sexta-feira, 30 de novembro de 2012

El libro y la vida

Había terminado de leer El amor en los tiempos del cólera, de García Márquez. Em el mismo momento en que cerraba las tapas de libro, sintió una certa tristeza. Pero la impresión del magnífico relato que lo acompañara durante tantos días y tantas noches, era uma sensación muy buena en el alma. La maestría del final, el viaje interminable de Forentino Ariza y Fermina Daza en el buque por las ciénagas. La recordación de lo que fuera ese internarse en una narrativa tan peculiar, tan rica y creativa. El amor de dos amantes que esperan la vida entera para amarse para siempre. La vida, no la muerte, es ilimitada, es una de las frases finales. No podía ser una coincidencia. Era una simetría, una sintonia. Como tantas otras que encontrara entre el libro y la vida. Como si fueran dos piezas encajadas a la perfección, a veces. Otras veces, a uma distancia sideral una del otro.

terça-feira, 27 de novembro de 2012

Inclusión

Poniendo letras en el renglón tenía siempre el resultado mágico e imediato: todo empezaba a ordenarse, todo iba poniéndose en su lugar, o mejor dicho: todo estaba, todo estará siempre en su lugar. Esto lo has dicho ya muchas veces, y lo seguirás diciendo. Hay algunas cosas que hay que irlas repitiendo, como la lluvia se repite, como el reloj se repite, como el sol, la luna, el día y la noche se repiten. Todo se repite hasta que nos damos cuenta de que eso está allí. Que esa flor, esa persona, ese mar, todo está ahí, y uno en medio de todo esto, uno en medio de toda esa inmensidad que nos envuelve, nos cobija y nos dirige. Cuando me pongo a escribir, cuando empiezo a ver las letras en el renglón, es como si toda la vida fuera convocada al aqui y ahora, como si toda mi vida viniera de repente a este mismo lugar donde estoy ahora.

segunda-feira, 26 de novembro de 2012

Un día

El día había comenzado de aquella forma. Los pájaros cantando en el silencio de la mañana. Parecía como un ritual. Una oración. La claridad del cielo, las nubes coloridas por el sol mañanero. Y tú caminando por la playa. La arena mojada reflejando el cielo, el agua en tus pies, las olas yendo y viniendo. Los niños jugando, las mujeres pasando. Adelante tuyo, el panorama de la gente bañándose o entrando o saliendo del mar. Hay algo tan especial en estas horas primeras. La beira mar. La gente caminando en el comienzo del día. Parece como que hay algo virginal en estas horas iniciales. Después el tránsito, los vendedores, la construcción de la esquina. Y tú caminando, yendo o viniendo, yendo y viniendo, como todo lo que está vivo. Vuelves a casa y escribes estas cosas, las sueltas al viento. Y el sol debe estar allá arriba. El sol, que ayer veías cuando ibas a la Cidade Verde en auto, a la tarde, esa esfera amarilla, redonda, feliz, irradiante. Recordaras la oración de San Francisco: alabado seas, mi Señor, por el Hermano Sol. Doña Marieta al borde de la vida. Tanta grandeza en el vivir. Y aquella inmensidad asustadora, la muerte. La casa de seu Chico. Tantos recuerdos. La vida de todos los días. Poner las letras en el renglón y ver qué se forma.

sexta-feira, 23 de novembro de 2012

Integração de opostos

Tenho partilhado algumas reflexões sobre várias das perguntas que se fazem no contexto da Terapia Comunitária Integrativa e/ou dos cursos de Cuidando do Cuidador (1). Quem é você? Você é quem você é ou quem os outros esperam que você seja? Você só tem sofrido, ou tem crescido com seu sofrimento? Agora gostaria de partilhar algumas reflexões sobre uma vivência chamada do Sol e da Lua. Combinando ambos os aspectos, positivo e negativo, luz e sombra. Espero que fique claro que aqui não estou fazendo outra coisa que trocando impressões com os leitores e leitoras. Estas observações não podem nem de longe, substituir a vivência em si. O que esta vivência faz, é nos levar a compreender de maneira integrada, as nossas flutuações de ânimo, as nossas variações emocionais. Nem sempre podemos estar no nosso auge. Nem sempre é meio-dia. Mas também nem para sempre será meia-noite. Vivemos em uma sociedade que costuma exigir demais das pessoas. Você tem que vencer sempre, tem que sempre ser o melhor, sempre chegar em primeiro lugar. Isto vai se internalizando em nós, e de repente podemos começar a não saber o que fazer quando não temos nada para fazer, por exemplo. Tanta ênfase nos valores positivos, no alcançar, nos deixa como que sem muito preparo para as descidas, para a passividade, para o aquietamento. Uma coisa que não gostaria de deixar de dizer, é que o conjunto das vivências e das perguntas para o auto-conhecimento desta perspectiva de abordagem e de transformação da pessoa humana, são sempre praticadas em grupo. Nada disto tem a ver com a chamada auto-ajuda, que supõe que as pessoas possam se libertar em solidão. Aqui, ao contrário, tudo conduz a que você recupere a sua percepção de si mesmo como parte de uma rede, como parte integrante de um conjunto humano, de pessoas que partilham com você valores culturais, pontos de vista, anseios e esperanças. Você deixa de ver a si próprio dissociado, separado, isolado, recortado e alheio ao devir humano. Ao contrário, cada vez mais a sua história vai se mostrando aos seus próprios olhos, como uma história muito singular, embora também muito parecida com todas as histórias das pessoas à sua volta. As pessoas que você encontra por aí, já não lhe parecem tão estranhas, nem tão distantes. Cria-se uma empatia. Perde-se em boa medida, boa parte do rechaço que o sistema implanta nas pessoas, pela vestimenta, pela aparência, pelo linguajar, pelos sinais externos. Pessoas de diferentes classes sociais percebem que tem muitas coisas em comum. Os percursos humanos tem algo de muito assemelhado uns com os outros. Ao longo deste trabalho de recuperação de uma visão mais integrada de si mesmo, a pessoa vai se vendo novamente, como quando em criança, como parte de um todo. Diminui em muito, então, a auto-exigência, passa a pessoa a gostar mais de si mesma do jeito que ela é, sem pressões constantes para estar fazendo isto ou aquilo, indo para um lado ou para outro. Só por estar em si mesma, consigo mesma, por ser quem ela é, a pessoa já sente uma alegria muito profunda. E aqui voltamos para o começo destas breves digressões. A equilibração, a aceitação dos opostos emocionais e energéticos dentro de cada um de nós e nos demais, é um ponto de partida para uma melhor convivência. -- (1) Práticas criadas por Adalberto Barreto.

quinta-feira, 22 de novembro de 2012

Un poeta es como una árbole

Un poeta es como una árbole. Sus hojas lo destejen Tejen Tiempo

segunda-feira, 19 de novembro de 2012

Formas de leer

Creo que hay varias formas de escribir, como de leer, o de escuchar una canción. ¿No cierto? Esto me venía pareciendo cierto a respecto de la lectura, pero ahora me doy cuenta de que vale también para el escuchar. Puedo escuchar a alguien que habla, atento a las palabras, a lo que dice, o a lo que quiere decir, etc. Pero puedo escuchar sintiendo, también. Es distinto. Muy distinto. Tanto como mente y corazón son capacidades diferentes. Me gusta muchas veces leer sin prestar demasiada atención al enriedo, a lo que el libro dice, a lo que está escrito, en el sentido de “tratar de entender”. Ahora a la tarde estaba leyendo A outra volta do parafuso, de Henry James. Anoche leía El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez. Y también leía Poemas e ensaios, de Edgar Allan Poe. Unos y otros, por el mero placer de leer, por el mero placer de disfrutar de la bella manera como estos y otros tantos seres dedicados a escribir, consiguen hacer más bella la vida. Consiguen, en verdad, hacer más bello el vivir, que, gracias a sus escritos, se transforma en algo rico, variado, minucioso.

domingo, 18 de novembro de 2012

Realidad literaria

A veces uno no tiene nada que hacer, y se pone a escribir. Se pone a alinear letras en un renglón, a ver qué palabras se van formando. No siempre uno escribe por tener algo que decir. A veces es como si fuera un juego: dejar que las palabras vayan viniendo. Después de tantos años de vivir en este lugar del leer y escribir, en el mundo de las hojas que escribes o lees, que escribes y lees, que vos mismo te vas escribiendo al leer, te vas leyendo al escribir. Se va borrando esa frontera artificial entre un aquí y ahora supuestamente real y verdadero, y un allá y no sé donde, que sería ficticio. De pronto es ese allá en la hoja, que hace que este aquí y ahora, pueda llegar a tener alguna realidad.

sábado, 17 de novembro de 2012

Vida unificada

Vida unificada, integrada. Cada cosa me remite a las otras, las une, las unifica. Todo es uno y uno es todo. Cuando miro una película, veo todas las películas que ví. Veo los actores, las actrices, los paisajes, los escenarios, y todo lo que vi antes en el cine o la televisión, se une en este momento y en este acto. Lo mismo pasa cuando leo un libro: al leerlo, leo todos los libros que están relacionados, que se unen al que ahora leo o de algún modo con él se conectan. Todo está unido. El canto de un pájaro, resuena con la sonoridad de todos los cantos de pájaro. Esta mañana veía el mar, el cielo, la gente en la playa de Praia Bella y de Tabatinga. Ya había visto escenas parecidas otras veces, todo se juntaba, todo estaba como que compactado. Así es más interesante la vida, no hay fragmentación. No es que las cosas se repitan, apenas. Es que están unidas, y uno unido a todas las cosas.

quarta-feira, 14 de novembro de 2012

Compactando

Esa mañana había andando por las calles del barrio. Y al hacerlo, la canción con esa estrofa le vino a la memoria. Estrofa, verso, no sabía cuál sería la palabra correcta. No importaba. Importaba la canción. Cuando ando por las calles de mi barrio. Ando por las calles. La cuestión es que siguió caminando por la vereda, y a cada paso, tenues recuerdos. El día de ayer, todo ese ayer. El comienzo del día, las meditaciones y cavilaciones. Salir de la madeja para el lado de acá de esa lámina translúcida, transparente, que se llama mundo. Y del lado de acá, las dudas, los dilemas, las contradicciones, la dificultad de aceptar un estado de paz. Una paz que coexiste con el conflito, con las dudas. Un silencio que convive con el ruido, con la desarmonía. Los crea uno a los conflitos, pensó, mientras volvía ya por la vereda del lado de la playa. Vio el mar. Ver el mar siempre lo alegraba. Ver ese inmenso mar, esa agua infinita apoyada en la tierra. El mar a su manera singular, cintilando, reflejando como millones de diamantes, la luz del sol. Rever como en un pantallazo todas las personas vistas, las esquinas cruzadas, las tiendas, las calles y los autos, los ómnibus, la gente caminando. Los recuerdos de los días anteriores y los del día de hoy, compactados, compactándose de a poco hasta formar como que un ladrillo de tiempo comprimido, este tiempo, esta hora, este instante en que escribes estas cosas.

segunda-feira, 12 de novembro de 2012

Ubicarse

Uno empieza a poner letras en la hoja y el mundo empieza a ordenarse, uno empieza a ordenarse. Es algo muy notable esto: que una operación tan simple tenga un resultado tan efectivo. Recién nomás, o más bien, buena parte de la tarde, la pasé en un estado indefinido, una especie de incomodidad. Ahora ya ha caído la noche, y aquello que estaba en mi alma comienza a dsaguar. Es como si la hoja fuera el mar adonde todo viene a dar. La vida me resulta indescifrable. No sé si para alguien es comprensible o explicable, pero para mí la mayor parte del tiempo, es algo que escapa por completo a mi comprensión. Pasó el día, la caminata de mañana por la playa, el despertar, la gente en las veredas, los trámites en la universidad, el almuerzo en casa, la siesta. El embotellamiento en la avenida Epitácio Pessoa, a la vuelta del taller. La compra de las almohadas. Los pensamientos vagando, como sin encontrar un lugar. Un lugar, es eso. Uno de los pensamentos de mañana, y de estos días pasados, y de ya tanto tiempo atrás, es lo del lugar. El lugar de la vida. Mi lugar. El lugar de todas las cosas. Como si todo fuera un juego que se arma y se desarma, constantemente. Y uno una parte de ese juego, una pieza de una especie de ajedrez infinito. A veces dan ganas de llorar, un apretón en el pecho, tantas cosas pasadas, no toda buenas. Pero del dolor brotan fores. Esto es en la vida de todas las personas. La oración, la comunión con Dios o en Dios. La eterna búsqueda de Dios, ese enigma sin tamaño. Quisiera al poner la última letra en esta hoja, estar en paz, en mi lugar, finalmente.

sábado, 10 de novembro de 2012

Al escribir me escribo.

Hoy cuando andaba caminando por las calles de mi barrio, me di cuenta de esto. Es muy importante, pues en general se piensa, o yo también pensaba, que el escribir era algo que iba de aquí para allá, de mí hacia los demás, de adentro hacia afuera; si bien que es muy claro que nada de lo que escribo deja de venir de afuera también. Hay una diástole y una sístole. Pero esto de que al escribir me escribo, es nuevo para mí. Al menos me suena como nuevo. Y dejo que suene como novedad.

segunda-feira, 5 de novembro de 2012

Poético-literariamente

La poesía me trae una especie de tranquilidad muy grande. Me parece que, en parte, esto deriva de su inaplicabilidad, de su inutilidad para fines prácticos, al menos de buena parte de ella. O sea, lo que me gusta de la poesía, de los poemas, es que son como un territorio a salvo del utilitarismo, de lo comercial, de lo que se produce para fines determinados. No digo que el poeta o la poetisa no busquen la belleza, al escribir sus poemas. No tengo duda de que esto ocurre. Pero también, se me ocurre, existe la expresión de sentimientos, y muchas cosas más que, aunque tengan su utilidad o resultados, valen por sí mismos en otros sentidos. Tal vez uno de estos sentidos de lo poético, sea la devolución, para los lectores y lectoras, de su lado lúdico, de ese lado nuestro que juega con el mundo, juega con la vida, juega con todo con lo que es posible jugar. Juega hasta (sobre todo) con la muerte, con las pérdidas, con lo imposible, con lo inalcanzable, que, en el juego poético y bellamente, pierden su fuerza asustadora. Obviamente, lo bello, el presente, el juego, la expresión de sentimientos, no agotan ni podrían agotar el campo de lo poético. Estos son apenas esbozos desordenados de cosas que me van viniendo a la mente, y que me gusta ir compartiendo, como modo de ir creando un espacio para el diálogo. Ayer leí un poema en la revista Criterio, que hablaba de alguien que se detenía frente a las vías del tren. Estos días pasados, leí varios poemas de Cecília Meirelles, uno de ellos, hablando de las cosas que no hay que olvidar: la canilla abierta, la hornalla prendida, la oración de cada instante. Todo gana una levedad en el poema. La oración de cada instante. Vivir puede ser una oración. Es una oración. Te levantas de mañana y ves el cielo que empieza a iluminarse, algunas nubes, el color del firmamento, algo violáceo anaranjado y azul. Otro de los poemas de Cecília Meirelles que leí, se llama “Canción mínima”, y habla del planeta, de un jardín, de una flor. En pocas líneas, el universo, lo inmenso y lo inmediato. La poesía también nos rescata — al menos a mí me acontece — del peso excesivo de las cosas, del ideologismo, del estar tan pegados a las noticias de los diarios o de la internet. Qué importan los gobiernos o la corrupción o las guerras si uno puede irse a un lugar donde lo eterno y lo efímero se dan las manos, en un ambiente de recogimiento y de unidad. Quién sabe si se puedan sacar fuerzas de esa quietud poética, también para luchar contra estos y otros males, menos pegados a cualquier cosa. Decía que en este territorio de la poesía estamos a salvo también de los ideologismos, de la presión de ideas salvacionistas o del combate a lo que sea. Uno puede respirar en un jardín, disfrutar de las flores o las estrellas, del cielo y de la tierra, independientemente de ser de izquierda o de derecha o de centro, o de la religión o del equipo de fútbol que sea. Y lo que digo de la poesía lo digo de la literatura. Qué me importa (aunque pueda importarme o ser importante) que José Saramago o Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa o Julio Cortázar o Jorge Luis Borges o el Arcipreste de Hita o Sor Juana Inés de la Cruz o Gabriela Mistral sean comunistas o conservadores o católicos/as, o lo que fueran. Me importa si me llevan o me han llevado, si fueron capaces de llevarme a un lugar lejos de aquí, pero tan aquí, tan verdaderamente aquí, que por un momento o por mucho tiempo, consiguieron hacerme comulgar con lo eterno, con la belleza de lo efímero, con la riqueza de lo cotidiano, con aquellas partes mías que solo conozco cuando leo lo que han escrito. Foto: Gabriela Mistral

domingo, 4 de novembro de 2012

Un día nuevo

Hay días que empiezan de a poco, pero una vez que empezaron, te la voglio dire. Hoy fue uno de esos días, o, mejor dicho, está siendo. Parecía que todo iba a ser como siempre, igual, monótono. Y ya estoy cargando un poco las tintas. Oficio de escritor, la tinta. Pintura. Esas cosas. Pero de pronto, después de las compras en la verdulería, después de volver bajo el sol, por la vereda de todos los días, de todas las mañanas y de todas las tardes y noches, en el elevador, las palabras de ella. La alegría. Verme en el espejo del elevador y reírme, por verme como soy, alguien que vuelve con su compañera de la verdulería, un día de sol, y se ríe con las cosas que ella dise, que te hacen saber que sos especial para ella, que no hubo nadie igual antes que vos. Pero saberlo no intelectualmente, que todo el mundo lo sabe, sino saberlo desde adentro, con el cuore, y alegrarte. Saber que sí, que es un día feliz, un día diferente. En medio de las cosas de todos los días. Hoy recordabas las palabras de la hermana Ana, que agradece todos los días, el día más que le fue dado. Estas cosas te tocan. Sos así también. Este día no es un día más. Es un día, otra vez, pero nuevo, puede ser nuevo, y lo estás haciendo nuevo, lo recibes como algo novedoso.

quinta-feira, 1 de novembro de 2012

Aniversário.

Foi um aniversário diferente. De manhã, se olhara no espelho. Agradecera, simplesmente, à vida. Vira seu rosto, e como numa rajada, passara o que fora a sua vida até essa hora. Unidade. Sorriu levemente. Olhou para os seus olhos. Estar vivo, pensou. Uma graça. O dia decorrera mais ou menos nessa leveza, como se deixando levar. Rindo, como sempre. O afeto do seu pai, da sua esposa, dos seus filhos e filhas, dos irmãos e das cunhadas, dos amigos e amigas, foram como um buquê de flores na sua alma, no seu coração, nesse lado interno que todos temos. Hoje é o dia seguinte, mas ficou uma lembrança leve. Um silêncio interior. Uma quietude. Uma paz muito grande. Obrigado, vida.