terça-feira, 27 de fevereiro de 2018

Rehaciéndome

Escribir es una responsabilidad. Vivir lo es. Tratar de hacerlo de una forma que contribuya para que seamos, como personas y como humanidad, más felices y más libres, exige algún esfuerzo. Escribir ha venido limpiándome de falsas nociones que empañaban mi visión y mi estar en el mundo. He ido encontrando un espacio de convergencia con personas con quienes comparto el sentimiento de que es posible un trabajo real y efectivo que une lo diverso. Esta es una tarea muy simple y cotidiana. Se trata de ir viniendo a un modo de vivir que está registrado como memoria infantil. Traer el niño interior. (Me dirijo a mujeres y hombres, pero escribo al antiguo estilo. No para desafiar a la moda actual, sino porque me es más natural). Me refiero especificamente al trabajo de recuperación del sentido de vivir, que se procesa en la Terapia Comunitaria Integrativa. Aquí convergen personas de diferentes clases sociales, si bien que el predominio es más bien de los sectores populares, en cuanto a los participantes de las ruedas. Lo que une, es el sufrimiento. Me reconozco en tu historia. Rehago mi humanidad en una convivencia que puede durar apenas algunos minutos u horas, y que crea vínculos que permanecen a lo largo del tiempo. Se deshacen las nociones de que estoy solo, que no tengo un lugar en el mundo, que nadie sufre más que yo, que no valgo nada, que no sé para qué vivo. En estos encuentros respiro mejor. Vuelve una alegría antigua. Se refuerza mi esperanza. Escapo del mundo ideológico y vengo para la vida vivida, para la experiencia de existir. Así tengo más ganas de seguir adelante. 

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