quarta-feira, 12 de maio de 2010

Oposiciones

Esta mañana observaba el combate, o mejor dicho, el embate entre los pensamientos a los que llamaré libertadores o que traen felicidad, y otros que traen tristeza, preocupación, miedo, insatisfacción, a los que llamaré opresivos. Los nombres podrían cambar a tu gusto, lectora o lector, pero por ahora los llamaré a sí, y más que la denominación, son sus cualidades opuestas y el movimiento entre ellas, lo que quiero destacar.

A veces trato de atrapar la vida en recetas, y no creo que sea la única persona que haga esto. Como si hubiera una o más reglas fijas y uniformes que pudieran garantir la felicidad o el triunfo, la alegría permanente, total y definitiva. Como te decía, al despertar –esto no te lo decía pero te lo digo ahora—observaba como dos substancias mezclándose, de manera parecida a lo que ocurre cuando líquidos de densidades y colores entran en contacto.

Cuando predominaba lo opresivo, el día que empezaba no tenía gracia, sería un repeteco, como decimos aquí en Brasil, una repetición de los enfados de ayer, los miedos de ayer, las frustraciones de ayer. No que ayer haya sido un día solamente frustrante o de miedo y preocupación. También hubo comunión, en la casa de mi suegra, charlando en familia, riendo y discutiendo sobre las características personales del modo de actuar de cada uno.

Esto es lo lindo de estas reuniones de familia. Que las cosas se hacen más leves. Pero lo que te quería decir, es que al ver estos pensamientos de miedo de los ladrones, bronca por no haberme ido a vivir a un departamento y haber insistido en una casa de la cual me siento preso ahora, el día que había empezado, no me entusiasmaba en lo más mínimo. Era como una mancha oscura. Estaba de ojos cerrados y veía una mancha oscura, en la que iba entrando un líquido amarillo o claro, naranja, cambiando el tono y el sentimiento. Era de alivio, de alegría, de felicidad. Entonces sí había valido la pena despertar en ese día. No sería lo mismo. Nunca sería lo mismo. No puede ser lo mismo. Todo cambia.

Entonces bajé a tomar agua y al bajar por la escalera iba sintiendo el frío del piso de mármol. Tantos pensamientos y sentimientos que vienen a toda hora. A veces no es fácil orientarse y elegir. Pero aprendí con mi papá, que la dificultad de elección se debe a la profundidad del mundo en que vivo, a mi naturaleza particular, y no es una deficiencia. Es una característica. A veces hay que decidir y se decide. La vida es una lucha, no un abandono. Esta es otra cosa de la que me di cuenta ahorita de mañana. Pero es una lucha particular, con características especiales. Una lucha donde aprendes las reglas en la hora.

No hay padrones fijos de referencia. Y esto, que ya parece una regla demasiado segura de sí misma, talvez tampoco sea un padrón fijo de referencia. Oía un pájaro y pensaba si ya lo habría oído cantar así otra vez. Me parecía que no. parecía un canto nuevo. Pues bien, así, con ese canto nuevo y estos descubrimientos que me alegran, te dejo y me voy a ver qué tal está el mate que todavía no probé. Frío, talvez. Pero qué me importa que esté frío, si ahora el día comenzó y no será nunca más igual a ningún día parecido que hayas vivido antes. Buen día o, si prefieres, bom dia.

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