La tarde se fue transformando en noche. Y ahora los grillos entonan
su oración contínua. La casa alegre con los rostros y las conversaciones. Los abrazos
y los cánticos. Reunión del MISC-PB (Movimento Integrado de Saúde Comunitária
da Paraíba) en la casa de Carapibus. Celebrar la vida, la amistad. La continuidad
de los trabajos que nos unen. Transformar la carencia en competencia. Las
heridas del ayer, cicatrizadas, se transforman en competencia sanadora. Vuelve
el pasado doloroso, y uno no tiene más remedio que resignificar lo vivido.
Tantos años después, vuelve una y otra vez. “Yo no nací para sufrir, pero el
sufrimiento puede servir para mi crecimiento, si tengo la humildad necesaria para
comprender,” dice Adalberto Barreto, creador de la Terapia Comunitaria
Integrativa. Uno ve las personas más simples, con una alegría enorme. ¿De donde
les viene esta alegría? En algún momento, uno ve que el dolor y la alegría son
las dos caras de la misma moneda. Puedo reírme hoy, puedo ser feliz, si veo
cuánto fui capaz de generar a partir de los sufrimientos que fui enfrentando a
lo largo de la vida. Esta mañana hice ésto. Vi de pronto, en un balance rápido,
cuánto conquisté a partir de hechos que me tocó vivir, que tuvieron un efecto
muy doloroso y aún lo siguen teniendo, muchas veces. Pude ver que yo no sería
la persona que soy, sin esos acontecimentos que me impulsaron a acciones transformadoras
que me fueron enraizando cada vez más en mis valores esenciales. La Terapia
Comunitaria Integrativa crea espacios de acogimiento en los cuales vamos
creando vínculos solidarios con otras personas, a partir de que podemos
compartir lo que nos hizo o nos hace sufrir. Recuperamos una noción de
confianza e integridad. Pertenecimiento. En la reunión de hoy del MISC-PB tuve
de vuelta esa fuerza grande que me permite repirar mejor. Caminar mejor. Tener
más esperanza.
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