Esta mañana el arco-iris apareció en el cielo, del lado del
poniente. Me vino una tranquilidad bárbara. Sentí como que había --y sigue
habiendo, ahora que transcribo la experiencia-- una posibilidad. Ahora trato de
ir poniendo lo que ha seguido viniendo desde ese momento. Yo no necesito estar en
permanente conflicto con otras personas, porque ellas no se adaptan a mis
expectativas. Nada se adapta a mis expectativas. Trato más bien de ver hacia mi
interior, y centrarme en lo que voy descubriendo sobre mí mismo. No tanto ideas
--que son frecuentemente equivocadas-- sino más bien experiencias, imágenes,
colores, sentimientos. Hay todo un lado mío que muchas veces queda por completo
de lado, porque no le doy la debida atención. Puedo relacionarme mejor conmigo
mismo y con lo que hago, con las personas con las cuales convivo y entro en contacto,
si estoy en mi propio territorio interior. Si estoy centrado en mí mismo. Me
doy cuenta de que todo esto es cambiante. Todo está en contínua mutación. Tengo
más armonía y felicidad, más plenitud, cuando vivo desde mi propia persona.
Cuando me doy tiempo para mí mismo, y no me sobreexijo. Entonces puedo ir
fluyendo en medio de la trama relacional, con menos choques. Me permito descansos,
intervalos. No necesito agradar a los demás, ni tampoco desagradarlos. Basta
que vaya siguiendo mi propio camino, que frecuentemente descubro al andar.
Nenhum comentário:
Postar um comentário