sábado, 9 de agosto de 2014

Anochecer de un día agitado

Llega la noche y el cansancio del día, la suma de los pasos y los encuentros con diversas personas a lo largo de la jornada, los encuentros internos con tu propio Dios, los distintos momentos vividos giran como una mandala que se forma dentro de tí y junta todo lo vivido. Agradeces la gracia de la vida, la gracia del amor. La gracia de estar vivo, esa sorpresa constante. La alegría de tu padre esta mañana al cantar I´ll follow the sun. Y las flores en el patio que él miraba extasiado, en comunión con la naturaleza. Los gorriones chapoteando en el agua. Recordando las palabras de Jesús: “allí donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón”. Y el día se ha ido y viene a tu recuerdo el rostro de ella en el café. Todos estos días han sido y están siendo un reencuentro con tu tierra. Tu tierra es grande. Es una tierra que va de sur a nordeste. De aquí hasta allá y a todas partes. Vas aprendiendo a fluir, a dejarte llevar. Es más fácil. El mundo gira por sí mismo.

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