Es un tiempo de mediaciones. Alguien me dice qué está
ocurriendo, qué debería yo hacer, decir o sentir, y voy y me muevo
obedientemente. Es una sociedad de medios. Me llenan la cabeza con ideas,
sentimientos, informaciones, millones de ellas, y ya no sé más nada de mí ni
del mundo a mi alrededor. Me muevo y me oriento según un aluvión informativo de
fuentes que desconozco, en su esencia, pero que aprendí a acatar acríticamente.
Me transformé en un medio para los medios. Un medio para mí mismo. Medio esto,
medio aquello, ya no sé mucho más quién soy ni a dónde voy o por qué.
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