sábado, 26 de setembro de 2015

Momentos

Aquilo que não registramos, é como se não acontecesse. Se desvanece, ou pode desaparecer nos corredores da memória. Cada palavra é uma evocação. Tudo que acontece, muitas vezes é como se fosse uma evocação. Isto me aconteceu hoje ao meio dia, ao almoçar no Seixas com parte da família paraibana. Também me ocorreu dias atrás, ao relembrar a amizade com um dos meus mais velhos amigos. Foi como se pudesse ver esta amizade, na costura de momentos e sentimentos, atos e encontros, ocorridos ao longo dos já muitos anos. Agora lembro de umas palavras de Anais Nin, quando lhe perguntaram por que escrevia: “Escrevo para desfrutar da vida em dobro.” Escrevo para desfrutar a vida em dobro. Escrevo para guardar estes momentos, este momento de hoje ao meio dia. As conversas com as pessoas em volta da mesa. Tantos sentires. Risadas, lembranças, projetos de reencontros logo mais e mais à frente. Família é isto. Os coqueiros e o vento. O mar lá longe. O céu aberto. Crianças por perto. Brinquedos na mureta ao lado. Músicas da minha juventude. Tanta vida. Não posso menos que me emocionar e agradecer. Isto está se tornando uma repetição. É isso mesmo. Agradeço, de coração, o tempo vivido até agora. Sei que há brechas, vulnerabilidades. Mas não procuro a perfeição. Apenas existir sem me machucar e sem machucar aos demais. Agora poria algumas palavras finais, mas não há palavras, nem há final. Afinal, o que é a vida, a nossa vida, senão uma continuidade inextinguível?

Foto: Um pé de ficus, no pátio do CEFOR de João Pessoa, Paraíba, Brasil.

sexta-feira, 25 de setembro de 2015

Creciendo

Esta mañana, una vez más, me fue dado vivenciar y vislumbrar las grietas que tengo. Las fisuras. Vulnerabilidades. El agua interna que muchas veces aflora. Ahora cada vez más. Sé que esto exige un trabajo contínuo de cuidado y atención. Son las rajaduras que han quedado por los golpes de la vida. Los golpes dejan grietas. Y el cuidado de estas rajaduras o fisuras, obliga a un cuidado constante. Un amor tierno por uno mismo. Un estar alerta para ver que de ahí, de ese mismo lugar o lugares (pues son varios), vienen la fuerza, la alegría, la lucidez, y la determinación que por momentos me visitan.

quarta-feira, 9 de setembro de 2015

Donde estoy bien

Hay unos momentos en que uno necesita venir a la hoja. Un lugar donde te puedas sentir bien. El lugar al que perteneces. Lejos de presiones por desempeño, o exigencias de cualquier tipo. Solamente estar aquí para sentirme bien. Esta tarde en un cierto momento me sentí agobiado por preocupaciones tontas. Entonces me vine a la página. No tenía un cuaderno a mano, pero ví la hoja. En ella estaba escrito: está todo bien. Me quedé mirando las palabras. Está todo bien. Estaba escrito a mano. Está todo bien. Me tranquilicé. Después vine al cuaderno y escribí otras cosas. Dejé venir lo que iba llegando. Esto me tranqulizó también. Me dí cuenta de que cuando estoy mal, por lo que sea, puedo venir a la página que todo estará siempre bien. Aquí no hay conflictos. No hay disputas. No hay muerte ni violencia ni amenazas de muerte ni de ningún otro tipo. No hay nada malo. Sólo unidad y paz. Puedo venir a la hoja siempre que lo necesite. 

quarta-feira, 2 de setembro de 2015

Compañías

Un atril puede ser una buena compañía, una tarde en que el calor y los ruidos del edificio en construcción. De hecho, un atril es siempre una buena compañía. Una posibilidad de substraerse --por un momento que se hace sin tiempo—de las molestias de cualquier tipo. El bastidor recibe los colores, y, más que eso, lo recibe a uno con una especie de bienvenida silenciosa. Mientras desparramo los colores sobre el blanco que se va tiñendo de fúcsia, algo muy sutil se va recomponiendo. Es como si el tiempo se hubiera detenido, y uno fuera otra vez un niño. En ese juego de intentar alcanzar la textura y el color deseados, uno es otra vez alguien sin edad. Ahora ya es de noche, y ya fui a dar un paseo por la beira-mar. También disfruté de algunas páginas de uno de esos bellísimos libros de Gabriel García Márquez, El otoño del patriarca. Libros, colores, paseos, juegos. ¡Qué bueno es disfrutar de la vida! Anoche pasé algún tempo visitando como quien espía, varios de los libros de mi biblioteca. Edgar Allan Poe. Martha Medeiros. Marcel Proust. Graciliano Ramos. Jorge Luis Borges. Julio Cortázar. Henry James. Jane Austen. Cecília Meireles. A veces hago estas pequeñas excursiones, disfrutando de lo bello que puede ser este rápido paseo por diversos libros. Libros, colores, paseos, juegos, amigos, amigas. Familia. ¡Cuántas fuentes de cariño que hay en la vida!

terça-feira, 1 de setembro de 2015

Unidad

Esta mañana, fui a caminar por el veredón de la beira-mar. Los árboles de castañolas con sus hojas en el piso. Rojas y verdes. Anaranjadas. El olor a tierra y plantas mojadas viniendo desde el lado del mar. Un aire fresco. Una sensación virginal. Más tarde, la contínua tarea de recopilar escritos. El libro infinito. De tarde, algunas tareas en el centro. Arreglos en la casa. Trámites. Ahora, ya es de noche, y sigo buscando lo que busqué durante muchos momentos de esta tarde. De este día. En oración, comunión con Dios. Unidad en aquello que sostiene mi vida, la vida. Todo lo que existe. Entonces muchas inquietudes se desvanecen. Puede ser esto. Puedo ser yo. Puede ser ésto que está aquí. Tanto puede ser, puedo ser, que es lo que está aqui, y soy así como soy. Esta es la palabra: Soy. Yos.