quinta-feira, 29 de março de 2012

Palabras te traen

A veces uno deja que las palabras vayan viniendo, sin saber adónde te van a llevar. Tal vez necesites ir a algún lugar, o llegar adonde estás. Ellas te van llevando, te van trayendo hasta acá.

quarta-feira, 28 de março de 2012

Escrever, ser

Quando não escrevo, falta-me alguma coisa. Falto-me a mim mesmo. Mas não no sentido de falta como pecado, erro, mas de ausência. Se não escrevo, é como se eu não estivesse. E gosto de estar, gosto de estar presente. Ontem mesmo, refletia, como o tenho feito desde que a li por primeira vez, numa frase de Julio Cortázar, que diz: a literatura desfaz a falsa objetividade criada pelo intelectualismo, pela codificação cotidiana e pelo realismo ingênuo. Diz isto no contexto do seu relato acerca de como se sentia estranho no mundo, no meio das outras pessoas. Já nos livros, se encontrava por inteiro. Isto me deu uma alegria profunda. E ao refletir ontem, como tantas outras vezes, pensava: quando me chateia o mundo, a vida, o que há na minha volta, pode ser por falta de literatura. Ou seja: se as coisas já não me dizem mais nada, se penso que são as mesmas de novo, que tudo é o mesmo, é porque não mais as estou vendo, não mais as estou registrando como novidade.

E se isto acontece, é porque não mais estou presente. Fui-me embora, numa desconexão aparentemente tão trivial e insignificante, mas que faz toda a diferença. Ao invés de ver as coisas, a luz da tarde no teto do quarto e nas paredes, ao invés de ouvir o barulho do ventilador, o que for, aceitei a sua cópia arquivada na memória, como diz Cortázar no "Manual de Instruções," em Histórias de Cronópios e de Famas. Então me chateio, me aborreço, isso que está aí não me toca, não tem a ver comigo. Mas se presto atenção, se escuto o canto do pássaro não mais como “canto de pássaro”, e sim escutando este canto de pássaro, neste momento, do modo como esse som que parecem campainhas de cristal tinindo, ou um gorjeio, então é o canto do pássaro, e o pássaro e eu estamos completos, estamos em relação, então há alegria, há celebração.

Isto que relato aqui, foi uma experiência de ontem à tarde. À noite, fui à missa de um ano pelo falecimento de José Comblin, um padre amigo, com a minha esposa e com um grande e muito querido amigo, que deu testemunho sobre a atividade missionária e teológica de José Comblin, sobre a sua forma de estar no meio das pessoas humildes, a pesar da sua grande sapiência. Era uma igreja bem agradável, no bairro do Altiplano. Nesse estar aí, outra vez, veio como que uma superposição de outros estares em igrejas, os ontem acumulados, se superpondo e invadindo de alguma forma o estar aí, nessa igreja, nessa noite de 27 de março de 2012, com a minha esposa e o meu amigo. Não sei como, consegui me desvencilhar desse ontem invasivo, dessa pressão do recordado sobre o que está aqui presente, e estive aí, me permiti estar presente nessa noite, nessa igreja, do modo como foi nessa ocasião, e não como deveria ter sido ou como poderia ter sido. Isto me deu uma alegria muito grande.

Pensava que as pessoas que ali estavam, os padres, os diáconos, as pessoas no meio da missa, estariam cada uma dos seus próprios modos, não modos iguais, mas modos cambiantes, conflitantes, superpostos, projetados ou vindos de diversos passados de alguma forma misturados com o aqui e agora tal como podia estar acontecendo comigo. Vi a minha mulher do lado direito, cantando um hino. Lindo. Um hino que escutei Airton Barreto cantar em vários encontros da Terapia Comunitária, e que diz mais ou menos assim: quem diz que não temos nada para oferecer, etc. Então veio uma grande tristeza, lembrei de alguém morto sendo velado numa igreja em Mendoza nos anos da delinquência militar, 1960 e pouco. Os desaparecidos, a repressão, o medo, a mentira. Os hinos chamavam para a unidade no Espírito Santo, e eu sentia uma vastidão se abrindo adiante, onde Comblin deveria estar. Como faz bem rezar, cantar em comunidade, ouvir falar de Deus, de Jesus, da vida como missão. E agora as coisas aprecem ir se fechando. Escrever, ter um lugar, assim começam estas linhas e assim terminam estas reflexões, ou não. Nada termina, tudo continua, de outras formas.

Dizia no começo que sinto falta de mim mesmo se não escrevo. Ao escrever, sintonizam-se o passado e o presente, costura-se a unidade. O texto de Cortázar sobre a dissolução da falsa objetividade criada pelo intelectualismo tem me desafiado e continua a fazê-lo. Uma das formas de evitar a alienação, é estar presente, sermos capazes de prestar atenção ao que está ocorrendo, independentemente do que possamos ter pensado que deveria estar ocorrendo. Isto refaz a novidade do mundo. Isto evita o tédio, e vai costurando eternidade. Agora que escrevi estas coisas, algo se situou no seu lugar, algo está como deveria ser. Uma tênue película vai se desfazendo, de repente não estamos em absoluto separados uns dos outros, cada um de nós do resto da realidade, da totalidade.

domingo, 25 de março de 2012

Hacia adentro del libro

Esa mañana mientras veía televisión se vio cruzando la puerta hacia adentro de un libro. Era un muñequito de papel cortado con tijera, yéndose al interior del libro. Se había ido a su mundo, había cruzado la puerta. Una sensación muy buena lo acompaña desde entonces. Ya está en su lugar, donde debería estar.

segunda-feira, 19 de março de 2012

Creándote

A veces uno no tiene nada que hacer, y entonces se pone a escribir lo primero que se le ocurre. Como ser que decidió poner en una caja bajo llave, en un compartimiento cerrado, las rabias y decepciones que lo aprerrearon durante todos estos días pasados. Hace un ratito el cielo estaba precioso, celeste, y se veía esa claridad eléctrica contra la silueta de los edificios para el lado del poniente. La ciudad en la noche que empieza. Las luces rojas y blancas de los autos. La gente en la panadería, en las veredas, yendo y viniendo. De mañana viste la tapa de tu libro nuevo, y una alegría te vino adentro. La vida da muchas vueltas. El otro día viste una de tus chinelas apoyada en la pared, al levantarte por la mañana. Te detuviste un instante a mirarla. Era algo nuevo, diferente.

Otro día, fue el recuerdo de un jarrón. Pero no era un recuerdo, era una imagen. Un jarrón en un rincón marrón, como de tiempo. Y tuviste entonces la sensación de que esa imagen sería el comienzo de tu novela. Una novela que se escribe de a pedazos, que de pronto ya está tan escrita, y tú andando en ella. Hay cosas que quisieras decir, pero no se dejan traer a la hoja. Siempre habrá más por decir que lo dicho. Esto lo sabe cualquier escritor o escritora, pero me gustó leerlo en Bradbury. Saramago alguna vez dijo algo sobre esto, del trabajo que da el escribir, decidir qué vas a decir, cómo lo vas a decir, y decirlo.

Me gusta el mundo de los escritores y escritoras. Es un mundo abierto, son mundos abiertos, siempre por ocurrir, y ocurriendo. Cortázar me ha dado muchas alegrías en este último tiempo, con relatos sobre su vida, contenidos en La vuelta al día en 80 mundos. De cómo no se encontraba en el mundo que podríamos llamar “normal” (no sé cuál es la palabra que él usa), pero se encontraba de lleno en los libros. De cuerpo entero, dice. A veces me siento un poco así, o mucho así, muy encontrado en los mundos literarios, en los cuentos, mansiones, lagos, montañas que ví, que leí.

Nunca hice una diferencia muy marcada entre lo vivido y lo escrito, dice Cortázar en ese mismo libro. Y ¿qué diferencia hay? Si después de tantos años de escribir, pues has estado escribiendo toda tu vida, sos el personaje que creaste, en la historia que creaste. Uno disfruta del hecho de ser el autor de su propia vida. No se cansa, no se aburre, y si se aburre, crea otra historia, cambia de página. Es muy lindo, te lo puedo asegurar.

terça-feira, 13 de março de 2012

El jarrón en el rincón


Podrías empezar desde cualquier lugar. Describir por ejemplo aquél jarrón en el rincón, su forma oval, la sombra que proyectaba sobre las paredes. Aquella capilla por donde pasaste esta mañana, el olor de las flores y de las plantas del bosque. La señora que pasó conversando con su hijita. La traición de un falso amigo. Todo es un mosaico que se compone y forma como que una mandala que se extiende en todas las direcciones. Ella a tu lado en el camino a la universidad. Sus ojos, su mirada, la sensación que sientes cuando oyes su voz. Tantas veces que has oído su voz. Y aquel vislumbre de eternidad ayer a la tarde, en las proximidades del mestrado. A veces uno pierde la noción de perspectiva por mirar sin el contexto, sin la amplia gama de cosas que están atrás de cada cosa y a su lado. Esta mañana pensabas que podrías empezar por cualquier lugar, como dice Cortázar en Después hay que llegar. Pero después hay que llegar, llegar no se sabe bien a qué pero llegar. En ese jarrón que viste hoy en tu habitación, en ese jarrón en un rincón que no estaba ahí, pero estaba, lo viste, no sabes cómo pero estaba y lo viste, al punto de que ahora lo puedes evocar y sabes que allí está el comienzo. Ese jarrón es el comienzo, como aquél otro jarrón de Infancia de Graciliano Ramos. Todo tiene un comienzo, y en ese comienzo está la totalidad del relato. Recuerdas el jarrón en el rincón.

segunda-feira, 12 de março de 2012

Retomando fuerzas

Puedo venir a mi lugar, de hecho vengo a mi lugar ahora, y todo está bien cuando estoy aquí. El día fue pasando, idas, venidas, fuera y dentro. Por las calles, por los caminos internos. Previsión de confrontación necesaria, desgastante. La vida exige acción, no sólo reflexión. Retomas aliento y energía en la oración y en el sabio consejo. Hay días que solamente se van ordenando y ubicando más tarde, de tarde, después que ya has hecho tantas cosas. Ves tu valor a través de la charla con una persona muy querida. Todo se empieza a ordenar, a organizar, a ocupar su lugar, a partir del momento en que empiezas a ver cuánto vales para ti, la persona que eres.

domingo, 11 de março de 2012

Mi lugar es una hoja



Esta mañana tuve la nítida sensación de que mi lugar es en una hoja. Una hoja de libro o de cuaderno, sobre la cual me vi cayendo. Iba llegando a esa página y la sentía con la planta de los pies. Cuando me di cuenta de esto, sentí mucha alegría. Uno se siente bien cuando tiene un lugar. Todas las cosas tienen su lugar, y uno también. Ya no hay angustia o ansiedad, si estás en tu lugar, si sabes cuál es tu lugar y lo ocupas.

Ninho de luz


Há dias em que a pessoa acorda doente da cabeça: sente-se abandonada, embora não o esteja. Mas como lidar com esta sensação, quando o dia chove e a chuva não para de chover, e nesse chove chove choras sem chorar, como quando menino ou menina (sempre há de se aclarar) achavas que ninguém estava por ti. Olhas para dentro, como sempre o fizeste, e vês um mar de gente que te ama. Um mar de fios de luz desde o centro do teu coração para todas as partes do universo, costurando tudo com tudo. Esse é o teu ninho, esse és tu. E se o dia continua a chover como chove, e se continuares a pensar que estás abandonado ou abandonada, nada há de te impedir de dares uma olhada, mais uma vez, como sempre o fizeste, para esse centro de luz que aninha no teu peito. Ali te aninhas, ali está a costura que te une com tudo e com todos.

sábado, 10 de março de 2012

Pájaros cantando

El día comienza, y escucho el canto de algunos pájaros. Uno a la izquierda, como un pío cadenciado y algo triste, a la derecha, de vez en cuando un pío más agudo y alegre. ¿Serán las señales del día, de este sábado de marzo que está comenzando? Ayer me daba cuenta de que no me conozco. Lo que creo saber de mí y de mis sentimientos, muchas veces está por completo alejado de mi realidad, no sólo no la refleja ni muestra, sino la esconde. Hoy de mañana, pensaba que uno muchas veces se identifica con algunos hábitos que se repiten, y que uno identifica con uno mismo. Pero no somos esos hábitos, somos algo que está como que a la espera, más allá de esa repetición. Ahora sólo se escucha, más distante, el pío triste del pájaro. Ayer leía en Graciliano Ramos, en su libro Caetés, la descripción de un pío de pájaro, algo que él también refiere en São Bernardo, un libro suyo que leí hace muchos años, cuando vivía en Rio de Janeiro. Ahora se escuchó otro pío, más alegre, pero el cadenciado y triste se repite, monótono. En este momento escuché un canto alegre y repetitivo, como un sonido abigarrado, viniendo desde el fondo de la casa. Este comienzo de año, hemos estado andando por la ciudad en busca de un departamento para vivir. Hemos visto muchos posibles, y comprado uno aquí cerca, en la Avenida dos Navegantes. Ayer lo fuimos a ver. Será el comienzo de nuestra vida nueva. Allá también hay pájaros. Había unos en un coquero al fondo del edificio. Comían los frutos de la palmera, o andaban entre sus ramas y por un alambre. Acabo de terminar de corregir mi libro Déjalo ser, diario de un despertar. Uno cree haber despertado, pero sigue despertando una y otra vez, continuamente, en cada amanecer. Hay unos recuerdos oscuros, de miedo, que vienen en marzo, de cosas que pasaron hace mucho tiempo. Es una mancha negra diluída en una substancia blanca extensa, como una pared sin límites. A veces esos recuerdos de miedo, negros, vienen con un dolor de panza. El otro día cuando estaba por cruzar una calle, cerca de una tienda de colchones, ví que había una costra que se estaba por separar de una cicatriz. En ese momento, me maravilló lo lejos que parecían estar todos esos recuerdos del tiempo de la dictadura cívico-militar argentina. Recordé cómo, en otros tiempos, el presente estaba robado, expropiado, a ese dolor y a ese miedo, a esa rabia. Ya no es más así. Me alegró mucho, pues la vida que hay ahora, esto que está aquí, es muy lindo. Y el recuerdo de esos tiempos odiosos, que tanto me lastimó durante tantos años, está como por irse. Ojalá se vaya para siempre y no vuelva nunca más. Yo he ido dejando venir esas memorias doloridas, como Dom Fragoso me dijo que hiciera, para que el ángel de la paz me guie. No sé cómo podrán sonarte estas cosas, pero las comparto porque me alegran, me hace bien saber que la vida nueva viene llegando, que es cada vez más esto, esto que está aquí, ahora.

quinta-feira, 8 de março de 2012

Sobre la identidad


Esta noche me puse a pensar, mientras miraba las estrellas en el cielo, sobre cosas que seguramente mucha gente ya ha pensado. Entre otras cosas, pensaba cómo es que una persona se va apartando de sí misma, cómo ella se va olvidando de quien es, va perdiendo el amor por sí, y se va transformando en algo que ella cree que puede llegar a hacerla aceptable a los demás. Estas reflexiones no nacen de la nada, sino de la observación de mi propio proceso personal de recuperación de mi propio ser. Estas cosas no le ocurren a nadie en soledad, sino en red, en relación. Uno no se píerde ni se recupera sólo. Me acordaba de cómo cuando era chico, vivía en un mundo de pocos nombres, eran más bien sentimientos. Recuerdo el cajón de madera que mamá había lijado por dentro, un cajón de manzanas, que fue mi primera cuna. Había flores de cosmos alrededor, y un canal de irrigación, un zanjón, estos son mis primeros recuerdos. De allá a acá, de aquel entonces a este momento, pasaron tantas cosas, estuve en tantos lugares, viví tantas experiencias, que a veces me parece increíble que en la vida de una persona pueda haber tantos recuerdos, tantas experiencias. Pero en todo ese trayecto, hubo gente con la cual me afiné, y otra con la cual desafinamos. Hubo de todo. Y en todo ese camino, hubo momentos de estar más en mí mismo, y momentos en que me fui alejando de mí mismo. Uno puede recuperar la noción de la integridad de su vida, de varias maneras, se me ocurre. Yo la recuperé por varias, también. Una de ellas, el encuentro con mi esposa y compañera, una persona en quien detecté una no-disociación, desde el mismo momento en que la conocí. Ese encuentro fue crucial para la recuperación de mi identidad. Y hubo otro acontecimiento, ocurrido a partir del encuentro con la que se tornó mi esposa, que también me dio un impulso muy fuerte para que pudiera volver a mí con más fuerza y seguridad: el contacto con la Terapia Comunitaria creada por Adalberto Barreto. Hubo también otros contactos muy importantes, amigos, familiares, que me ayudaron y lo siguen haciendo, a que mantenga la noción de mí que va siendo cada vez más coincidente con lo que soy. En este grupo, no puedo dejar de mencionar algunas personas cristianas que me enseñaron otra visión de lo que es el Evangelio, cómo la vida de Jesus puede ser una referencia importante para que uno vuelva a ser lo que es. Diré dos nombres, que no agotan la lista, pero que son suficientemente significativos: Dom Fragoso, y el Padre José Comblin. Hay toda una red social de recuperación de la persona humana construida alrededor de esta forma de vivir el Evangelio, de seguir Jesus. Y esta noche, mientras miraba las estrellas y reflexionaba sobre el vivir, el amor se me presentó como el valor máximo, lo que le da sentido a la vida. Parece que el mundo de hoy va en la dirección contraria: la de la explotación y la violencia, la discriminación y el abandono. Pero ese es sólo uno de los lados de la realidad. Está el otro, que se nutre del impulso contrario: el amor. Pensaba que Dios es ese amor incondicional, y ese amor está en cada criatura humana, es lo que cose todo lo que existe. Somos parte de este tejido, pero sólo volvemos a tener noción de esto, de nuestra radical amorosidad, gracias al amor de alguien. Esto nos va trayendo de vuelta, vamos dejando lo que no somos, las máscaras, y volviendo a nuestro ser verdadero. Este es el camino de vuelta. Hablo en primera persona porque no soy una persona genérica sino individual, como todos somos. Y mi esperanza es que cada vez más crezca, como veo que crece, el movimiento en pro del amor, del cuidar la vida, como contraposición a lo que el dinero puede comprar. Esto es animador.

Placer de vivir

Algunos días cuestan para empezar. Uno sabe que el día tiene su comienzo. Es una tirita como la de esos paquetes de galletas, que agarrás, y tirás y se abre. Pues el día de hoy empezó así. Era una gran pared blanca, y en el medio de ella, la tirita del comienzo del día. Tiro y empieza el día. Era el placer, hacer cosas que me den placer. Muchas cosas me dan placer. Saber que estoy vivo, sentirme respirando, escuchar el canto de los pajaritos, ver la claridad del día entrando por la ventana, el cielo, las nubes. Muchas cosas me dan placer. Algunas me molestan, pero no mucho. Desaparecen en el medio del placer de estar vivo. Tengo amigas y amigos muy queridos y queridas, respectivamente, o simultáneamente, o yo no sé cómo, pero personas que me hace bien pensar en ellas y saber que existen, no importa dónde estén. Y más placer: la sintonía Beatle, la canción Beatle que se engancha en el momento, y todo empieza a brillar cuando algo me empieza a incomodar. Good day, sunshine, escuché dentro de mí cuando me vestía para salir a hacer las cosas. Good day sunshine. Qué lindo empezar el día con una canción tan alegre. Y las flores en el jardín, y el pasto, y la gente yendo a hacer sus cosas. Y el día va yendo, con servicios que son placenteros, pues hace bien hacer cosas que le hacen bien a los demás y a uno también. Algunas cosas ocurren a lo largo del día, vas a algún lugar con una persona muy querida. La vida vuelve sobre sí misma. Ahora es de noche, y has visto las estrellas en el cielo, cosa que a uno le hace bien

segunda-feira, 5 de março de 2012

Mi lugar

Acabo de levantarme, y después de la oración y los ejercicios, y la nube de pensamientos y sentimientos que vienen como que desde el ayer, desde atrás de una pared de vidrio, me pongo a escribir para decir que mi lugar es este, es una línea de cuadraditos blancos que bajan como en columna, y unos también blancos que van hacia os lados, en algunos lugares. El fondo es negro. Es un crucigrama. Las palabras cruzadas. Cuando pienso en mi lugar, este lugar físico que veo y siento, me viene una paz muy grande. Me aquieto. Es como si quedaran del lado de allá, definitivamente afuera, los miedos, las preocupaciones, lo que no es esta paz y esta quietud, este estar en mi lugar. Quisiera vivir siempre aquí, en esta hilera de cuadrados blancos que bajan y se extienden a los lados, sobre un fondo negro, en este crucigrama. A veces pienso qué palabra será la que está en la hilera blanca grande delante mío, y cuales a los costados, cruzándose con ella. Tal vez sepa que es mi nombre, tal vez sea éste un saber silencioso, no explícito o no dicho, ese saber quieto de que somos capaces, cuando estamos donde debemos estar, cuando la sintonía es perfecta, tan tenue, tan frágil y sólida a la vez. Hoy pensaba, en esta hora primera del día, que a lo mejor a uno le cuesta estar en su lugar o encontrar su lugar, porque creyó que era otro que no era éste. Era alguno que nos habían enseñado, desconsiderando lo propio y super valorizando lo ajeno, lo que viene de afuera. Es el proceso de enajenación, de olvido de sí, pero puede ser revertido, la prueba está en que después de tantos años de no estar en mí, voy estando cada vez más en ese único lugar de donde ninguno de nosotros puede faltar: uno mismo, el propio lugar. Miro las palabras cruzadas, la columna blanca bajando, las que la cruzan también blancas, el fondo negro. Me viene una paz, una quietud. Es como si todo fuera esto, estar en mi lugar, ser esa columna de cuadraditos blancos sobre un fondo negro. Recuerdo las risas de ayer, lo visto ayer, lo vivido ayer, como desde detrás de un vidrio. Ahora brilla el sol, la luz ya empieza a brillar en las paredes de las casas de enfrente y los pájaros ya están cantando. Trataré de no salir de mi lugar, ahora que lo he encontrado, ahora que estoy aquí. Pido en mi corazón a mi Dos y a los seres que me acompañan, que este propósito se cumpla, que no salga de mi lugar por nada. Aquí soy invencible, aquí tengo conmigo toda la fuerza del amor y de la paz. Veo mi vida en retrospectiva, desde el comienzo, la montaña, la casa de Leonidas Aguirre y la del carril Sarmiento, toda mi vida llega hasta aquí, hasta este lugar donde estoy ahora, es esto, soy invencible en mi lugar. Tal vez sea eso lo que la oración dice: Una cosa pedí al Señor y la buscaré, que pueda habitar en la casa del señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Su rostro e inquirir en su santuario.

domingo, 4 de março de 2012

Lugar de paz

A veces uno se pone a escribir no porque tenga algo que decir, sino por necesitar estar en un lugar. Un lugar lejos de aquí, resguardado, protegido, a salvo de las idas y venidas, de las peripecias. Como un barco busca el puerto durante la tormenta, buscas ese lugar adonde vas cuando escribes, el lugar al que perteneces. Ni bien empiezas a dejar que las palabras se vayan formando, vas sintiendo una paz muy grande, un aquietamiento. Recuerdas la montaña, su quietud, su tremenda paz. Este mundo te recibe por completo, eres ese lugar, el lugar adonde vas cuando te dejas llevar por las palabras, esa morada de paz en donde te puedes refugiar cada vez que los vaivenes de la vida te haya sacudido. Vuelves a tu puerto, estás en tu lugar.

sábado, 3 de março de 2012

A través de la noche


Otra vez, la noche se asemejaba a algo dentro de lo cual tendrías que moverte, no sabías muy bien cómo. El calor tremendo, la lectura de algunos capítulos de un libro que vienes leyendo desde hace unos días, y que se llama, justamente, Insônia. Insomnio. Qué lindo poder substraerte durante algunas horas, en esa especie de frontera de sueño y vigilia, a esa especie de presión diurna a la acción, a lo efectivo, a los resultados. Poder nomás ponerte a escribir como quien no quiere la cosa, solamente por el placer de ir poniendo letras en la hoja. Admirabas la maestría de Graciliano Ramos en “El testigo”, obviamente en portugués: a testemunha. La noche se asemeja a alguna cosa que irás atravesando, rumbo a una mañana de sol, de luz, de playa, de arena, de nubes, de gente pasando, mujeres, niños. El mar. Puedes hacerte un lugar en el ladrillo de cristal, si te gusta la metáfora de Cortázar. Todos se lo hacen, o tratan de hacérselo. Pensabas en aquella frase de Cortázar en “La vuelta al día en 80 mundos”, acerca de que la literatura disuelve la falsa objetividad creada por el intelectualismo. Narra él, que en los libros se encontraba por entero, no así del lado de acá. Así uno se va encontrando, va haciéndose un lugar. Me parece que vivir es eso. No sólo eso, pero tal vez sí, mucho eso: hacerse un lugar, hacerse lugares cambiantes, diferentes, convergentes, que a veces se alejan o se acercan, convergen divergen. Recordabas la tarde pasada, la visita de la abogada, la evocación del amigo tan querido, que hace años te acompaña. La charla con papá, tan cálida y constructiva. Te vas descubriendo. La ida a la Cidade Verde bajo el calor de la tarde. La frutería por la mañana. La playa, siempre la playa, esta mañana. Ahora es de noche, la noche se va poniendo como que en perspectiva de ir subiendo hacia el día. Y ella, siempre ella, una flor, adornando tu jardín interior.

sexta-feira, 2 de março de 2012

Quietud


Esa noche el sueño no venía. ¿Dónde se habría quedado que no llegaba todavía? Dejabas estas preguntas que tal vez no tuvieran respuesta, pero te admirabas de haberlas hecho, y pensabas, ¿será que no tienen respuesta realmente? ¿Dónde están los sueños que no vienen? ¿Se han quedado en el país al que pertenecen? ¿pero no es que la vida es sueño? Si es así, aquí deberían estar. La noche. El calor. El ventilador. Mosaico. Miras la hoja delante de ti, y como en una ráfaga, pasan tantas hojas leídas, tantas hojas escritas. A veces las hojas de los libros y de los cuadernos forman como un abanico que se mueve a toda velocidad. Lo leído y lo escrito. El libro de la vida. Y tu libro en camino de publicarse. ¿Cuándo llegaría a las manos de los lectores y lectoras en papel? El pasado se hace presente. El estiércol de donde brota la flor del hoy. El amor. La gracia. El don de la vida. Adónde te llevarían estas indagaciones? El libro seguiría corrigiéndose, ya falta poco, piensas. Sí, ya falta poco. It won´t be long. Ella duerme. La televisión. Los días pasados. ¿Dónde está el futuro? ¿Dónde están los días que van a venir? ¿Estarían acurrucados en algún lugar del tiempo y del espacio? Algunos recuerdos muy malos te visitan en marzo. Deben estar visitando la vida de tanta gente en Argentina. Quisieras no tener memoria de eso, pero está allí. Viene, y el sueño que no viene. Oyes el ventilador, el lento ruido giratorio refrescante. Cortázar. Borges. La página va avanzando, renglón a renglón. ¡Cuántos renglones desde tu infancia, desde que comenzaste a leer y escribir! ¡Cuántos escritos en cuadernos y en páginas de libros! El abanico de las hojas otra vez gira como u viento sin fin. Ves todo lo leído y lo escrito, y lo que aún escribirás y leerás. Pasa todo con velocidad. Vienen recuerdos de tiempos muy antiguos de tu vida. Lugares, gente, sentimientos, cosas. Todo va pasando como hacia un punto, y te preguntas qué punto es ese, qué puerta es esa. ¿Pasarás por esa puerta? Adónde lleva? La página se sigue acercando a su fin, y el ventilador, el calor, la noche, el insomnio, las letras que siguen bajando como gotas de agua llenando una botella. Un barco en la orilla. Te sientes así, desde hace varios días. Como un barco en la orilla, y el agua quieta.