Uno de esos días en
que no tenés obligaciones. Es decir, aquellas que era necesario
cumplir, como ser las compras para el desayuno, ya fueron realizadas.
El paseo matinal por la beira-mar y por algunas calles del barrio,
siempre tiene la virtud de alegrarme. Una entrada en la casa de
lotería, en busca del número premiado que todavía se sigue
escondiendo.
Saber que cuando no pienso, veo. Esto me sucedió al
pasar frente a una casa de ladrillo visto, en la avenida Navegantes.
Venía pensando sobre el pensamiento, qué es, y cómo muchas veces
obstruye y dificulta el contacto con la realidad. En ese momento se
hizo silencio adentro mío, y vi la casa. Sentí su presencia.
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