segunda-feira, 29 de outubro de 2012

Literariamente

A veces me gustaría escribir algo, pero no sé qué. Escribir me despega de esto, de este lado de la realidad, que a veces es tan poco acogedor. Cuando escribo me voy yendo al outro lado de la hoja, atravieso muy tranquilamente el campo de lo que se tiene comunmente como el mundo real, y me voy a un mundo no menos real, talvez más real, porque más amplio, sin fronteras, sin ideologismos separatistas. Ahora a la tarde, estaba en la sala viendo una película en la televisión, con Meg Ryan en el papel de manager de un boxeador negro. De pronto me sentí tan despreocupado, sin la presión enfermante de las obligaciones, sin presión de los tenés que. Tenés que comer esto que te va a hacer bien. Tenés que caminar para estar sano. Tenés que sociabilizarte. Tenés que trabajar. Tenés que orar. No tengo que nada. Puedo orar si quiero, o caminhar si quiero, o si tengo que comprar el pan o hacer alguna diligencia por ahí. Pero la vida no es una obligación. Es más bien gratuidad, me parece. Por lo menos, me hace bien pensar que puede llegar a ser más bien gratuidad. Y allí es que viene lo de escribir. Escribir o leer con esa actitud del niño que se tira al río para ver adónde el agua lo va a llevar. Estoy leyendo El amor en los tempos del cólera, de Gabriel García Márquez. Y sólo el saber que esas páginas donde he encontrado unas pinturas sobre la vejez, el professor Juvenal Urbino y Fermina Daza, Florentino Ariza y Leonia Cassiani, ya me alegro. Me alegran tantas cosas. De pronto sentir que la programación culpabilizadora, el dictador interno, están como que de partida. Hay horas en que ese mundo literario, esa esfera de la realidad a la que me he ido yendo hace ya tanto tempo, está como que cada vez más acogiéndome, cada vez más diciéndome: sí, vení, aqui hay un lugar para vos, este es tu lugar.

sábado, 27 de outubro de 2012

Comunicando

A veces uno no tiene algo determinado para escribir. Pero es como si las palabras o la hoja fueran llamando, como si lo estuvieran llamando a uno para que venga, para que se ponga aquí, para que diga alguna cosa. Decir algo es una manera de comunicarse, de entrar en contacto. Y talvez no haya algo tan humano, entre las tantas cosas humanas que nos caracterizan a los humanos, como el querer entrar en contacto, el contactarnos los unos a los otros, y los otros a los unos. Y si aún uno no teniendo nada que decir, acaba por decir algo, aunque este algo no sea nada determinado, nada específico, algo acaba diciendo. Dice algo aún no teniendo nada que decir. Y esto es admirable. Y de pronto habría muchas cosas que decir. Cuantas cosas que se podrían decir de un dia. Cómo fue levantarte, descubrirte vivo outra vez, o aún vivo. Ir a caminar por la playa y ver el mar, la gente, la arena, las olas, el cielo, sentir el sol en la piel. Andar por las calles de la ciudad y ver los otros autos, los camiones, las bicicletas, los ómnibus, la gente caminando. Ver las plantas, las flores, las nubes. Sentir que aún en medio de todas las incertezas e interrogantes de la vida, o talvez por eso mismo, por toda esa incerteza e imprevisibilidad, el juego es cada vez más fascinante. Sentir que la tarde se va yendo, el cielo se va poniendo oscuro. Talvez llueva más tarde. Vendrá la noche. La noche y las luces de las casas, las luces de los edificios vecinos. Un dia se va, otro vendrá, y la vida sigue. Sigue siempre la vida. Y uno no deja de admirarse, es siempre admirable, esto de estar vivo.

quarta-feira, 24 de outubro de 2012

GITA LAZARTE

Nació a las ocho de la mañana en Moldes, provincia de Córdoba, Argentina, el 26 de octubre de 1921. Hija de Feliciano Muñoz y Masa y Oliva Soler y Margarit, españoles llegados al país por mar. Oliva era de origen campestre, nacida y criada en Olesa de Montserrat, Cataluña. Tuvo dos hermanos, Ramón Pascual y Agustina. Vivió en Rosario después de la salida de la familia del pueblito en que moraban, y empezó a estudiar en la capital santafesina, cursando allí los grados secundario y terciario. Conocería en esas salas de aula Alma Lazarte, hija del conocido médico rosarino Juan Lazarte, quien la recibiría en la mítica casa de San Genaro. Allí conoció a Omar, por ese entonces aún embalado en el sueño campestre al que retornaría innúmeras veces, en su migración a Mendoza y en sus andanzas por Alta Gracia y Colonia Segovia, llegando a los alrededores de Mendoza (Gobernador Benegas, Godoy Cruz) en el año 1949. Entre cosmos y pinos nacieron tres críos, que las abuelas vinieron a visitar enseguida: Leonardo, Arturo y el Benjamín. Solcito, colorcito y grillito, bautizados así por René Barbuy, educador popular y creativo de la pionera educación por el arte. Fueron creciendo los niños, migrando hacia el colegio Santa de donde egresaron en 1965. De San Ignacio con sus ruinas bucólicas y el clima de hermandad construído, los egresados disemínanse por sus lugares de origen. Gita los dejara con pena en el corazón, como moisés al lado del río, confiando en que la Madre Santa los protegería en el huerto sagrado de su propio corazón. Mística contemplativa, dejó sus recuerdos vivos en quien la conoció y con ella convivió, bien como en un folleto editado en Mendoza, llamado Caminando hacia el ser. Dom Fragoso, de quien tendría noticias, dijera ser contemplativa la naturaleza del Menoro. Vida Retirada (Fray Luis de León), Que el sabio nunca está fuera de su patria (Anónimo), Diario de un alma, Relatos de un peregrino, Sor Juana Inés de la Cruz, San Juan de la Cruz, Santa Teresita de Lisieux, obras espirituales en ella eran vida. Poesía. Trabajo manual incesante, a todos daba el mismo trato, cual aquél de quien se dijera ser el hijo de Dios, enseñara. No se llenaba la boca con palabras vanas. Simone Weil, entre otras místicas cristianas, le llama la atención. Krishnamurti. Dios es la necesidad, repetía. Es el color. Identidad del alma con lo Divino. Yo soy el que soy, dice Dios a Moisés en el Monte Sinaí. Yo soy el que es, dice Cristo cuando le preguntan quién es. Gita Lazarte es lo que es. Lo que fue. Lo que un alma que se une a Dios en la tierra es. En cuanto a sus trabajos materiales, siendo de profesión arquitecta, Gita trabajó en los planes de vivienda del Banco Hipotecario Nacional (Eva Perón, rebautizado 25 de mayo por el régimen ilegal), enseñó en la Escuela Técnica Pouget, de la provincia de Mendoza, creó el ti-co-ti un juego especialmente para niños. No soportaba que sus hijos jugaran con lo que la industria y el comercio quisieran poner en sus manos. De modo que, de chiquitos, sus tres joyas, como los llamaba en su madurez, en la casa de Leonidas Aguirre jugaban a hacer lo que les venía en gana, mientras papá médico venía del Hospital Central donde trabajaba, a tirar por el aire las propagandas médicas: era la rebatiña. El patio se llenaba de gritos y el Doctor, ya sin guardapolvo, y con el pelo cortado a la Kennedy, llevaba los purretes a cococho y a peteco. Otras veces los llevaba a la colonia, un lugar donde se trabajaba en comunidad, plantando, matando hormigas, cuidando de los perros como el Pinky. Más tarde doña Isolina se hizo cargo del lugar, que fue cedido a la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Mendoza y se llamó Escuelita Merceditas de San Martín. En esa época vino María a trabajar en casa, substituyendo Tica, que nos servía el café hirviendo y le dibujábamos a lápiz figuras en la pared, ahorcada. Venían a casa representantes médicos que traían propagandas como valijitas coloridas, una espada verde propaganda de Español, pececitos de colores. Venía Mamina en tren desde Rosario con caramelos de leche, y Chogo. Gita (Herminia Genoveva Muñoz) murió en Mendoza el 19 de octubre de 2007. Escribió Crecer y Crecer por dentro. La biografía de un escritor o escritora, alguien dijo, son sus escritos. En la lápida de su tumba está escrito: La felicidad es obedecer la ley que está escrita en el cielo y en el corazón del hombre.

Poesia e literatura

Deixara-se ir pela ladeira da memória. A cidade perdida de Marte, de Bradbury. A cidade e as estrelas, de Arthur Clarke. Nas montanhas da loucura, de Lovecraft. Esse mundo sem fronteiras e sem ideologias, essa terra que se estendia em todas as direções, acolhendo-o, acolhendo o mundo, a vida, tudo que existe. O mundo da literatura, dos contos, dos romances. Outro, é o mundo da poesia. Um mundo também sem proprietários. Um poeta prossegue as rimas dos outros, a construção é anônima e sem outro alvo que ela mesma, esse algo que não pode ser alcançado de outra forma. Borges o disse na Arte poética. A alusão. É um mundo de alusões. O poeta busca o que está ali, dentro dele e ao seu redor, e o traz para o lado de cá, o lado do efêmero, e nesse efêmero enxerta a eternidade.

Gratuidad del arte

Hace un ratito fui a comprar un bloc de dibujo a la casa de artículos de arte de la esquina. Como estaba cerrada, seguí viaje hasta una papelería que hay más allá, cerca del mercado de artesanías. Quería referirme ahora a los juegos de la mente y la memoria que, si no me falla la memoria, es también parte de la mente. Lamente o no el lector o la lectora todos estos devaneos, la cosa es que lo que me llamó la atención, es algo que conversaba al desayuno hoy a la mañana, con mi mujer. Algo aparentemente trivial, pero que es de la máxima importancia. Cómo uno, por la presión social, acaba perdiéndose de sí mismo. Mientras andaba en busca del bloc de dibujo, me venían sensaciones de cuando era chico y dibujaba en el parque, o en casa. Las sensaciones estaban intactas. No andaba, en aquella época, detrás de perfeccionismos técnicos, provocar no sé qué impresiones en la gente. Siempre había alguna expectativa sobre los demás, pero el eje estaba en mi encuentro con los colores, en mi estar en la hoja, con la hoja. Con los colores y en la hoja. La distorsión está ahí, que nos vamos expropiando de nosotros mismos, por algo externo internalizado. Vos que sos pintor, vos que sos artista, escuchamos. Supuestamente es un reconocimiento, pero en realidad nos empezamos a dejar robar lo que era gratuito, esos instantes de una felicidad que ni se sabe tal, de tan despreocupada. Tan solo el estar con los colores, como en el patio de la casa, o en la escuelita. Sintiendo los lápices con la mano, viendo el azul, el rojo, el amarillo, el verde. Los colores son lugares, son emociones. Uno puede estar allí, simplemente estar. No hay necesidad de crear una obra de arte, de hacer algo espectacular. Basta estar allí. Que el gozo no se pierda por la obligación.

segunda-feira, 22 de outubro de 2012

Ser uno mismo

Poder ponerse en una hoja, ser una hoja, vivir allí, allí encontrar el propio ser. Sería posible ésto? Claro que lo es. Puede alguien encontrarse en una tela de lienzo, para ponerse en la pintura que crea, en el cuadro que va pintando? Claro que puede. Y si puede ponerse uno en una hoja o en una tela, si uno puede estar completamente, ser el que es en verdad, ser totalmente en estos espacios, también puede ser totalmente, autenticamente, en la tela del mundo, en la hoja del mundo.

terça-feira, 16 de outubro de 2012

Utopias

Agora há pouco pensava como é importante a gente seguir uma utopia, plantar utopias, perseguir algo que constantemente se nos escapa. É como se a vida humana dependesse em muito disto. De ter sonhos, muitos sonhos, quimeras, quanto mais inalcançáveis melhor, ou não. Pode haver algumas pequenininhas, do dia a dia, outras que vão para mais longe, e outras que, somadas a muitas esperanças de muita gente de todas as partes do mundo, constroem como que um sonho gigantesco. Um sonho humano de fraternidade, de amor e de justiça. De repente a vida nos presenteia, com as suas mãos cheias, num dia como este, com a saudade muito forte de uma pessoa muito querida que partiu. Essa lembrança, esse afeto, uma miríade de pequenas recordações, compõem como que a presença total dessa pessoa tão significativa na nossa vida. E de repente te encontras como que outra vez na presença dela, desse ser tão amado que acompanhou teus passos desde antes mesmo da tua nascença. Lembras de um pôster com um poema de Gabriela Mistral, a valorizar justamente as pequenas coisas. E o dia foi passando e a noite já está aqui, e nesta hora pões no papel o que andaste a viver nesta jornada. Jornada interna e externa. Pintar de branco uma velha tela para pintar a óleo. Uma conversa ao telefone. Um café da manhã. Um ir pelas ruas da cidade, a caminho do hospital. Um encontrar companheiras de caminhada pela tarde. Sorrisos. Apreciar a beleza de um rosto. Um pequenininho andando com o seu caminhãozinho na mão. Semear utopias, se projetar em sonhos de muitos e sonhos de um só. Sonhos de menino que se admira de se ver no espelho e ver que ainda é o mesmo rosto, o mesmo olhar, o mesmo sorriso. Ir atrás de uma luz inalcançável. Pintarás nessa tela uns mimos do céu.

sábado, 13 de outubro de 2012

Crecimiento

Pondrías letras en el papel, como cuando eras chico y apilabas cubos con letras pintadas formando palabras. Formarías palabras. Infancia. Eternidad. Salud. Paz. No violencia. Armonía, justicia. Amor. Ticket to life, pensabas esta tarde. Te acordabas de Los Beatles y pensabas: ticket to life. Te acordabas de las palabras del Padre Comblin sobre el mensaje de Jesus. Él decía que el mensaje de Jesus es simple, pero que su simplicidad es para nosotros como la ciudad en la cumbre de la montaña. Muchas veces he pensado en esto, tanto en lo que dijo Comblin, como en lo que dijo Jesus, en lo que su mensaje ha venido significando para mí a lo largo de los años. Creo que sí, que es un mensaje simple. Pero no es un Jesus de iglesias el que nos habla para decirnos que el Reino de Dios está en nosotros y en medio de nosotros. Ese es el Jesús de verdad, el Jesús verdadero, el que vivió para decirnos que haríamos cosas más grandes. Cada vez más el presente va siendo el tiempo pleno. El tiempo de todas las cosas. El tiempo donde está todo. Uno puede estar aquí, uno puede ir viniendo, o mejor dicho, podemos ir volviendo. Este es el tiempo. No hay otro, me parece. Todo está aquí y todo es esto. Este es el mensaje de Jesus. Si no os hicieras como niños, decía en el Evangelio. De niños o niñas vivimos en un tiempo contínuo, vivimos unidos a todo lo que existe, somos unidad. Ese tiempo, el recuerdo de ese tiempo, está en nosotros. La eternidad está en mí, está en ti, está por todas partes. Y no hay que pagarle a nadie para que nos deje pasar. No hay intermediarios, pues el Reino de Dios está en nosotros, y en medio de nosotros. No tenemos que ir a algún templo, pues somos el templo, la tierra es el templo, la comunidad, la familia, son templos. Las calles, las plazas, pueden ser templos, si los tomamos como dádivas de Dios como dádivas de la vida. Pero nos han convencido que el tiempo es otro, está más allá, es en otro lugar, no aquí, no en ti como eres, ni en mí como soy. Entonces nos han dividido, hemos creído que no podíamos ser como somos. Que tendríamos que ser perfectos. No podríamos amarnos como somos, sino tendríamos que ser otra persona, no la persona que somos. Esto crea una división, un divorcio, una guerra interna. Pero puede terminar, tiene que terminar, y la paz está en tus manos, está en mis manos, depende de nosotros. Yo no quiero hacer un discurso ni tratar de convencer a nadie de nada. Pero a medida que voy descubriendo cosas, y nunca un descubrimiento es solamente personal (siempre en cada paso adelante, está la suma de mucha gente a favor) y las comparto, el crecimiento se multiplica. Es una cadena infinita.

terça-feira, 9 de outubro de 2012

Escribía

Escribía en la hoja como para cerciorarse de que estaba allí. De que todo estaba como debería ser. Entonces sintió lo que era para él, el escribir. Era ser, propiamente. Así como otras formas de ser, esta era una, pero talvez la más fuerte, la más intensa. Pinturas interiores, pensaba esta mañana. Veía unas flores que su esposa amaba. Las flores eran su esposa. La vida es muy interesante, pensó. Misteriosa. Ahora dejaría de escribir, pero la escritura prosigue, por doquier. Todo es una escritura, pensó. Pasó en revista las letras todas que viera en su vida. Las letras A enormes de algún diccionario que viera en la Biblioteca San Martín. Las letras del Lo Sé Todo. Las letras de la Biblia, del Evangelio. Las letras formaban un escrito que no podía leer racionalmente, pero lo intuía. Era sobre la pared interna del ser. Oía las voces cercanas y un canto de pájaro en el patio. La tarde se avecinaba. La caminata de mañana. El acto del viernes pasado donde su padre presentara el libro sobre su trayectoria académica y profesional. Viejos amigos. Ahora contaba el tiempo que faltaba para volver a ver a su amada. La veía en su corazón. La visión interior. Escribir lo redimía. Era eso, escribiendo se traía de vuelta, venía a la realidad. La realidad como texto.

segunda-feira, 1 de outubro de 2012

Un lugar para vivir

Uno necesita un lugar para vivir, para ser quien es. Ese lugar, en el caso de un escritos (no sé en el caso de una escritora) es lo que escribe, es una página. En una página puede caber la vida entera de un individuo. Esto uno lo puede haber ido experimentando en sucesivas tentativas de tenerse a la vista. No es necesario derramar ríos de palabras para que alguien se pueda ver en ellas. Más vale al contrario, cuanto menos palabras mejor. Uno puede llegar a verse en una única palabra. Sol, por ejemplo. No quiere decir que seas un sol, pero podés tratar de verte en esa palabra. Tal vez uno pueda encontrar en su memoria, tiempos en que se veía, de hecho, en una sola palabra, o en una frase corta. Azul, luz. No importa si es la palabra correcta o no. Importa el juego, el ejercicio. Podés verte en la palabra flor. La palabra flor es muy significativa. Yo pasé muchos años de mi vida focalizado en las flores. Me gustaban desde niño. Me veía en ellas, me encontraba en las flores. Cuando uno escribe, como cuando lee o cuando hace cualquier cosa, puede estar atento a lo que hace, o a otras cosas. Si no prestás atención a lo que hacés, por ejemplo si estás cortando un limón, podés cortarte el dedo con el cuchillo. Pero eso no es lo peor que podría pasarte. Podés perder contacto con el hecho de que estás cortando el limón. El otro día me llamó la atención justamente eso: estaba prestando atención al corte en el limón. Sentía el cuchillo cortando el limón. Sentía el limón sujeto con la mano izquierda, y el cuchillo con la mano derecha, cortando el limón. Me alegró esto, sentir el limón. Puede parecerte alguna idiotez esto, pero para mí no lo es. Por ahí uno va pasando por las cosas, va pasando por la vida, sin contactarla, pensando nomás en los resultados. Pero la vida es más procesos que resultados. Creo que a fuerza de uno haber ido conformándose a normas impuestas, fue perdiendo el contacto consigo mismo, con lo que uno es de verdad. No es que se pueda vivir sin normas, pero las normas no son más importantes que la vida. Las normas son un límite necesario, la vida es ilimitada.