sábado, 10 de março de 2012

Pájaros cantando

El día comienza, y escucho el canto de algunos pájaros. Uno a la izquierda, como un pío cadenciado y algo triste, a la derecha, de vez en cuando un pío más agudo y alegre. ¿Serán las señales del día, de este sábado de marzo que está comenzando? Ayer me daba cuenta de que no me conozco. Lo que creo saber de mí y de mis sentimientos, muchas veces está por completo alejado de mi realidad, no sólo no la refleja ni muestra, sino la esconde. Hoy de mañana, pensaba que uno muchas veces se identifica con algunos hábitos que se repiten, y que uno identifica con uno mismo. Pero no somos esos hábitos, somos algo que está como que a la espera, más allá de esa repetición. Ahora sólo se escucha, más distante, el pío triste del pájaro. Ayer leía en Graciliano Ramos, en su libro Caetés, la descripción de un pío de pájaro, algo que él también refiere en São Bernardo, un libro suyo que leí hace muchos años, cuando vivía en Rio de Janeiro. Ahora se escuchó otro pío, más alegre, pero el cadenciado y triste se repite, monótono. En este momento escuché un canto alegre y repetitivo, como un sonido abigarrado, viniendo desde el fondo de la casa. Este comienzo de año, hemos estado andando por la ciudad en busca de un departamento para vivir. Hemos visto muchos posibles, y comprado uno aquí cerca, en la Avenida dos Navegantes. Ayer lo fuimos a ver. Será el comienzo de nuestra vida nueva. Allá también hay pájaros. Había unos en un coquero al fondo del edificio. Comían los frutos de la palmera, o andaban entre sus ramas y por un alambre. Acabo de terminar de corregir mi libro Déjalo ser, diario de un despertar. Uno cree haber despertado, pero sigue despertando una y otra vez, continuamente, en cada amanecer. Hay unos recuerdos oscuros, de miedo, que vienen en marzo, de cosas que pasaron hace mucho tiempo. Es una mancha negra diluída en una substancia blanca extensa, como una pared sin límites. A veces esos recuerdos de miedo, negros, vienen con un dolor de panza. El otro día cuando estaba por cruzar una calle, cerca de una tienda de colchones, ví que había una costra que se estaba por separar de una cicatriz. En ese momento, me maravilló lo lejos que parecían estar todos esos recuerdos del tiempo de la dictadura cívico-militar argentina. Recordé cómo, en otros tiempos, el presente estaba robado, expropiado, a ese dolor y a ese miedo, a esa rabia. Ya no es más así. Me alegró mucho, pues la vida que hay ahora, esto que está aquí, es muy lindo. Y el recuerdo de esos tiempos odiosos, que tanto me lastimó durante tantos años, está como por irse. Ojalá se vaya para siempre y no vuelva nunca más. Yo he ido dejando venir esas memorias doloridas, como Dom Fragoso me dijo que hiciera, para que el ángel de la paz me guie. No sé cómo podrán sonarte estas cosas, pero las comparto porque me alegran, me hace bien saber que la vida nueva viene llegando, que es cada vez más esto, esto que está aquí, ahora.

Nenhum comentário: