sábado, 13 de outubro de 2012

Crecimiento

Pondrías letras en el papel, como cuando eras chico y apilabas cubos con letras pintadas formando palabras. Formarías palabras. Infancia. Eternidad. Salud. Paz. No violencia. Armonía, justicia. Amor. Ticket to life, pensabas esta tarde. Te acordabas de Los Beatles y pensabas: ticket to life. Te acordabas de las palabras del Padre Comblin sobre el mensaje de Jesus. Él decía que el mensaje de Jesus es simple, pero que su simplicidad es para nosotros como la ciudad en la cumbre de la montaña. Muchas veces he pensado en esto, tanto en lo que dijo Comblin, como en lo que dijo Jesus, en lo que su mensaje ha venido significando para mí a lo largo de los años. Creo que sí, que es un mensaje simple. Pero no es un Jesus de iglesias el que nos habla para decirnos que el Reino de Dios está en nosotros y en medio de nosotros. Ese es el Jesús de verdad, el Jesús verdadero, el que vivió para decirnos que haríamos cosas más grandes. Cada vez más el presente va siendo el tiempo pleno. El tiempo de todas las cosas. El tiempo donde está todo. Uno puede estar aquí, uno puede ir viniendo, o mejor dicho, podemos ir volviendo. Este es el tiempo. No hay otro, me parece. Todo está aquí y todo es esto. Este es el mensaje de Jesus. Si no os hicieras como niños, decía en el Evangelio. De niños o niñas vivimos en un tiempo contínuo, vivimos unidos a todo lo que existe, somos unidad. Ese tiempo, el recuerdo de ese tiempo, está en nosotros. La eternidad está en mí, está en ti, está por todas partes. Y no hay que pagarle a nadie para que nos deje pasar. No hay intermediarios, pues el Reino de Dios está en nosotros, y en medio de nosotros. No tenemos que ir a algún templo, pues somos el templo, la tierra es el templo, la comunidad, la familia, son templos. Las calles, las plazas, pueden ser templos, si los tomamos como dádivas de Dios como dádivas de la vida. Pero nos han convencido que el tiempo es otro, está más allá, es en otro lugar, no aquí, no en ti como eres, ni en mí como soy. Entonces nos han dividido, hemos creído que no podíamos ser como somos. Que tendríamos que ser perfectos. No podríamos amarnos como somos, sino tendríamos que ser otra persona, no la persona que somos. Esto crea una división, un divorcio, una guerra interna. Pero puede terminar, tiene que terminar, y la paz está en tus manos, está en mis manos, depende de nosotros. Yo no quiero hacer un discurso ni tratar de convencer a nadie de nada. Pero a medida que voy descubriendo cosas, y nunca un descubrimiento es solamente personal (siempre en cada paso adelante, está la suma de mucha gente a favor) y las comparto, el crecimiento se multiplica. Es una cadena infinita.

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