sexta-feira, 27 de junho de 2014

Transformación

Esta mañana, mientras estaba en la clase de pilates, me acordé de una figura detestable que vi en el diario hace unos días. Un personaje obsceno de la política nacional argentina, que en la noticia era llamado de Presidente. No lo fue, nunca hubo un presidente con ese nombre. Hubo un dictador, un traidor y genocida. Un ladrón. Pero el punto adonde quiero llegar no es la figura abyecta del personaje en cuestión. A lo que me quiero referir, es a algo que esa figura y esa evocación me trajeron. El pasado es la mierda de donde nace el árbol. Esto me vino a la mente mientras seguía haciendo pilates y recordando el rostro anómalo del genocida. ¿Qué es lo que ese pasado me dejó como lección? No son lecciones que vengan fácilmente en palabras o frases. Algo, sin embargo, comenzó a mostrarse claramente. Aquella obscuridad y la claridad de hoy, están en estrecha relación. De esa mierda que me tocó vivir, que nos tocó vivir en mi familia y en mi país, en mi pueblo y nación, algo nació: una vida nueva. El autoritarismo, el desprecio a la vida, la mentira y el terrorismo como sistema, están presentes en personas que andan por ahí hoy, en los días actuales. Aquello que todo mi ser repudia, y que con certeza todas las personas decentes y de bien repelen, está presente como posibilidad en cada uno, en cada una de nosotros y nosotras. ¿Hasta qué punto somos capaces de cuidar de la vida con ternura? ¿Hasta qué punto somos capaces de ver en nuestra vida actual, la suma de esfuerzos de nuestros padres, de las personas que amamos, de nosotros mismos, de mucha gente alrededor? Hoy siento un profundo rechazo por personas con rasgos autoritarios, personas invasoras, abusivas. ¿Hasta qué punto ese rechazo no es el fruto de muchos años de convivencia con un sistema represivo? ¿En qué medida puedo ir fluyendo mejor, fluyendo de manera más flexible, en el río de la vida, de manera más integrada y comprensiva?

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