En varios momentos
de mi vida, participé de acciones colectivas en pro de la defensa de
los derechos humanos y sociales. El derecho a la vida. La educación.
La libertad. La salud mental comunitaria. También actué en dos
oportunidades, en pro de los derechos de los docentes de la UFPB. La
justicia, como que amarrando todos estos movimientos. Estas acciones
públicas, colectivas, tuvieron el efecto de proyectarme hacia
espacios en los que pude verificar cómo lo colectivo es sanador.
Actualmente, en medio de lo que la historia me presenta, la necesidad
de volver a insertarme en la acción colectiva, lo hago desde un
lugar en el que me reconozco más que en cualquier otro. Escritor.
Alguien que ve el mundo y se ve, desde las páginas de un libro.
Muchos libros. Libros que leo y que escribo. Al hacerlo de este modo,
no puedo dejar de reconocer y agradecer a mis padres, que desde
temprano nos introdujeron a mí y a mis hermanos, en los mundos de la
literatura y la poesía. Más allá de las ideologías y de las
creencias, aquí respiro unidad. Eternidad. Inserción.
Pertenecimiento.
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