sábado, 31 de janeiro de 2015

Unidad

Había vuelto de viaje esa mañana. Mirando hacia adentro, veía tantas imágenes. Las de los rostros de las personas queridas que había encontrado. Las veredas de Mendoza. El parque. Las jornadas con su padre, tan plenas. Las montañas. El río Mendoza. El mar de João Pessoa, que volviera a ver ahora mismo. El sol, allá y acá. Mar, montaña. Una casa. Una familia. Un país.

quarta-feira, 21 de janeiro de 2015

Presencia

A veces no tengo nada en particular para escribir. Me quedo entonces como esperando. Siento todo el mundo de palabras en el que me he ido haciendo a lo largo de ya tantos años. Es como si todo ese mundo hecho por mí y que también está allá afuera, me envolviera. Como si yo fuera ese mundo que ha nacido de mis propias manos, y también de la mirada de personas que se han dedicado a leer y a comentar lo que escribo. Entonces me dejo venir. Me dejo estar. Simplemente me siento aquí. Registro mi presencia, y en mí, la presencia de todas las personas queridas que me constituyen.

quinta-feira, 15 de janeiro de 2015

Contemplación

Estaba viendo una foto de una mujer bellísima que una amiga puso en el Facebook. Miraba esa imagen. Me daba cuenta de que esa belleza toda estaba allí. Ese cuerpo desnudo era como una estatua. Una fijación en el tiempo. Ahora a la tarde, volví a sentir sensaciones antiguas, sensaciones primeras. Ese tiempo primordial es muy interesante. Tengo la impresión de que ese tiempo original, ese tiempo de las sensaciones primeras, está en un lugar de nuestra memoria, y en algún momento irrumpe. Es como lo que sentí con las primeras flores que ví, cuando niño. En algún lugar están esas sensaciones, esos sentimientos, que me remontan a un tiempo tan bueno. Un tiempo muy agradable. No son evocaciones que uno busque intencionalmente, sino que se presentan por sí mismas. De algún modo, creo que un escritor o una escritora, así como muchas otras personas de cualquier otra profesión, estamos siempre volviéndonos hacia ese tiempo primero. Es como si la literatura, el leer y el escribir, la poesía, la convivencia familiar y fraternal, la coexistencia con las personas más próximas con las cuales compartimos sueños y esperanzas, afectos, fueran constantemente remitiéndonos hacia la infancia, pero no de un modo totalmente explícito. A veces es explícito, sí, ¿no sé si me explico? Pero otras veces esto de andar tratando de capturar lo nuevo del instante, esto de andar tratando de agarrar lo que no se repite en cada circunstancia, se me ocurre que de pronto puede estar abriéndonos a la percepción de ese tiempo unificado cuyo recuerdo nos reaviva y nos revive, nos reinstala en la eternidad del ahora. La atención a lo bello, esa especie de éxtasis que siento al ver algo bello, no importa qué sea, me da la impresión de que es un camino corto, al alcance casi en cualquier momento.

terça-feira, 13 de janeiro de 2015

Lecturas incompletas y convergentes

Tengo varios libros empezados. Esto hace que me sienta un poco en deuda conmigo mismo y, por qué no decirlo, también con los autores o autoras de los mismos. Pero lo lindo del caso, y es a ésto a lo que me quiero referir, es que este hecho de tener varios libros empezados, hace que me sienta como en movimiento contínuo hacia distintos horizontes que convergen. Las lecturas incompletas es como que se reúnen más allá, un más allá constituído por un lugar al que toda la literatura y toda la poesía apuntan. Un espacio plural y diverso, de gentes y lugares, países y épocas. Pero sobre todo, un lugar de fantasía, sin banderas nacionales ni fronteras, sin generales ni controles migratorios. Un país imaginario en que soy y mismo, y me encuentro con un Yo mismo gigante e infinito, acogedor. La humanidad en sí. La capacidad humana que tenemos de crear mundos imaginarios más reales que la llamada realidad objetiva. Por eso no tengo apuro en terminar A coragem de resistir, de A. J. Cronin. Ni A arte da ficção, de Henry James. O La calle de las Camelias, de Mercè Rodoreda. O los Cuentos de Poe, o Imagen de John Keats, de Julio Cortázar. Esta incompletud de las lecturas como que me proyecta a horizontes que están constantemente allí, y al mismo tiempo apartándose a medida que me acerco. Como la utopía de Eduardo Galeano o la imagen vital de Herbert Read. Por eso no tengo apuro en terminar ninguna de estas lecturas incompletas y convergentes.

segunda-feira, 12 de janeiro de 2015

Escribiendo



Muchas son las veces que veces que vuelvo sobre mis anotaciones. Lo hago con distintos propósitos, pero siempre encuentro alguna novedad. Ecos de otros tiempos. Reverberaciones de situaciones vividas. Y, más fuertemente, una sensación de enraizamento, de pertenencia, de estar donde debo estar, haciendo lo que debo hacer. Es como si al volver una y otra vez sobre estos recortes que he ido elaborando sobre mí mismo, mis vivencias, gente que conocí, yo mismo me fuera recomponiendo. Voy recuperando una sensación de unidad, de estar presente. No importa lo que haga o esté vivendo, de algún modo está contenido en alguno de mis escritos, sea por presencia o por ausencia, por alusión. Así la vida tiene un sabor redoblado. Es como si estuviera viviendo en un mundo que yo mismo hice. Un mundo familiar. Esto lo he dicho ya muchas veces, y lo seguiré diciendo, pues es una de las razones más poderosas que me mueven a escribir. Algunas personas se ven reflejadas en lo que escribo, y me lo hacen saber. Así este acto que podría ser o parecer solitario, es comunal, comunitario, integrado e integrador. Colectivo y plural. Es como si entre muchas manos, el mundo fuera siendo remodelado cada vez que sufre un golpe, o que aparece una hendidura. También es como si se fuera reponiendo una sensación muy antigua, infantil, de paz, de tranquilidad y alegría serena. Así, a través de este acto aparentemente tan simple, voy recuperando no solamente mi propia sensación de unidad y pertenecimiento, sino que también voy cosiendo de nuevo el hilo de mi vida. Voy reponiendo una sensación de continuidad, de integración e integridad, que a veces puede haberse ido perdiendo un poco.

domingo, 11 de janeiro de 2015

Ahora

A veces el día ya ha comenzado, y uno anda como que a tientas, como llegando o tratando de llegar. Pero ya el ir poniendo algunas palabras en la hoja, te va dando una sensación de ubicación, de estar en tu lugar. Finalmente también tenés un lugar en el día que está aquí. El ayer viene como en olas. Un ayer en el que te reconoces. Las lecturas de ayer a la tarde. Los escritos de ayer, que son como un nido inmenso que te acoge. El calor de la tarde y del día. La caminata por el parque. El ayer hasta ahora es casi más que este ahora. Es como si el piso de este instante, fueran todas esas hebras de oro, esos hilos de sol, hilos de luz, que has ido recogiendo y construyendo a lo largo del tiempo. Las infinitas dudas que preceden a cada decisión. ¿Voy o no voy? ¿Lo hago o no lo hago? ¿Digo o no digo? ¿Publico o no publico? ¡Y las vivencias en Terapia Comunitaria Integrativa del año que pasó y de todos los años en los que te has venido recogiéndote de a poco y de a mucho en medio de toda esa gente que se viene trayendo de vuelta! Los encuentros en familia, en Joáo Pessoa y Brasilia. En Mendoza y en la memoria. Los libros leídos, las horas todas que pasaron están aquí, son el piso que pisas esta mañana de enero.

sábado, 10 de janeiro de 2015

Oriéntese por los colores


Hay veces que uno dirige su mirada hacia adentro. Hoy, por ejemplo, me está ocurriendo de estar viendo, desde temprano, hortensias. Hortensias azules y blancas, celestes y rosadas, que vi en Gramado, Rio Grande do Sul, Brasil. Cuando veo esos colores, siento una sensación de una paz profunda. Una quietud muy intensa y envolvente. Es como si el tiempo hubiera parado. Las flores tienen esa propiedad: ellas detienen el tempo. Mientras uno mira flores, si uno mira las flores, el tiempo se detiene.

segunda-feira, 5 de janeiro de 2015

Las puertas interiores

Uno tiene puertas por dentro, del mismo modo que una casa las puede llegar a tener. Hay días en que podemos darnos cuenta de que hay ciertos movimientos a través de nuestras puertas internas. Algo se mueve de un lugar para otro. Recuerdos que vuelven. Sentimientos que cambian de lugar. De pronto nuestra fragilidad puede aflorar. Nos damos cuenta de que somos simplemente humanos. Así como la luna en menguante nos trae para una sensación o situación de mayor recogimiento, en ciertos momentos, podemos estar en un lugar interno tan escondido o guardado, que todo parece muy lejos. Inclusive las estrategias habituales de encontrar fuerzas aquí o allí, parecen haber quedado un poco fuera de alcance. No del todo lejos o inalcanzables, pero más difíciles de ser utilizadas en la tarea de reponer nuestras fuerzas. Ahora por ejemplo, en este exacto momento, vislumbro algunas de esas fuentes de recursos interiores. La Terapia Comunitaria Integrativa. Algo me dice que vaya para allá, que dé un pasito en esa dirección. Mi familia. Los colores. La oración. Todo parece como detrás de una pared de cristal. Y una cita de Edgar Allan Poe o de Julio Cortázar que no conseguí todavía encontrar, viene a mi memoria: es sobre los sueños. No sé en qué libro estará, ni si ese libro está aquí en Mendoza o en João Pessoa. No me esfuerzo demasiado por cambiar de estado de ánimo. Tomo alguna iniciativa, pero me parece que es un momento en el que puede ser mejor dejar todo como está.

sábado, 3 de janeiro de 2015

Despertando

Había empezado el día, aparentemente de manera parecida a muchos otros días. ¿O sería que mi atención todavía no estaba demasiado aguzada? El sueño de anoche. El frescor de la mañana. El canto de los pájaros. Mirar por la ventana a ver cómo estaba el tiempo. Unos matecitos. El diario. El horóscopo. La cartelera cinematográfica con algunas opciones posibles. Más recuerdos del ayer y de antes de antes de ayer. Los ayeres son como los pisos sucesivos de una pirámide sobre la cual el ahora está instalado. El cariño de amigas y amigos. El cariño de mis hijos e hijas. Las imágenes de estos últimos encuentros, que pueblan mi interior. La película de anoche. Papá despertando. Sobre el ahora converge “abrumador y vasto el vago ayer” (Jorge Luis Borges, El despertar). Tantos recuerdos. Tantos pero tantos. ¡Tantas otras mañanas, en esta misma casa y en otras tantas casas a lo largo de ya tantos años! El tercer día del año está empezando. Y no deja de haber una cierta sorpresa. Aquella misma de tantas otras veces. La sorpresa de estar vivo. Respirando. Escuchando. Sintiendo el aire entrar y salir. Entra y sale el aire. Pulsando. La vida va y viene. Va y viene la vida. El aire. La vida. Sigue llegando el ayer a raudales. Como si este instante estuviera en realidad cercado o impulsado por una infinidad de momentos pasados. Los sueños. Las posibilidades. Las propensiones. Las proyecciones. Los deseos. Todo lo que es el vivir, el estar vivo.