quarta-feira, 25 de outubro de 2017

Escribiendo

Vengo escribiendo desde hace tanto tiempo, que me parece que es lo que he hecho toda mi vida. Hay algunas páginas que hubiera querido arrancar. Pero han quedado, como quedan las hojas. Este oficio de escribir me ha ido trayendo más hacia mí mismo. Me voy haciendo legible para mí mismo, de tanto poner en las hojas las mismas cosas, o cosas parecidas. Escucho mejor a las personas. La palabra nace del silencio. Nace de la escucha. Cuando escucho, hay una posibilidad. El gran obstáculo es el miedo. Si hay miedo, hay una barrera. Puedo vencerla, si voy viendo. Si me acerco. Escribo y trato de irme acercando. Trato de llegar. Hay veces que siento que ya estoy aquí. Voy y vengo. Otra vez me alejo y vuelvo a venir. No es fácil vivir. De tanto escribir, hay veces que ya estoy. Ya soy. Son momentos de gloria. En esas horas, como ahora, me emociono. Vuelve el río interior. Me lleva al mar. A la montaña. Al río y al lago. Se junta todo en este ahora. 

quinta-feira, 12 de outubro de 2017

Resiliencia

Yo no nací para sufrir, pero el sufrimiento puede servir para mi crecimiento, si tengo la humildad necesaria para comprender.” (Adalberto Barreto)

Puedo comprender que muchas veces trato a alguna persona con aspereza, como si ella me estuviera agrediendo, no porque esta sea la intención de esta persona, sino porque en el pasado me sentí herido, y hoy reacciono de manera chocante, para saber si me quieren y me aceptan, o no.

Pude haber creído (y todavía creer) que yo no merecía ser amado, que no había lugar en el mundo para mí, debido a agresiones sufridas, que me avergonzaron y me hicieron sentir culpable.

Hoy puedo decirle a mi niño interior que nunca más pasará por ningún tipo de agresión ni violencia. “Hoy estoy aquí para protegerte, niño mío.”

Puedo confiar en las personas, sin suponer que me quieren despreciar o dejar de lado o humillar. Puedo saber que el pasado dejó marcas. No hay una única persona que no tenga que enfrentar las secuelas de sufrimientos pasados.


Pero ahora sé que este es otro tiempo. “Las heridas cicatrizadas, se transforman en competencia sanadora.” (Adalberto Barreto).  Aunque las heridas no estén del todo cicatrizadas, yo sé que me han capacitado para ser acogedor. 

quarta-feira, 11 de outubro de 2017

Centramiento

Yo no necesito vivir con miedo, ni preocupado, o con culpa o ansiedad. Trato de centrarme en la confianza. Esto me focaliza en el presente.  Esta confianza se extiende a la totalidad de mi vida. Veo que en el pasado fui capaz de enfrentar todo tipo de situaciones y superarlas. Sé que en el presente, tengo que decidir entre numerosas alternativas. Si mi foco vital está claro y definido, estará todo siempre bien. Esto restringe el abanico de posibilidades. Mi vida hoy está más reducida y limitada. Me he centrado en el amor, en la creación artística (literaria y poética, pictórica y cromática) y en la Terapia Comunitaria Integrativa. Esta reducción a lo mínimo, sin embargo, es un centramiento en lo que es eterno. Es lo que me comunica con mi vasto interior, y con el infinito y cambiante mundo alrededor. Mi propia espiritualidad está  integrada en esta reducción mínima. 

No es necesario que me preocupe.

Trato de ver la realidad de esta afirmativa. Puedo simplemente estar tranquilo aquí y ahora. No necesito saber qué haré en seguida o más tarde, ni volver sobre lo que ya he hecho. Puedo solamente disfrutar del estar aquí. Voy juntando pedazos del vivir, y en esta costura que reúne lo vivido, me voy sintiendo más sólido y presente.


(11-10-2017)

Los pájaros cantan en la mañana lluviosa

Al ver estas palabras en la hoja, respiro aliviado. Un día ha comenzado. Un día es todo el tiempo. Recuerdo las búsquedas de ayer, por las calles de João Pessoa. Muebles para la casa de campo. A medida que voy escribiendo, siento una sensación de estar aquí. El tiempo pasado y este ahora, son un solo tiempo. Podría parar ahora, pero me dan ganas de proseguir. Es como si la vida dependiera de que este escrito siguiera. El canto del benteveo. Otros cantos de pájaros. Cosas que me he acostumbrado a disfrutar, tanto aquí en la ciudad, como en el campo. Los poemas que anoche me ayudaron a conciliar el sueño. Uno de Ray Bradbury, sobre “El hacer que nos hace,” en Zen en el arte de escribir. Otro de Jorge Luis Borges, sobre “El despertar,” en El otro, el mismo. Fray Luis de León: “Vida retirada,” (en Poesia completa de Fray Luis de León) que le he escuchado a mi padre recitar incontables veces. Y ahora el canto de los pájaros se va haciendo una sinfonía. Es como un nido de sonido y luz. La luz y el canto van construyendo el piso sólido bajo mis pies.


(11-10-2017)

segunda-feira, 9 de outubro de 2017

Caminando

Esta mañana el arco-iris apareció en el cielo, del lado del poniente. Me vino una tranquilidad bárbara. Sentí como que había --y sigue habiendo, ahora que transcribo la experiencia-- una posibilidad. Ahora trato de ir poniendo lo que ha seguido viniendo desde ese momento. Yo no necesito estar en permanente conflicto con otras personas, porque ellas no se adaptan a mis expectativas. Nada se adapta a mis expectativas. Trato más bien de ver hacia mi interior, y centrarme en lo que voy descubriendo sobre mí mismo. No tanto ideas --que son frecuentemente equivocadas-- sino más bien experiencias, imágenes, colores, sentimientos. Hay todo un lado mío que muchas veces queda por completo de lado, porque no le doy la debida atención. Puedo relacionarme mejor conmigo mismo y con lo que hago, con las personas con las cuales convivo y entro en contacto, si estoy en mi propio territorio interior. Si estoy centrado en mí mismo. Me doy cuenta de que todo esto es cambiante. Todo está en contínua mutación. Tengo más armonía y felicidad, más plenitud, cuando vivo desde mi propia persona. Cuando me doy tiempo para mí mismo, y no me sobreexijo. Entonces puedo ir fluyendo en medio de la trama relacional, con menos choques. Me permito descansos, intervalos. No necesito agradar a los demás, ni tampoco desagradarlos. Basta que vaya siguiendo mi propio camino, que frecuentemente descubro al andar. 

domingo, 8 de outubro de 2017

Caminar

Entonces ver que el día ya ha comenzado. Sentir el canto de los pájaros, y saber que habrá que ir haciéndose un lugar del lado de acá. El lugar ya está, pero es como si no hubiera nada. Empezar de nuevo. ¿Qué puedo hacer por mí y para mí? ¿Qué he estado haciendo por mí y para mí? Seguir haciéndolo. Buscar nuevos rumbos. Puedo ir a cuidar de las plantas, como lo hago siempre. Esto me alegra mucho más de lo que soy capaz de expresar. Puedo escribir, que es lo que más me va abriendo a mí mismo y al mundo alrededor. Puedo ver la belleza que me rodea, lo cual es un camino seguro a la felicidad, la plenitud y la alegría. Puedo leer, que siempre me da la certeza de que tengo un lugar preciso en el mundo. Y también puedo no hacer nada, y dejarme llevar. Dejar que el día y que el Dios que me habita y que dirige los rumbos de todo lo que existe, me muestre un camino. 

quarta-feira, 4 de outubro de 2017

Volví a esperar

Espero la planta renacer
Diciembre llegar
Mis nietos crecer
El libro futuro

Las flores germinar

segunda-feira, 2 de outubro de 2017

Radiografía de un despertar

Empieza el día. Estoy vivo y respiro. Uno hace su propio tiempo. Yo soy feliz si estoy en mi lugar, y esto ocurre cuando escribo, y también cuando ando por ahí por el mundo, ya que he ido haciendo del mundo mi lugar. He ido haciendo mi mundo. Hago mío el mundo. Ahora pasa la moto del guarda nocturno. Las luciérnagas en el aire. La jornada de ayer, con la reunión de moradores del condominio. Jugamos al metegol. Nos reímos. Bailé. Escribiré hasta que venga el sol, hasta que la luz del día se muestre en el cielo. ¡Cuántas personas me han estimulado para que escribiera! No estoy tratando de escribir un texto coherente, a pesar del título, o de la primera frase. Lo que quiero es agarrar lo que ayer me vino: esto de que después de escribir, el tiempo es mío, ahora ya soy yo, y todo es posible. Esto es una revolución, sin fusiles y sin bombas. Simplemente ser yo mismo, algo tan simple, y que sin embargo da tanto trabajo. Pero puede ser, y es, si uno le dedica tiempo y empeño. Diría los nombres de cada uma de las personas que me han hecho saber que esto es lo mío, que soy un escritor, alguien que va siendo a medida que escribe. Alguien que es lo que escribe. Son personas de la familia, muy próximas. Mi hermano Leo, mi esposa María. Mi hermano Arturo me ayudó a saber que soy un colorista, un pintor, y esto se vino juntando con lo de escribir. Vino siendo una sola y la misma cosa, y ahora es ya, sí, una sola y la misma cosa. No es por casualidad que esto esté siendo dicho ahora que empieza octubre. Uno nace en algún momento, y a mí me tocó llegar en octubre, y en octubre sigo llegando, seguiré llegando. No hay mejor sensación que esta que estoy compartiendo ahora. Nombraré también a mis amigos Graciela Maturo y Alder Calado. Al Padre José Comblin y Dom Antonio Fragoso (in memoriam). Tengo motivos muy claros y precisos para recordar y agradecer a cada uma de estas personas tan queridas. Mencionaré también a mis hijos e hijas, Carol, Leo, Rodrigo y Natalia. Cada uno de ellos es un lugar muy especial en mi vida. Un sonido específico. Una canción que llegó y ahora escucho interna y también a veces externamente. Encontrar el sentido de la vida es lo que más me importa. Y poder hacerlo a través de un acto tan simple y placentero como el escribir, me llena de alegría y satisfacción. Ya los pájaros comienzan a cantar, anunciando el día que va llegando. Como dije antes, seguiré escribiendo hasta que esto ocurra. Quiero agradecer especialmente a Gustavo Barreto, creador de la revista Consciência, con quien hemos mantenido una relación de trabajo larga y fecunda. Agradezco también a Adalberto Barreto, creador de la Terapia Comunitaria Integrativa, un espacio de descubrimiento y reconstrucción de la persona humana y la comunidad. Aquí es donde se fue dando y se sigue dando el milagro del renacer. En ese tejido tenue y tan fuerte que son los vínculos solidarios. Saber que lo que nos hace sufrir no son los acontecimientos, sino la idea que nos hacemos sobre los mismos. Podemos ir accediendo a la inmortalidad, en la medida en que vamos recuperando la noción de nuestro propio ser. Un niño no tiene noción de la muerte, ni vive con miedo. Cuando ese niño que soy vuelve a estar en el comando de mi vida, el amanecer es permanente. Nace un nuevo sol a cada momento. Volvió la vida, vuelve la vida constantemente, y solamente nos pide un pequeño trabajo continuado: que no nos olvidemos de nosotros mismos. Cuando nos queremos de verdad, vamos adentrándonos en la eternidad. El amor es ese algo que no muere, ¿no es cierto? Entonces no es tan difícil. Darnos las manos, mirar hacia nuestro interior y ver allí lo que es más valioso. Sabernos una semilla que nació y creció, y que sigue naciendo a cada instante. Crecer comunitariamente. Hacer nido en todo lo que vamos viendo y viviendo. Así de simple. 

¿Por qué no?

Empieza el día. Todo es posible, a esta hora. Es el momento en que la vida está en estado virginal. “Despiértenme las aves con su canto suave no aprendido, no los muchos cuidados de que es luego seguido...” dice el poema. De hecho, en seguida vienen las imposiciones, lo aprendido, lo que creo que debería ser o hacer. Ahora respiro hondo y trato de permanecer en esta línea divisoria entre este estado previo, y lo que ya está ahí como al acecho, tratando de imponerle una dirección a mis actos. Me quedo como contemplando y mirando. Viendo qué es lo que viene, en medio del canto de los pájaros, y de este intento mío por dejarme ir en el día. Seguir un rumbo. De hecho, ya me alegra haber venido a escribir, y no haberme lanzado imediatamente a hacer otras cosas. Es decir, elegí algo que para mí es más auténtico, me plenifica, me da más satisfacción y sentido. A lo largo del día, será esa conocida lucha entre lo que creo que debería hacer, lo que me gustaría hacer, y lo que es posible. Creo que la existencia es mucho esto. Un conflicto entre el deseo y la posibilidad. El deber y la libertad. Aunque la he buscado, no encontré todavía una receta. Algo infalible que me garantice siempre hacer la buena elección. La experiencia, la fe. La observación. La atención. La decisión y la voluntad. Todo está en juego. Todo será un ir viendo qué es posible en cada momento. Muchas veces no habrá casi tiempo para reflexionar antes de decidir. Tendré que confiar en mis reflejos. Buen día. 

domingo, 1 de outubro de 2017

Releo libros.

Es como leerlos de nuevo. Es como si no los hubiera leído antes, sin embargo, algo en mí sabe que es una vuelta, un retorno. Ahora estoy releyendo Dom Casmurro, de Machado de Assis. No me acordaba de casi nada. 

Algo parecido a lo que me ocurrió al volver a leer São Bernardo, de Graciliano Ramos. Fue como si fuera la primera vez, con esa sensación de reminiscencia. El tiempo pasado, el que fui y ya no soy. El que soy después de todo el tiempo que pasó entre la primera lectura y la de hoy. Todo esto es como un reespejamiento.