Veía la hoja en blanco. ¡Tantas posibilidades! Volvía del
shopping center. Fin de año y Navidad. Saudades. Viejos tiempos se hacen presentes,
y el presente medio como que se hace a un lado. Se llena de resonancias. Personas
queridas de nuestra juventud. Personas que no olvidaremos. Los pinitos de
Navidad. Las luces adornando los edificios. Todo es una evocación. Mientras estaba
en una de las tiendas donde estuvimos esta tarde, veia todo ese movimiento de
esta época. Una señora que hablaba por un celular, se me acercó, obligándome a
cambiar de lugar, para que no me molestara su voz. Después que hice esto tres veces,
y ella una vez más se acercó hablando en alta voz, le dije: “No me interesa su
conversación.” Murmuró algo ininteligible. Pagué en la caja, y me quedé
esperando a mi esposa, que estaba todavía en la fila. Esta señora que llegó
hablando por celular en voz alta, pagó sin dejar de hablar por el aparato, y se
fue, sin dejar de hablar en ningún momento. Saludé a dos colegas de la
universidad. Ahora todo ese mundo quedó atrás, y estoy en casa. Un calor
bárbaro. La playa. La noche. Los preparativos de la cena de fin de año.
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