sábado, 27 de outubro de 2012

Comunicando

A veces uno no tiene algo determinado para escribir. Pero es como si las palabras o la hoja fueran llamando, como si lo estuvieran llamando a uno para que venga, para que se ponga aquí, para que diga alguna cosa. Decir algo es una manera de comunicarse, de entrar en contacto. Y talvez no haya algo tan humano, entre las tantas cosas humanas que nos caracterizan a los humanos, como el querer entrar en contacto, el contactarnos los unos a los otros, y los otros a los unos. Y si aún uno no teniendo nada que decir, acaba por decir algo, aunque este algo no sea nada determinado, nada específico, algo acaba diciendo. Dice algo aún no teniendo nada que decir. Y esto es admirable. Y de pronto habría muchas cosas que decir. Cuantas cosas que se podrían decir de un dia. Cómo fue levantarte, descubrirte vivo outra vez, o aún vivo. Ir a caminar por la playa y ver el mar, la gente, la arena, las olas, el cielo, sentir el sol en la piel. Andar por las calles de la ciudad y ver los otros autos, los camiones, las bicicletas, los ómnibus, la gente caminando. Ver las plantas, las flores, las nubes. Sentir que aún en medio de todas las incertezas e interrogantes de la vida, o talvez por eso mismo, por toda esa incerteza e imprevisibilidad, el juego es cada vez más fascinante. Sentir que la tarde se va yendo, el cielo se va poniendo oscuro. Talvez llueva más tarde. Vendrá la noche. La noche y las luces de las casas, las luces de los edificios vecinos. Un dia se va, otro vendrá, y la vida sigue. Sigue siempre la vida. Y uno no deja de admirarse, es siempre admirable, esto de estar vivo.

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