sexta-feira, 31 de agosto de 2012

Componiendo

A veces en medio de la noche, por no tener otra cosa que hacer, te pones a escribir. Vas viendo una letra al lado de la otra, formando palabras. Las palabras van formando frases, y vas viendo lo que va viniendo. Y ves las flores de Jacumã la tarde del otro día, las primaveras rojas al lado de camino socavado por la lluvia. La posada donde se hará el congreso de la Terapia Comunitaria. Los paisajes al lado del camino de ida y de vuelta a/de João Pessoa. El mar, ese antiguo ser. Las barrancas, el oleaje. Las librerías, el shopping center. La calles de la ciudad, ese tejido mágico donde tantas veces te internas, y vas, y vienes, das vueltas, como tanta gente, en ese tejido misterioso. Los árboles de las calles del barrio. El flamboyant. Tus meditaciones diarias. El templo interior, el lugar donde reside Dios, en tu ser más profundo, el tejido del mundo. Esto tan extraordinario que no deja de sorprenderte nunca, el estar vivo, el respirar, el ver, el estar presente, el estar, el ser, el amar, todo esto que es la vida. Los recuerdos que anidan en tu alma. Tu alegría, que explota en cualquier momento y lugar. Tanta belleza alrededor. Los seres amados que evocas una y otra vez, a lo largo de los días.

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