quarta-feira, 27 de abril de 2016

Palabras

Creo que nunca en mi vida había visto tanto menosprecio por la palabra. Tanta incitación al odio, a la venganza, a la intolerancia, al racismo, al sexismo, a la agresión a quien piensa diferente. Tanto desprecio por los pobres, por los débiles, por quienes trabajan.

Me despierta un sentimiento de profunda repulsión, ver que la sociedad brasileña se está fragmentando mucho más allá de lo que jamás pensé que pudiera llegar a ver. Los grupos dominantes no pierden oportunidad para denigrar a los adversarios, tergiversando, invirtiendo la realidad, queriendo hacer pasar para el público y para la ciudadanía, sus opiniones como si fueran hechos.

Desprecian a la presidenta de la república, Dilma Rousseff, que es honesta, y que no ha cometido ningún delito que justifique el proceso de impedimento que están moviendo en su contra, violando la constitución, con el silencio cómplice de un poder judicial claramente comprometido con el golpe.

Un poder judicial que no fue capaz de castigar la violación de la intimidad de la comunicación telefónica entre la presidenta de la república y el ex-presidente Lula, exponiendo ambos al público, con intención de presentarlos como delincuentes. Violación ésta que fue practicada por un juez. Un juez obviamente actuando a mando de los golpistas.

Y la policía federal conduciendo Lula a la fuerza a declarar, para que repitiera lo que ya le habían preguntado varias veces, sin el menor respeto, como si fuera un delincuente de la peor especie. Un legislativo comandado por un ladrón. El mundo al revés. Y una parte de la población, insuflada por el golpismo, atendiendo a los comandos de éstos, agrediendo en las calles a los petistas o a quien parezca serlo.

Fascismo, no hay outra palabra para calificar lo que se viene. Lo que ya se está practicando. En este contexto, la palabra ya no es nada más que un instrumento de agresión. Ya no te escucho, sino que apenas te oigo, a ver de qué lado estás. A ver si puedo confiar en vos o no. Todo esto, para llevar al poder a políticos de la peor calaña, perdedores de las últimas elecciones, y a la escoria de la oposición al gobierno actual.

Diputados y senadores sin la menor noción del deber cívico, que uno se pregunta cómo es que llegaron al poder. Cómo es que llegaron a cargos públicos. El sistema está hecho para que llegue gente de este tipo, sin valores ni principios, movida por la conveniencia, el afán de enriquecimiento, el odio, el resentimiento.

El sistema político es un reflejo de la sociedad. Refleja la correlación de fuerzas de los grupos de poder. Evidentemente, sin una reforma del sistema político, que elimine el financiamiento privado de las campañas electorales, esto va a continuar. Pero no es aquí donde me quiero detener. En cualquier ámbito, el académico, el familiar, en las relaciones cotidianas, la palabra también es usada frecuentemente para dominar y oprimir, para menospreciar, para marginalizar y excluír.

Ocurre que en la actual situación brasileña, se ha exacerbado el uso destructivo de la palabra. La tergiversación, la insinuación, la deformación de los hechos. Esto tiene consecuencias en la vida diaria de las personas. Se profundizan la desconfianza y el miedo. Una sociedad que mina sus propias bases, no puede tener un futuro promisor.

Como contrapartida a este uso perverso de la palabra, pongo en primer lugar, la palabra poética. La que nace de la escucha atenta y amigable. Aquella palabra que da nacimiento a la vida, al nacer del día, a una jornada que vamos construyendo, laboriosamente, a través de diálogos internos y también externos, haciendo el mundo en el que vivimos.

Tengo que hacer un ejercicio conciente, para tratar de encontrar momentos de respiro en la situación que aquí describo. La invitación a la confrontación, a la reacción, al enfrentamiento, la cerrazón al diálogo, la sospecha y el odio a lo diferente, están puestos. Esto no es fácil, ya que la presión externa es constante, y acaba invadiendo nuestra intimidad.

Queda el espacio de la amistad, que es más que nunca imperioso cultivar y mantener, como una necesidad vital. Allí, es la palabra que acoge, que conforta, es la risa, es el sueño de futuros que veremos más allá del momento oscuro que nos toca vivir. Tenemos que comprender que es una guerra, y que esta guerra está apenas comenzando.

También encuentro momentos de recuperar la esperanza y la alegría, en las acciones comunitarias, los momentos de encuentro con los movimientos sociales, las personas que insisten en la fraternidad, la utopía, la acción constructiva en pro del medio ambiente, la salud, la sociedad, la política. Para terminar estas reflexiones: la oración.


¡Qué refugio se encuentra allí, más allá de las sacudidas de quienes viven del caos y el desorden! Es notable cómo cuando todo es más frágil, lo eterno se hace más presente. Escribo estas cosas con la esperanza de encontrar, a través del diálogo constructivo, más fuerza para proseguir. Puedo ver en todos estos movimientos, el eterno conflicto entre los ideales de compartir, amparar, construir, y sus contrarios, hoy aparentemente más evidentes.

quarta-feira, 20 de abril de 2016

Reflexos

Venho compondo dois livros. Um, a versão em espanhol de Libertatura, livro que publiquei em 2014. Outro, um manuscrito inédito, que recolhe retalhos de experiências, vivências, anotações, reflexões, ao redor da existência como um jogo de reflexos. Esta lenta tarefa não tem pressa, por vezes vem a ocorrer em um ritmo tão demorado, que parece detida. Mas há uma continuidade apenas perceptível que, no entanto, nem sempre se traduz em uma positividade ativa na construção propriamente dita. Refiro-me a algo que tenho notado também com relação aos meus quadros, aos meus jogos com as cores. Cores e letras. Jogo com escritos e pinturas, desenhos. Escritos e quadros, desenhos, são mundos detidos, imagens ou reflexos de uma realidade muito tênue que nos contém. Não necessariamente estes jogos se realizam com plenitude em livros ou quadros acabados, terminados. Este ano de 2016 parece estar sendo um tempo de maior existência em mundos externos que finalmente acabam tendo seu desdobramento em cores e letras. É um jogo. Jogo de jogar, e as letras e cores, as imagens e anotações jogam comigo.  

quarta-feira, 13 de abril de 2016

Todos los tiempos a un tiempo

Todos mis mundos aquí. Ya es de noche. Llovió. La reunión con las amigas y amigos del grupo cristiano. Reír. Dejar salir las angustias, la incerteza. Esperanzas en medio de la tormenta. Trataré de reunir lo que fue este día, ahora. El comienzo. Llegar de a poco, como a tientas. Dejarse llegar al lado de acá del sueño. ¿O es este “el sueño que sueña no soñar,” como dice Jorge Luis Borges? La grieta, la rajadura, la hendidura. Julio Cortázar. Jesús Cristo. Lo que aprendemos con los dolores. La luz que sólo se ve cuando la oscuridad es más intensa. Todos los que amo están aquí. El amor reúne lo disperso. Lo mínimo, lo casi imperceptible, es el todo. Estoy en el cuarto de pintura, proyectando la nueva casa. Mi madre presente. Literatura, poesía, colores, amor. Lo que reúne. Lo que me expande y me reencuentra con mis raíces. Me replanto.  

quarta-feira, 6 de abril de 2016

"Porfiad de entrar por la puerta estrecha"

“Puede haber una luz, una hendidura. El camino es fatal como la flecha, pero en las grietas está Dios, que acecha.” (Jorge Luis Borges, Para una versión del I Ching

La imagen de una grieta, una rajadura, tiene vastas connotaciones. Una planta puede crecer en el espacio mínimo de una grieta. Una persona puede crecer y fortalecerse justamente a partir de las dificultades que enfrentó en la vida. Jesús Cristo nos exhorta a que porfiemos de entrar por la puerta estrecha (Lucas 13:24). La metáfora del Reino de Dios alude también a lo mínimo. La semilla de mostaza, la levadura. Encontramos referencias a grietas en escritos de escritores célebres, como Edgar Allan Poe, Julio Cortázar, Graciliano Ramos. ¿Por qué recordar ahora esta imagen de un espacio mínimo, muchas veces resultado de golpes recibidos? La situación política actual en Brasil evoca esta imagen con mucha fuerza. No sabemos qué dirección podrá tener el proceso de golpe en curso, movido por los sectores más reaccionarios de la derecha política, mediática y social. Puede haber una tendencia al desánimo, a la desesperanza. Prestar atención a lo mínimo, a ese lugar minúsculo donde reside la vida, los vínculos de amistad y solidaridad, puede hacer que se realimente la esperanza necesaria para proseguir.

sábado, 2 de abril de 2016

¿Por qué luchar?

En las manifestaciones del día 31 de marzo pasado, había mucha alegría. Yo no sé si venceremos. No sé si conseguiremos bloquear el intento de destitución ilegítima de la presidenta Dilma Rousseff, orquestado por un legislativo corrupto, una prensa venal al servicio de la manipulación y la explotación, y un poder judicial realmente acobardado, o, peor, envalentonado. Todavía no sé bien. Se agrega a esto, una masa desinformada, que piensa lo que le ordenan pensar. Fascismo, racismo, discriminación contra los pobres y los indios. Machismo. La escoria de la sociedad levantada contra la inclusión social, contra la distribución de renta, contra la universalización de la cultura, la educación y la ciudadanía. El Brasil de la esclavitud levantado contra la población que empezó a respirar, empezó a ser gente, a tener lugar de gente, en los gobieros nacionales del PT. Yo no sé si vamos a vencer o no, si será la reacción y la oligarquía, la plutocracia, la mediocracia, que irán a ganar el juego. La pulseada está dura. Lo que sí sé, sin la menor sombra de duda, es que no se puede uno quedar quieto frente a esta situación. O nos sumamos a quienes, desde abajo, desde la base de la sociedad, siguen reclamando para que se respeten la Constitución y las leyes, los derechos sociales y la continuidad democrática, o entonces sí, habremos perdido, por omisión, por complicidad, por apatía. Habremos perdido un lugar frente a nosotros mismos, a nuestra propia conciencia. En la vida, no siempre jugamos a ganador. Yo sé que en los años 1966-1973, no siempre fuimos a las calles con la expectativa de ganar, en Argentina. Eran las dictaduras que mataban estudiantes y obreros. Torturaban y hacían desaparecer personas. No sé si teníamos la expectativa de ganar. Lo que sí sé, es lo mismo que sé ahora, tantos años después, ya en Brasil. No me puedo quedar en casa, de brazos cruzados, mientras el golpe avanza. Esto sí que no puede ser. Por eso me alegra que la gente salga a la calle, defendiendo un proyecto popular de país. Esto me sana. La decencia sana. Lo que es noble, ennoblece. Estimula saberse parte de un pueblo en movimiento. La esperanza sana. Salimos de un cierto conformismo individualista, y nos sabemos más grandes. Respiramos mejor. La alegría sana. Esta alegría sana.