Es como una construcción en la arena al borde del mar. Leo para refugiarme y recuperar fuerzas. Escribo para verme y saber de mí. Leer y escribir son complementarios e inseparables. Cuando no leo o no escribo me falta algo. Me falta esa expansión y enraizamiento, esa pérdida de la extrañeza cuando quedo a merced de un existir meramente vacío, al cual le escapo.
La vida más próxima y contigua, aquella rubiecita que pasea con su perro por el barrio. La playa y el mar. Una conversación con una persona de la familia. Gente que me atiende en la clínica o en la panadería. Los sonidos del día que comienza. El pasar de las horas que se va constituyendo en una especie de regazo materno, donde puedo descansar confiado.
Cuando consigo resguardarme en este espacio seguro--y debo hacerlo tanto más eficientemente cuanto más arrecia la presión exterior en dirección al vaciamiento sea por el miedo o la desesperanza—más recupero la noción de mí que me devuelve un sentido de familiaridad y pertenecimiento.
Nenhum comentário:
Postar um comentário