Esta mañana, una vez más, me fue dado vivenciar y
vislumbrar las grietas que tengo. Las fisuras. Vulnerabilidades. El agua
interna que muchas veces aflora. Ahora cada vez más. Sé que esto exige un trabajo contínuo de cuidado y atención. Son
las rajaduras que han quedado por los golpes de la vida. Los golpes dejan
grietas. Y el cuidado de estas rajaduras o fisuras, obliga a un cuidado
constante. Un amor tierno por uno mismo. Un estar alerta para ver que de ahí,
de ese mismo lugar o lugares (pues son varios), vienen la fuerza, la alegría,
la lucidez, y la determinación que por momentos me visitan.
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