segunda-feira, 28 de outubro de 2013

Escribiendo

A veces no tengo nada que hacer, y me pongo a escribir. Cuando empiezo a escribir, cuando las letras empiezan a aparecer en el renglón y van llenando la hoja, algo en mí se empieza a ordenar. Algo en mí empieza a ocupar su lugar. Soy yo mismo, que no me encuentro mejor en nada, sino escribiendo. Ahora mismo, mientras escribo estas cosas, me viene una paz bárbara, una paz que no encuentro de otra forma. No es necesario que tenga algún asunto determinado para escribir.

Los dilemas, las indecisiones, los conflictos, las rabias, los miedos, las preocupaciones, van como si dijéramos, diluyéndose en la hoja, van dejando de ser, y comienza a aparecer algo nuevo y muy antiguo, una sensación alegre, contenta, como infantil. Una despreocupación y consuelo profundos, de ser parte, estar contenido, de que está todo bien, que siempre estará todo bien. Dios está en todas partes: esto no elimina los problemas, pero es como si en el fondo supieras que está todo bien, que todo estará siempre bien. Y que ni la muerte ni el dolor, jamás podrán destruír esto que está aqui, tan fugaz y eterno: la vida, el amor.

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