terça-feira, 31 de março de 2015

Escribiendo

Muchas veces me pongo a escribir, por no tener nada que hacer. Cuando lo hago, me voy ordenando, voy viendo cosas viejas y nuevas. Mi vida se va reuniendo. El ayer y el hoy se juntan. Todo va adquiriendo una cualidad de solidez. Me voy alimentando de lo que he ido descubriendo sobre todo en los cursos de formación en Terapia Comunitaria Integrativa. Es como que me voy clarificando. El momento presente se va haciendo más transparente. Prioridad. Confianza. Claridad. Lucidez. Esta mañana estaba en el mercadito haciendo compras, y me di cuenta de que encontré lo que para mí es lo más importante en la vida: el amor. Venía volviendo para casa, y me di cuenta también de que no tengo por qué temer ni estar preocupado. No necesito auto-exigirme tanto. Puedo dejarme fluir. En otro momento estaba en el jardín con mi padre, viendo unos picaflores volando. Ellos se mantenían en un punto, inmóviles en el aire. Me di cuenta de que al escribir, voy juntando estas preciosidades que se van presentando en el vivir cotidiano. Así es como si fuera tejiendo un tejido infinito. O juntando puntos de algo que ya está allí, y que se junta cuando escribo.  

sábado, 28 de março de 2015

Mi lugar

¡Qué bueno que está este lugar! ¡Un lugar que me recibe y me acoge! Aquí me encuentro y encuentro a la gente que me es querida. Gente que vive en otros lugares, pero que está en mi corazón. Aquí me junto. Veo mi vida. Sigo construyendo el mundo en que vivo. Cada cosa que vivo en el mundo externo e interno, pasó por este lugar. Este lugar es esta hoja donde escribo, donde leo, donde pinto. Este es mi mundo. Este es mi lugar. Estas hojas ya han andado por tantos lugares. Han llegado a los ojos de quienes miran lo que escribo, y muchas veces me devuelven sus impresiones. En este diálogo, hemos ido construyendo puentes. Hemos ido construyendo espacios de encuentro. Me he ido reconociendo, y me sigo reconociendo. Aquí he ido forjando mis propios pensamientos. He ido recuperando mi visión de mundo. Me he venido trayendo de vuelta, y me sigo trayendo de vuelta. Voy volviendo a un tiempo infinito que está hecho como de hilos de oro, muy tenues:  lo abarca todo y lo comprende todo. 

quarta-feira, 25 de março de 2015

Alternancias

Hay unos días en que parece que uno está lejos de todo y de todos. O más o menos así. No del todo así, pero casi como si fuera eso. Uno va, anda, hace las cosas que hay que hacer, pero es como si no estuviera del todo allí. Puede ser por la noche anterior, mal dormida. Ansiedad, preocupaciones exageradas. Demasiadas exigencias de perfección, sobre uno mismo y los demás. La fragilidad de pronto te toca. La finitud deja de ser un tema abstracto, y está muy cerca. El tiempo lluvioso. Los motivos o razones pueden ser muchos, o de hecho son muchos. Algunos uno consegue identificar, o cree haber identificado. Otros no sabemos cuáles son. El hecho es que el sube y baja de la vida, el sol y la luna, el yin y el yang, son una alternancia contínua.

segunda-feira, 23 de março de 2015

Buscando

A veces no estoy muy contento. O no estoy para nada contento. Entonces me pregunto que éstá pasando, o qué es lo que no está pasando. ¿Demasiada auto-exgiencia? ¿Baja auto-estima? Comienza la búsqueda de razones o motivos. Aparentemente, no encuentro nada que pueda justificar la falta de alegría. Pero la sola búsqueda ya me mejora el ánimo. Demuestra atención y cariño por mí mismo. Miro alrededor. Miro hacia adentro. Está todo bien, o parece estar todo bien. ¿Estaría faltando diversión o juego? Tal vez. O con certeza. Entonces, empiezo a poner palabras en la hoja. El juego empezó. Otra vez, el ánimo mejora un poquito. Recuerdo personas queridas. Pienso en mis amigos y amigas. Otra mejora del estado de ánimo. Ahora es una mejora más notable. Respiro hondo. Recuerdo la caminata por el parque esta mañana. El rosedal. Las estatuas y pergolados. Las rosas, en un cuadro de comienzo de otoño. Pienso en mis colores. Otra vez me alegro. Pienso en mis libros, en las cosas que escribo. Y así la alegría, que parecia estar ausente o estaba ausente, está ahora aquí. Son pequeñas cosas, cosas cotidianas.  Uno va jugando a buscar la luz y el agua. Uno busca un hilito de alegría, y va encontrando muchos motivos para estar conento. 

sexta-feira, 20 de março de 2015

Creando

Otra vez me pongo a escribir. Como una necesidad vital. Juntar mis pedazos. Enraizarme. Petenecerme a mí mismo. Recuperar la vida que pasa. Que no se vaya la vida. “Testimoniar el viaje en el laberinto,” como decía Anaïs Nin. Crear un mundo para mí, ir haciendo mío el mundo. Hacer mi mundo y habitarlo. Deshacer la ilusión de lo repetido. Es como leer. Estas cosas las he dicho ya muchas veces, y las seguiré diciendo. Creo que no hay nada de malo con  las repeticiones. Sobre todo a cierta edad. Uno ya se permite las repeticiones, así como los olvidos. Las cosas empiezan a mostrarse desde otra perspectiva. No es que uno se lo proponga, pero la perspectiva ya es otra. Es otra y la misma, si uno se fija bien. Cuando escribo, como cuando leo o cuando pinto un cuadro o voy caminando o hablo con un amigo, todo se reúne. Yo me veo en estos y en otros actos, en la infinidad de actos de que está hecho el día. Y la observación del presente, el ver lo que está pasando, me va dando una perspectiva de unidad, una perspectiva de continuidad, de integración. Cuando leo un libro (siempre son libros de literatura y poesía), me voy expandiendo más allá de las fronteras de lo habitual. Me integro en espacios de sentimiento y vivencia en los que encuentro partes de mí mismo que de otra manera me pasarían desapercibidas. “Necesitamos del otro como nuestro espejo y nuestro guía,” decía Peter Berger. Cuando pinto un cuadro, como me ocurrió esta tarde, salgo de la expectativa de resultados, en cierto sentido. Siempre espero un resultado, es verdad. Pero hay un juego entre lo que va apareciendo en la tela, que es algo que ya he visto o que vengo buscando desde hace tiempo, y lo que yo esperaba que se presentara. Lo que se presenta, es y no es al mismo tiemo lo esperado. Lo que hay, es un alivio, una sensación infantil de juego. Un dejar de interpretar. Un dejar de preocuparse con las noticias, con el bombardeo de informaciones de los medios de comunciación. Vuelvo la mirada hacia adentro. Veo las imágenes de mi mundo interno, que no son ajenas ni opuestas a lo que está aquí. En realidad, nada hay afuera que no esté de alguna manera creado o configurado, contenido em  las imágenes internas. Así me voy apropiando del mundo. Así voy haciendo mío el mundo. Así creo mi mundo, y me creo al crear. Es como si fuera escribiendo y leyendo un libro continuo. El libro del mundo, en el que muchas veces me siento como una semilla plantada. Contenido en una realidad intangible pero muy concreta, que me acoge como si fuera la tierra. Es la tierra. Es el aire. Es el agua. Es todo lo que existe. Esta idea del libro continuo es un proyecto permanente en el que me siento incluído.

quinta-feira, 19 de março de 2015

Podemos nos tornar meios

Posso falar palavras que não são minhas, mas que aprendi a dizer. Posso agir não como eu agiria, mas como aprendi a agir. Então sou um meio. Algo age por mim. Algo age a través de mim. Normas, costumes, hábitos. Posso pensar pensamentos que não são meus. Então sou um meio também. Algo pensa a través de mim. Não sou eu que penso. Algo pensa a través de mim. Posso ter sentimentos que aprendi a ter, mas que não são meus. Eu posso viver de maneiras que aprendi, mas que não são minhas. Ando como me ensinaram a andar. Falo, penso, sinto, ajo, de maneiras que não são minhas. A rigor, não vivo a minha vida. Algo vive por mim. Eu sou um meio. Posso ter-me tornado um meio. E acredito que muitos de nós sequer sabe disto: somos meios, e nem nos damos conta. Os meios tem muito a ver com isto. Os meios são os instrumentos do esvaziamento do ser, o esvaziamento da pessoa, a alienação. Aprendemos a nos tornar um meio, um ser para os outros, mas não para nós mesmos. Desta forma, a vida se torna um meio de vida. Vivo para que algo que não sou eu, viva a través de mim. Em algum momento isto pode gerar uma crise. Algo em mim pode dizer chega. E esse algo que não suporta mais a alienação, é o meu próprio ser: a parte minha que sobreviveu à domesticação. Então poso ir começando a me ter de volta. Posso ir me tendo de volta aos poucos. Posso perceber que eu estou aqui e tenho o direito de existir.

quarta-feira, 18 de março de 2015

Leyendo y escribiendo

Muchas veces escribo no por tener algo determinado para decir, sino porque es una necesidad mía. Esto ya lo he dicho muchas veces, y lo seguiré diciendo. Escribo para tenerme de vuelta. Escribo para retener la vida, sobre todo esa vida menuda de cada instante, tan huidiza. Estos días he estado leyendo de nuevo Angústia, de Graciliano Ramos. No deja de maravillarme el placer que extraigo de esos momentos de comunión con una realidad que me contiene, que me expande, que me muestra aspectos de mí mismo que solamente reconozco cuando los leo en este o en otros libros. Los libros son extensiones de la memoria y la imaginación, decía Jorge Luis Borges. También son extensiones de la experiencia. Nos comunican, nos unifican con un universo del que formamos parte, y del que muchas veces nos podemos llegar a sentir ajenos, extrañados. Escribo para sentir que estoy aquí. Cuando escribo, me enraízo. Me siento más presente. Siento la unidad de mi presente y mi pasado. Recuerdo que Julio Cortázar decía que no reconocía una línea divisoria clara entre escribir y vivir. Esto me ocurre también al leer. Leer y escribir, leerme en la escritura del mundo. Escribir el mundo. Vivimos en una sociedad  que tiende a hacernos olvidar de quiénes somos. Cuando leo y cuando escribo, cuando pinto, me recuerdo. Me acuerdo de mí mismo. Esto me ocurre también en las formaciones en Terapia Comunitaria Integrativa. Me voy acordando de mí mismo. Esto es extraordinario. Es hermoso. Y es necesario. Muy necesario. Cuando leo y cuando escribo, tengo la vida más mía. Hago mi mundo. Sé que soy eso. Sé que esto es lo que es real para mí. Soy más real cuando leo y cuando escribo. Por eso no importa mucho si tengo o no algo para decir. Lo que importa es respirar mejor. Acordarme de mí. Esto es lo que importa. 

segunda-feira, 16 de março de 2015

Protesto

Confesso que a jornada de protestos de ontem me deixou uma sensação amarga. Desânimo. E, por que não dizer, também preocupação. Muita gente se movimentando em contra de um governo que vem tentando acertar. Um governo que tem acertado bastante na inclusão social. A bandeira da luta anti-corrupção que esta gente levantou, não me convence. A corrupção é muito antiga, e esta gente nem se movimentava: agora saíram às ruas mobilizados pelas redes de TV, muitas delas suspeitas de manobras financeiras ilícitas. O quadro destes manifestantes era deprimente. Gente carregando cartazes pedindo uma ditadura. Me da arrepios. Tenho que dizer que suei frio. Outras pessoas com camisetas com dizeres ofensivos à presidenta da República. Falta de respeito. Em uma ditadura não poderiam nem sair de casa. Abusam da liberdade. Deveria haver leis que defendam a democracia dos seus inimigos. Quem quer uma ditadura é um criminoso, uma criminosa. Uma ditadura é um ato ilegal. Usurpação e abuso de poder. Atropelo à cidadania e às liberdades democráticas. Tive o desprazer de encontrar cara a cara alguns destes manifestantes, na desconcentração do ato em João Pessoa. Gente obscura. Pareciam delinquentes. Ameaçadores. As calçadas bloqueadas por carros estacionados. Pedestres tendo que caminhar pelas ruas. Confesso que este tipo de gente e este tipo de manifestação me parecem do mais baixo que já tenho visto.

domingo, 15 de março de 2015

Sentidos

¿Qué es lo que le da sentido a mi vida? El amor. El placer. El deseo. Mis valores. La pintura. Los amigos. La familia. No en este orden, sino en algún orden que se va organizando por ahí, y se desorganiza. Se agregan otros sentidos, como la risa, el humor, la aventura, la curiosidad. La literatura. La poesía. La oración, pero no la oración programada, proyectada, aprendida (y también ésta, a veces, muchas veces, pero no siempre), sino más bien una oración que es como la propia vida, una oración que es color, bienestar, plenitud.  El sentido de mi historia, mi trayectoria, mi presente, no siempre presente, frecuentemente invadido por un pasado o muchos pasados no digeridos. Esto le pasa a todo el mundo. Hasta que el presente sea presente, sólo presente. Presente y nada más. Hasta ese día, hasta esa hora (si es que ese día y esa hora se presentan algún día), será este juego de luces y sombras, buscar e intentar, llegar y perderse. Perderse y encontrarse, ir y venir. 

sexta-feira, 13 de março de 2015

Viernes 13

Algo como permitirme una siesta a destiempo (¿cuál es el tiempo de la siesta?). Leer unos libros muy atractivos (Angústia, de Graciliano Ramos, y O médico nativo, de Cronin). Pintar un cuadro dejando que los colores me llevaran. Dejando que el sol y el mar. Dejando que la tierra y el agua y el cielo. Dejando que la tarde y la noche y el día y toda la jornada se anudasen y juntaran todo el tiempo como ahora, cuando recuerdos del jardín de infantes Peter Pan y el Liceo Militar General Espejo en Mendoza. Y toda esta jornada tensa en defensa de la democracia. Y el calor de marzo. Y el viaje a Mendoza ya nomás. Y todo esto. Y este no querer dejar la hoja. Y una cervecita en el balcón, como quien no quiere la cosa. Y este dejar que la noche vaya pasando por debajo de la línea del tiempo, en dirección a un mañana. Mañana  de sol, de playa. Familia. Raíces, cielo y sol. Celeste azul. Verde amarillo.

terça-feira, 10 de março de 2015

Identidad

Hay una parte nuestra que linda con Dios. Una orilla nuestra que es Dios. Hay momentos en que uno necesita de toda su fuerza. Raíces es más que una imagen. Es la fuerza de ser quien soy. La fuerza de ser lo que soy. Una raíz que sube y da frutos y sombra. Celeste orilla Dios raíces. 

domingo, 8 de março de 2015

Fluyendo

El día había empezado de la manera más o menos habitual. En seguida a la sorpresa por descubrirse todavía vivo, escuchar la lluvia que se perpetuaba desde horas tempranas. Un sonido tranquilizador y aquietante. Ya del lado de acá, los sueños que todavía recordaba. Una especie de compañía muy querida. Sus dos hijos menores. Algo que le anidaba el pecho. Ver el cielo nublado. La cocina, como esperando los primeros pasos. El abrazo matinal. Y recordar entonces la visita de su hija mayor y su esposo, hace tan poco. 
İCómo pasa el tiempo! Parecía ayer nomás que estaban en la peixada do Seixas. Almorzando. El mar verde, siempre mar. Verde. Y después el centro viejo de la ciudad. La Academia Paraibana de Letras. La iglesia de San Francisco. La Casa da Pólvora. La iglesia de San Pedro. Las calles bajando empedradas. A lo lejos el río, perezoso. Como esta mañana de domingo que se va despertando poco a poco. Y Cabedelo. El fuerte Santa Catarina.
La praia do Jacaré. El canto. El río, otra vez el río. Siempre el río. Praia Bela, con sus bambuzales y otro río llegando al mar, serpenteando. Las sombrillas y las mesas en el agua. Verde turquesa. Verde mar a lo lejos. Mar. Un horizonte verde mar. Turquesa. Y ahora aquí, en este intento de ir pincelando algunas cosas como para hacer un poco de luz en la mañana nublada. Miras hacia adentro. Miras hacia adentro. Miras hacia adentro y ves. Un río amarillo fluyendo. Sos ese río, esa agua. Amarilla. Celeste. Verde. Azul. Blanca.

sexta-feira, 6 de março de 2015

La mirada interna

Cuando relajo la presión de la exigencia interior que me impone la realización constante de tareas, puedo ver hacia adentro. Entonces veo, como ví, el río interior. El agua interna. Las flores celestes. Los floreros que despues podrán transformarse en cuadros. Otras flores. En fin, veo hacia adentro. Es como si la superexigencia fuera una barrera que me separa de mí mismo y de la vida, que es tenue. Cuando relajo un poco y confío, afluye la unidad. Converge en el ahora, un tiempo presente, en el que me puedo ver y puedo ver y sentir a las personas que son significativas en mi vida. Algunas están vivas y otras ya partieron. Pero todo tiene una cualidad de unidad. Todo está aquí. No hay disociación. No existe más una tensión entre un ahora que era rechazado, que no podía ser, en el cual yo tampoco podía ser, y un algo perfecto e imposible de alcanzar que se trataba de sobre imponer a lo que aquí está. Hay solamente el presente. El presente como presencia, el presente como unidad. En la unidad está todo. Me doy cuenta de que esa tensión de la sobre-exigencia se origina en presiones de comportamiento. Tenés que ser así, no podes ser así. Tenés que hacer así, tenés que ser perfecto. No soy perfecto. No existe la perfección. Hay la vida, está el vivir, el presente, en el que voy aprendiendo a fluir otra vez.  

Aquí

A veces siento un extraordinario placer en refluir hacia las cosas más simples. El mero estar aquí. El desobligarme de deberes autoimpuestos, que es una forma de tiranización absolutamente innecesaria. Esto no es muy fácil pues mi manual de instrucciones impone o quiere imponer una actividad contínua, un contínuo estar haciendo cosas, y cosas importantes. Cosas transcendentes. ¿Puede haber algo más importante que estar aquí? Pero estar aquí no es solamente tener el cuerpo en este lugar. Sino estar aquí, estar verdaderamente aquí. Sentir esto que está aquí. Y esto que está aquí, soy yo y todo lo demás.

El mundo que me rodea, con las constantes campañas de desestabilización que traen noticias sobre cosas que no podemos cambiar. Los asesinatos, la corrupción en el gobierto actual o en  el anterior, las maniobras de debilitamiento de la democracia, la impunidad de los governantes y la pasividad de los ciudadanos. Esto en el ámbito más grande, de la sociedad que está más allá de mi contacto directo. Y en el espacio más próximo, de la familia y los amigos, los colegas y las colegas: las pequeñeces de los celos, la envidia, y otra vez, las obligaciones autoimpuestas. Debería llamarle por teléfono a Fulano o a Fulana. 

Y entre el espacio más próximo e incluyente y el espacio más distante y abstracto, el lugar intermedio: las veredas de la ciudad, abandonadas por los dueños de los inmuebles y por la municipalidad, casi intransitables. El descuido de la cosa pública. Una ciudad para los automovilistas y los medios de transporte colectivo. Los peatones que se arreglen. Ayer fui a la panadería y la cajera ni me miró: conversaba con alguien más lejos. Pagué, y recibí el comprobante de pago, que la cajera extendió hacia mí, sin mirarme. Lo tomé, con la sensación de haber sido atendido por una máquina. 

Trato de refluir hacia el espacio más interno y más próximo. A veces encuentro aquí, además de las obligaciones excesivas que muchas veces me autoimpongo, algunos resabios de un pasado que no pasa. Un pasado que pasa y vuelve. Por suerte, muchas veces me da resultado acunar a mi niño interior de la mejor manera que puedo y decirle: ya pasó, niñito, ya pasó. No va a pasar más. Y no va a pasar más, verdaderamente. Trato de ver que ya puedo bastarme a mí mismo, en lo esencial. Ya no estoy tan necessitado, al final. Mi gran carencia era la ausencia de mí, impuesta por experiencias de las que nadie escapa, de una u otra manera. 

La experiencia me ha mostrado y me sigue mostrado que nadie escapa de grandes dolores en su vida. Y el dolor de la ausencia de uno mimsmo, es tremendo. Pero tiene remedio. Empieza a sanar cuando vemos cuánta gente pasó también por cosas parecidas y está de pie y entera. Yo también estoy de pie y entero. Respiro mejor. No soy un superman, ni pretendo serlo. Pero también sé cuánto mi fragilidad me fortalece. Por allí me hago accesible al amor. No hay coraza que pueda mantener afuera este sentimiento que me une a todo y a todos. No trato de ser perfecto. Trato de recordar que soy humano. Y desde estas hojas en que voy soltando lo que veo y experimento, siento que se ha ido construyendo y se sigue construyendo una corriente de paz y de amor. De unidad. 

quinta-feira, 5 de março de 2015

Lo poético-literario como forma de recuperación de la persona humana

Ya he escrito varias veces sobre esto, pero lo sigo haciendo. Es que uno va encontrando cada vez que vuelve sobre lo mismo, nuevas facetas. Otros aspectos que se nos van presentando como importantes. Sólo puedo decir algo sobre este tema, desde mi propia experiencia personal. Cómo me he venido recuperando como persona a través de la lectura y la escritura, en las cuales cada vez más encuentro espacios de reconocimiento de mi proprio ser, y de identificación del mundo en el que vivo, diferentes de lo que se presenta como “realidad objetiva”.
Esto es apasionante, ya que lo que creíamos saber, se nos presenta otra vez como nuevo. Es un manantial inagotable. Me gustaría ir dando algunas pinceladas, algunas menciones por rápidas o superficiales que puedan ser o parecer, sobre el hecho real de que algo tan simple como la poesía y la literatura pueden hacer mucho (y de hecho hacen mucho) para que uno se tenga de vuelta, para que la persona se desaliene, sepa de verdad quién es, y tenga una vivencia de sí misma y de su mundo, desde su propio ser, y no desde un ser extraño que internalizó a fuerza de coacción y presiones, amenazas y violencia.
Sé que suena un poco dramático esto, pero sabemos que es así. Lo que se acostumbra llamar de “educación”, tiene mucho de esto, de ruptura y disociación del ser que somos para que sea introyectado un muñeco obediente y sumiso, una copia falsificada que atiende a comandos externos. La sociedad capitalista vive de esto. Pero en la contramano, están los anticuerpos. Las acciones y percepciones que aquí trataremos de mapear aunque sea de una manera superficial y rápida, que conducen a la recuperación de la persona que somos, el ser que cada uno de nosotros es.
Una de las cosas que se me ocurre en este momento, es que al sumergirnos en el mundo de lo poético, el tiempo se detiene. Cuando leo un poema de John Keats, por ejemplo, o de Gustavo Adolfo Bécquer, o de Jorge Luis Borges, entro en un espacio tiempo detenido, inmóvil. Es lo que se puede parecer a la eternidad. Lo mismo sucede cuando me entrego a la lectura de un libro como el Martín Fierro, de José Hernández; o de Martha Medeiros, Feliz por nada; o de Gabriel García Márquez, El general en su laberinto.
Me extiendo, supero mis límites, me integro en una undad física y espacial que me extiende más allá de las dimensiones comunes a las que puedo haber llegado a acostumbrarme.También sucede que al leer me reconozco como más real que del lado de acá de la lectura. O sea, en la narrativa poética y literaria, me encuentro más parecido a mí mismo que en mis versiones cotidianas, si es que mi cotidiano está demasiado aplanado, demasiado chicoteado por la rutina, los medios de comunciación, las doctrinas y las ideologías, el cientificismo, el intelectualismo, para citar apenas algunas de las plagas alienantes que andan por ahí.
Entonces leo para ser más, leo para ser más yo. Leo para apropiarme de mi ser y del mundo que me rodea. Y lo mismo sucede cuando escribo. Escribo también para adueñarme de mi vivencia, para aprender a ser yo mismo, a distanciarme de las copias falsificadas o tercerizadas con las que pude haber llegado a confundirme.Y creo que puedo decir que todos mis escritos atienden a este imperativo, y a estas intencionalidades que aquí muy rápidamente he enumerado. Cada uno de mis libros y artículos, son intentos por alcanzar esa realidad más tenue pero muy efectiva y concreta de la cual está hecho el mundo, de la cual estamos hechos los humanos, cada uno de nosotros.

quarta-feira, 4 de março de 2015

No olvidar

A veces me ocurre que me olvido de mí mismo. Me olvido de quien soy. Me pierdo de vista, y creo haber sido víctima de los actos de algunas personas que en el pasado me causaron dolor y sufrimiento. Me viene una bronca bárbara. Tanta bajeza. Humillación. Impunidad. Traición. Una bronca bárbara, che pibe o piba. Pero de pronto veo que no. Veo que supe salir victorioso de todas esas situaciones del pasado, y aquí estoy. Entero y fortalecido. Entonces respiro hondo, me veo como tanta gente a  mi alrededor, que también deben haber salido de situaciones dolorosas, como yo. Estamos todos aquí. Estoy aquí, en medio de todo el mundo. Vivo, renacido, sano y confiante. 

Leyendo

He continuado la lectura de Feliz por nada, de Martha Medeiros. El placer que esto me brinda, nace principalmente del hecho de que este libro es casi como que una continuidad de mí mismo. Una parte mía ampliada y desconocida, que reconozco al ir recorriendo los escritos. La autora consigue sorprenderme con su sencillez y profundidad.  Escapa del lugar común y del prejuicio, así como también se mantiene lejos de actitudes prescriptivas demasiado serias. Cuando aconseja, es más bien como diciendo: “Probá, che. A ver qué te parece. A mí me dio resultado.” Habla desde ella misma, desde su experiencia. No desde alguna ideología o convicción, con las cuales tan frecuentemente taponamos el vivir. Respiro normalidad, una simple y profunda sabiduría nacida de la experiencia personal, cuando me dejo llevar por la lectura de este libro, que ya pasa de la mitad del número total de sus páginas. Todo un récord. Lo compré hace una semana. 

segunda-feira, 2 de março de 2015

Pertenecimiento

A veces no tengo nada para escribir. Sin embargo, al empezar a escribir, siento de inmediato que es eso lo que tengo que hacer. Esto es lo que he venido a hacer. Escribo, y entonces sé. Al escribir, algo va viniendo. El lado de allá y el lado de acá se van igualando. Todo va ocupando su lugar. Yo voy siendo cada vez más yo a medida que escribo. Por eso lo hago, aún cuando no tenga nada que escribir. Ahora, por ejemplo, diría de la ida a la universidad esta mañana. Andar por lugares por donde he andado ya tantas veces. Los árboles. La capilla ecuménica. El centro de estudiantes. El banco. El kiosko. La biblioteca central. El sindicato. Todo es como un rompecabezas perfectamente encajado. Y yo al andar por allí, al caminar por esos lugares, me voy ubicando también. Escribir es caminar, caminar es escribir. Uno va escribiendo a medida que vive. Cuando hablamos, algo se ajusta, si es que las hablas se van encajando. Puede haber un encaje, o no. Generalmente hay algún tipo de encaje. El mero acto de escuchar el sonido de una voz, ya produce alguna modificación en mí. Oigo esa voz, y algo en mí se modifica. Cuando hablo, algo en mí se modifica, y algo en la otra persona también se pone en movimiento. Lo humano supone siempre encajes recíprocos, de algún modo. Cuando uno va viendo esta unidad de lo diverso, también experimenta un silencio que nos da placer. Un silencio interior muy benéfico. Es como si hubiéramos transpuesto la línea del tiempo, y entrado en otro tiempo y otro espacio. Un tiempo y un espacio unificados. El pasado está presente, ya no solamente como pasado, sino como presencia a través de la experiencia. Entonces estoy cada vez más afirmado en mi propia tierra, apoyado en mi propio existir, del cual me he ido haciendo dueño y del cual me sigo haciendo dueño al escribir. Voy viviendo cada vez más en un mundo hecho por mí mismo. Esto lo constato con frecuencia. Me doy cuenta de que mi sensación de estar en el mundo es cada vez más, una sensación de inclusión. La sensación de estar donde debo estar, y del modo como debo estar. Del modo como soy. Ya no hay tanto, o no hay más, un desfasaje entre lo que soy y lo que pienso que debería ser.