quinta-feira, 5 de julho de 2018

Permanencia


Dejaría algunas letras sobre la hoja, a ver si siento el piso bajo mis pies. Escribiría una poesía o un cuento, no sé todavía. Algo que le diera ánimo a mi alma. Ahora que las memorias me recuerdan cómo la luz se abre siempre paso a través de la oscuridad. Esto en nada disminuye el dolor que vuelve, pero le da sentido. Me une a la gente a mi alrededor, que pasa o pasó por situaciones semejantes o peores. Julio trae esas memorias. Junio y marzo trajeron las suyas. Y todas las memorias no son sino el recuerdo de que la vida es más. El amor es más. La solidaridad, la fe, la esperanza, el esfuerzo común en pro de lo mejor, son siempre más. Son indestructibles. Por eso me agarro a las hojas. Aquí soy eterno e indestructible. Las hojas permanecen, aún si perecen. Mañana saldrá el sol otra vez, después de años en que parecía que no habría más sol. Siempre sale el sol. Siempre brilla el sol. Escribiría el cuento de un niño que iba al parque con sus padres y hermanos. Andaba en calesita. Hacían picnics en Potrerillos, al lado del río. Viajaban cantando canciones de Navidad y folclóricas. Cosieron afectos que permanecen en el tiempo. Una unidad imperecedera. Una familia numéricamente no muy extensa, pero cohesionada e intensa. Coherente y persistente. Apegada a la rectitud y la corrección. Soñadores prácticos. Constructores de un mundo amoroso que se hace cada día, en cada acto, en cada pequeña cosa. Esto es lo que permanece. Esto es lo que no muere. Esto es el amor real. Esto es lo que no hay dictadura ni golpe de estado ni nada que pueda destruir. Esto es lo que el agua me recuerda. Yo creía que un día podría no tener aquellos recuerdos dolorosos que me acompañaron durante tanto tiempo. Ahora sé que de estas mismas sensaciones es que también brota la fuerza que me sostiene. Cuando llegan, sé que vienen a recordarme que nunca estuve solo. Tuve siempre Dios a mi lado.

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