quarta-feira, 9 de novembro de 2016

Creciendo

Son muchas las razones del insomnio. La oscuridad que se cierne sobre el mundo, oriunda de los medios de comunicación y del sistema político-económico perverso e inequitativo, antisocial. Es necesario reaccionar ante esta ofensiva conservadora de signo nefasto, sin duda. Pero la reacción no basta. Es preciso ir más hondo, a las raíces que generan estas irrupciones de lo más bajo de lo humano, a nivel masivo. No puedo dejar de ver lo que se repite, aunque de manera diversa, a lo largo del tiempo. Cuanta más oscuridad en lo externo, más resplandece la luz interior. Hay una esfera de actuación, en lo personal, en el campo de influencia en que somos soberanos/as (el ámbito familiar, los sueños personales y comunitarios, sociales, colectivos) en la cual los regímenes de fuerza no tienen poder. Es decir, no tienen el poder totalitario que desearían. Hasta acaban generando el efecto contrario: cuanta más amenaza a la libertad y a los derechos sociales, cuanta más censura y violencia, más resplandece y se fortalece aquella capacidad que tenemos los/as humanos/as de actuar en la defensa y afianzamiento de nuestra identidad mayor. La solidaridad, la creatividad, la noción clara de que somos parte de un todo al que sólo le puedo llamar y le llamo de Dios. Todo esto parece que gana más fuerza y se consolida, más bien en las circunstancias en las que somos más frágiles, en que estamos expuestos a lo innominable, a esa bajeza que parece ganar aires de omnipresencia en los tiempos actuales. Luz y sombra. Son constantes en la vida de las personas y de los pueblos. Ver lo que nace cuando todo parece estar amenazado o de hecho lo está. Este es el desafío.  

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