sábado, 12 de novembro de 2011

Dios es un intento

Dios es un intento. Me gustaria compartir algunas reflexiones sobre esto, pero no desde un punto de vista teológico o intelectual, sino vivencial. Digo que Dios es una tentativa, pues vengo tratando de encontrarlo desde hace años, sea bajo la forma de Jesus, o de la Divina Madre, o aún de Dios padre. Cuando hablo de Dios, me refiero a la trama fina del universo, a lo que constituye la totalidad de la vida, la Unidad de todo lo que existe. No descarto su existencia de otros modos, pues en definitiva considero que Dios en ese sentido, seguirá siendo siempre para mí un misterio, una gran interrogación. Pero cuando me refiero a Dios como la rama profunda y esencial de la vida, de todo lo que existe, de Dios como el encaje perfecto de todas las cosas y personas, de todos los seres y ritmos, de todo lo que existe en todas sus formas y estados, tal vez me esté acercando no ya a una idea, sino a una práctica de Dios, a su vivencia en la vida diaria, en la vida de todos los días, la vida que estoy viviendo. Esta es una sensación que se ha manifestado en mi vida en varias oportunidades, de distintas formas, pero que en los últimos días ha venido como que encajándose en mi percepción y mi vivencia, de una manera más evidente y sensible. Creo que nada ocurre por acaso, que todo está relacionado, y esta comprensión, que por mucho tiempo me atrajo desde un punto de vista racional o intelectual, últimamente se ha ido haciendo evidente por sí misma, en un encaje perfecto de todo lo que me ocurre, todo lo que siento que le ocurre a la gente a mi alrededor, aún a las personas que no conozco. Me gusta compartir esto, que es una vivencia simple pero muy hermosa, con quien pueda leer estas líneas, pues creo que mucha gente se interesa en la vivencia de Dios. No puedo saber si esta vivencia me está siendo dada como una gracia pura, o si ella es consecuencia de acciones u oraciones de parte mía: esto no me cabe juzgar ni tratar de entender. Comencé estas líneas diciendo que Dios es un intento, y me tranquiliza saber que, sea por la gracia o por nuestro esfuerzo personal, es posible alcanzarlo, vivir en su órbita, encajar nuestra vida en su plan. Esto me remite a lecturas y experiencias de mi juventud, especialmente a un librito que hizo mucho por mí, y que volví a leer hace algunos años, y siegue siendo un compañero inseparable. Me refiero a En las horas de meditación, de F. J. Alexander , y a otros dos que me acompañan también desde mis años juveniles: El Evangelio de San Lucas, y La Imitación de Cristo. Me parece que debo dejar por aquí estas reflexiones, esperando que puedan servir a quien las lea, en su propia búsqueda, en su propio intento por vivir Dios, por vivir en Dios, por ser Dios, en el sentido profundo y claro con que me estoy refiriendo a esto aquí, o sea. Vivir en la armonía, en el encaje perfecto de la vida y de todas las cosas, los tiempos y los ritmos.

Nenhum comentário: