terça-feira, 30 de agosto de 2022

El rumbo correcto

El día ya ha comenzado. Algunas palabras buscan bajar al papel. Andando por la peatonal algunos recuerdos antiguos se me juntan. Entonces soy más poderoso. Tengo más energía. Es notable como es que esto sucede. Se me juntaron todos mis yos anteriores. Digo yos y esto puede ser impreciso. Soy yo mismo en todas mis versiones anteriores. Entonces estoy más junto. Más presente. Veo el mar brillando bajo el sol. Alguna silueta apreciable pasando en bicicleta. La belleza tiene siempre un efecto estimulante. Me reconozco en mis escritos anteriores. Me he ido trayendo en textos. Quien escribe borra también. Me doy cuenta de que he ido borrando al mismo tiempo que escribía. Borrar es tan importate como escribir. Borro lo que no sirve, lo que me molesta, lo que es falso, nulo, de nulidad insanable. Trato de afirmar lo que es valioso, lo que es real, lo que es verdadero. No necesito dejarme llevar por lo que no tiene substancia sino solamente confunde. La comprensión libera. Ahora ya el sol ha subido bastante en el cielo. Yo no solamente veo las cosas, sino las siento también. Y sentir me es más importante que solamente ver. Al ver el mar lo siento. Al ver el cielo, una persona que pasa con un animalito, siento todo. No sé si siempre fue así. Lo que sé es que así es ahora, y así me siento bien. Los días van pasando y esta ascensión prosigue. Cada vez más luz. Más integración. El pasar del tiempo me ha venido abriendo la percepción de la unidad. Sé que he venido buscando esto, y lo sigo buscando, pues es donde puedo vivir. Es lo que soy. Es así de simple. Han pasado muchas cosas en mi vida, y siguen pasando, ya que la vida es contínua. Ahora prevalece más bien la sensación de las cosas buenas. Las otras las veo de otras maneras. Deshice muchas equivocaciones, muchos falsos recuerdos. Ví que tuve el valor de enfrentar lo que se me impuso. Y dejé de creer que yo tuve alguna culpa sobre males que se abatieron sobre mi pueblo y mi país. Fue exatamente al revés. Me conté entre el número de aquellos jóvenes que le pusimos ganas a una Argentina que quisimos justa. Trabajé y sigo trabajando en la misma dirección, en Brasil, adonde voy. Tuve y tengo un único rumbo. Es el amor. Oro y medito y le pido a Dios que no me aparte de esta dirección. No tiene que ver con tendencias ni partidos. Es algo meramente humano. Se acercan las elecciones de octubre en Brasil, y la industria del odio se enardece. La mentira y las amenazas se multiplican. Agitan el fantasma del anticomunismo, sinónimo de persecuciones y arbitrariedad. No toleran que las personas pobres coman, tengan casa, salud, escuela, universidad, salario decente. Son la deshumanidad. El tiempo pasó y ví que en Argentina seguía imperando aquello que yo creí que había muerto. La gente se sigue dando las manos, cooperando, apoyándose mutuamente. Lo mismo en Uruguay, Bolivia, Venezuela. No pueden matar lo que no puede morir. Lo que es eterno es el amor. Y esto no es prédica de alguna iglesia. Es una práctica, una constatación humana. Hay que seguir poniéndole el hombro a aquello que ningún ladrón puede robar. Aquél tesoro que está adentro nuestro y a nuestro lado. Así sabremos que no hay derrota posible. Sólo un rumbo correcto. Esta revista se transformó para mí en un ejemplo vivo de esto. Empecé a salir a flote al publicar en sus páginas, luego desde el comienzo. Así que ahora sigo vinendo aquí aunque no tenga nada que decir. Sólo para seguir respirando.

Nenhum comentário: