terça-feira, 30 de agosto de 2016

Escribirse

Hay en el patio unas flores amarillas naranja, que parecen sacadas de un cuadro de Van Gogh. Las voces de los niños y niñas de la escuela, esta mañana fría de agosto en Mendoza. El diccionario interior se sigue reorganizando. Todo está en movimiento, siempre. Uno se descompagina, se recompagina. Todo está en permanente organización, desorganización, nueva organización. No es fácil decidir. Son tantas las posibilidades. La escucha interna, el diálogo interior, van clarificando. Uno se va deshaciendo de fantasmas. Cada instante contiene todo el tiempo. Todo el tiempo está en cada instante. Estoy leyendo un libro “Esencia de rosas,” como una forma de ocupar el tiempo. Visitar distintas maneras de hacer literatura. Confieso que no me entusiasma demasiado. Lo hago como un ejercicio. Le falta la seducción, el envolver, que son típicos de la buena literatura. ¡Qué saudades de Machado de Assis, Graciliano Ramos! Literatura descartable también es literatura, después de todo. Se van formando palabras adentro y alrededor mío. La escritura continua. Allí me muevo. He ido escribiendo mi vida de antemano, y la pasada también. Me he plantado en el tiempo, y aquí está toda la gente que quiero. Mi familia, mis amigos y amigas. Mis sueños. Los trabajos en los que me involucro. Desde sus ya muchos años, mi padre se asoma a este ahora. Y yo me asomo a la vida nueva de mi nietito, que me lleva de la mano. No encuentro palabras para expresar estos sentimientos y sensaciones. Mi río interior ha vuelto.  

Nenhum comentário: