sexta-feira, 27 de março de 2009

Si tengo que ir a Dios

Si tengo que ir a Dios, y talvez esté volviendo, tendrá que ser por mi camino. Un camino hecho de indecisiones y conflictos, tareas inacabadas y rencores y miedos no procesados. Son casi las seis de la mañana del diecinueve de octubre de dos mil ocho. Una canción toca en la vitrola, los sagüis de la mata que rodea mi casa entonan sus silbidos. Como siempre, el mar arrulla y algún auto atraviesa las horas que separan la noche del día que ya comenzó. No podría enumerar la suma de los pensamientos que pasaron por mi mente desde que me levanté hasta ahora. Soñé con Gita, mi mamá. Hacía tiempo que no soñaba. No recuerdo el sueño, sino vagamente algo azul celeste claro, interacciones, algo que se compensaba o equilibraba. Miro la tela y recuerdo los papeles en que, ayer nomás, escribíamos todos los humanos. Hojas en blanco sacadas de alguna gaveta o cuadernos o libretas o cosas así. Hoy, esta tela sin hilos, recoge las palabras que se dibujan como trazos de sombra entre las luces de los blancos que las dibujan. No son las letras que, antiguamente, de niños, dibujábamos en los cuadernos de caligrafía en los bancos de madera dibujada y lustrada, que tocábamos de mañana y a veces tenían tiza o polvo. Había tinteros en el lado izquierdo del pupitre, que así se llamaban los bancos de las escuelas, con una oreja fija que venía hacia delante, y sobre la cual escribías o leías o dibujabas. No sé si vos lo hacías, pero nosotros sí. Nosotros lo hacíamos así. Hacia Dios, si tengo que ir, y ya te digo, amigo lector o lectora, la aclaración se tornó obligatoria para evitar acusaciones de machismo, chauvinismo u otros ismos no menos ístmicos, si tengo que ir, digo, y talvez esté viniendo como cada uno que respira viene, pues si no, de dónde viene el aire sino del Dios que afuera está al dios interno, si es que así las cosas pueden ser divididas. Así puestas las cosas o así, dicho, como prefieras, la cosa no es tan complicada, o no lo es en absoluto. Y lo repito, pues es para mí que escribo: Si tengo que ir a Dios, y talvez esté volviendo, tendrá que ser por mi camino. Un camino hecho de contradicciones, marchas y contramarchas, imperfecciones, dudas, conflictos. Cosas empezadas y dejadas por la mitad, rencores no trabajados, miedos, todo eso que es vivir. Tentativas de copiar a los demás no haré más, al menos por ahora. Ya traté de imitar a Cristo, Lennon, Gandhi, Guevara, etc, y me di mal. También traté de inspirarme en gente más cerca, como Mamá, María, Marcelo, marche! No me fue mejor. Siempre me quedaba atrás, y descontento, frustrado. Ya traté de padronizar mi camino de distintas formas. Me apegué a Dios de distintas maneras fijas o mutantes, en vano. No soy el Dios de San Francisco ni el de Santa Teresa de Ávila ni el de Santa Teresita del niño Jesús. No el de Sai Baba o George Harrison. Ni el de Ringo Starr o Paul Mc Cartney. No podrían faltar mis hermanos Leo y Arturo. Paro antes de citar mis hijos pues de ellos sí viene algo como una inspiración o guía. Llueve en esta mañana en que se cumple el primer año de la muerte de mamá Gita. Los sentimientos son mezclados. Alegría y tristeza. Perpejidad. Y más que las palabras no consiguen transmitir. Pienso qué haría ella, y a veces viene la lembranza de lo que ella hacía o decía. Otras, apenas sus decires para mí, en particular: VOS NO TENÉS QUE, VOS YA SOS. O VOS SOS.

Vos no tenés que, vos ya sos. O vos sos. Tornar-se e ser (Osho) Tener o ser (Fromm). Conversión o ser. Reconocimiento de lo divino en mí. Ya me fue mal con estas identificaciones. Lo mejor talvez sería dejar a Dios en paz y a mí también, sin Dios y sin pesos teológicos en un vivir que, en sí mismo ya es muy admirable. Fascinante. Despertarse en la mañana y recordar al menos vislumbre de un sueño. Sentir profundo. Respirar. Pararse en el piso. Admirable. Empezar los conflictos: ¿medito o no? ¿Lo hago así o asá? María, Gilvandro, Pádua, el tropel de pensamientos comunes. La lembranza de amaneceres distintos, más solemnes pues cargados de oraciones e invocaciones e himnos. Propósitos densos, inflexibles o inspiradas. Nada de eso hoy, en que los cantos de los pájaros y los silbidos de los sagüis, el arrullo del mar, se entremezclan en una sonoridad a la que se agrega un auto que pasa.

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