sábado, 17 de maio de 2014

Jesus

Hay un tiempo para todo. Sí, existe un tiempo para todo propósito debajo del sol, dice el Eclesiastes. Hablar sobre Dios o sobre la vida espiritual no es privilegio para ciertas personas.

Cualquiera que tenga alguna experiencia sobre el asunto, puede y debe compartir lo que sabe, para que juntos podamos crecer en este aspecto tan esencial de la vida humana. Jesus fue um ser humano, y al mismo tiempo, él es la presencia de Dios en cada uno de nosotros, y entre nosotros.

Hoy leía en el Evangelio unas palabras de Jesus, acerca de que él y el Padre son uno solo, y que lo que pidamos al Padre en su nombre, nos será dado. Esto nos llama a una fe intensa y profunda, a una certeza de que en cada uno, en cada una de nosotros/as, existe ese poder de amor infinito, capaz de obtener lo que deseamos y necesitamos.

En muchos pasajes del Evangelio, Jesus nos llama a esa fe concreta en nosotros mismos y en Dios. Nosotros mismos y Dios. Dios no está lejos. Me acuerdo de un libro que leía en mi juventud, del Swami Vijoyananda, llamado Vedanta Práctica.

Había un capítulo intitulado “¿Por donde empezar?,” que se refería a la búsqueda de Dios. Decía que uno podia buscar a Dios donde estuviera más cerca: en nosotros mismos. Me maravillaba que Dios estuviera tan cerca. Es más íntimo que lo más íntimo.

Esta proximidad con Dios, esta intimidad con Dios, son buenas para recordar. En mi infancia veía la luz de Jesus, la luz de la Divina Madre, como un amarillo vivo que ocupaba toda la casa donde vivíamos con mis padres y hermanos, en la calle Leonidas Aguirre, en Mendoza.

Más tarde, en 1977, lo veía Jesus y a la Divina Madre dentro mío, cuando hacía el servicio militar en Puente del Inca. En el año 1978, tuve la oportunidad de saberme acompañado por su divina presencia, cuando me tocó pasar por una situación difícil en la Policía Federal en Buenos Aires.

Años después (2008), en João Pessoa, al integrarme a Kairós-Nós Também Somos Igreja, la vivencia de Dios y de Jesus se hizo más convivencial. Continúo estudiando el Evangelio, el camino de Jesus, y trato de vivirlo cotidianamente.

Creo que hay tantos caminos hacia Dios cuantas personas en el mundo. De él me aproximan la familia, los amigos y amigas, la Terapia Comunitaria Integrativa, la poesía y la literatura.

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