Me refugio entre las letras.
Allí me anido, hago mi mundo.
Me guardo, me resguardo, me fortalezco.
Esto ya lo he dicho incontables veces, y lo seguiré diciendo
mientras así sea para mí.
Leo y escribo para integrarme en un mundo más grande, más
amoroso, más digno, más justo, más bello.
Me rehago de todas las presiones y alienaciones, de todos
los debería o debiera, de todas las culpas. ¿Qué culpa tengo yo, al fin y al
cabo?
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