A veces no estoy muy contento. O no estoy para nada
contento. Entonces me pregunto que éstá pasando, o qué es lo que no está pasando.
¿Demasiada
auto-exgiencia? ¿Baja auto-estima? Comienza la búsqueda de razones o motivos.
Aparentemente, no encuentro nada que pueda justificar la falta de alegría. Pero
la sola búsqueda ya me mejora el ánimo. Demuestra atención y cariño por mí
mismo. Miro alrededor. Miro hacia adentro. Está todo bien, o parece estar todo
bien. ¿Estaría
faltando diversión o juego? Tal vez. O con certeza. Entonces, empiezo a poner palabras
en la hoja. El juego empezó. Otra vez, el ánimo mejora un poquito. Recuerdo
personas queridas. Pienso en mis amigos y amigas. Otra mejora del estado de
ánimo. Ahora es una mejora más notable. Respiro hondo. Recuerdo la caminata por
el parque esta mañana. El rosedal. Las estatuas y pergolados. Las rosas, en un cuadro
de comienzo de otoño. Pienso en mis colores. Otra vez me alegro. Pienso en mis
libros, en las cosas que escribo. Y así la alegría, que parecia estar ausente o
estaba ausente, está ahora aquí. Son pequeñas cosas, cosas cotidianas. Uno va jugando a buscar la luz y el agua. Uno
busca un hilito de alegría, y va encontrando muchos motivos para estar conento.
Nenhum comentário:
Postar um comentário