Muchas veces me pasa
que, por no tener nada que hacer, me pongo a escribir. Cuando
escribo, cuando voy viendo las palabras y las frases formándose, me
viene una sensación muy buena. La sensación de estar donde debo
estar, haciendo lo que me cabe hacer. Entonces dejo que vengan las
palabras. Alguna cosa viene llegando. Las flores. La montaña. El
lago, el parque. Todas estas cosas. Los álamos. Las calles de
Mendoza pintadas por los jacarandás. Los gritos de los niños y
niñas de la escuela. El aguaribay. La jarilla. Los ríos que bajan
cantando. Y los amigos y amigas que se van multiplicando. Hoy miraba,
mientras hacía gimnasia, en esta dirección. Gente de varios lugares
de Argentina y Brasil. Me alegré entonces y me alegro ahora. Los
amigos y amigas son como las flores del jacarandá, que en esta
época, pintan de lila el piso y el cielo. La familia es lo amarillo,
el centro de la flor, donde está Dios. Amigos y familia. Dios.
Flores. Vida.
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