Pintura, lectura, fé, amistad, y una atención a la vida y en las personas que siempre fue mi marca característica.
Sin embargo, hay días en que nada parece valer la pena. Es la luna menguante, asociada inseparablemente a la luna creciente. Esto lo puedo ver ahora. Descubrí que nunca estuve solo. Esto es lo que más me consuela y fortalece. En cada momento hubo y sigue habiendo una persona clave. A veces más de una. Una familia, un vecino o vecina. Alguien que escucha de verdad, sin juzgar. Alguien que da una mano. Un apoyo que me convence de que puedo seguir adelante.