Hay en el patio unas
flores amarillas naranja, que parecen sacadas de un cuadro de Van
Gogh. Las voces de los niños y niñas de la escuela, esta mañana
fría de agosto en Mendoza. El diccionario interior se sigue
reorganizando. Todo está en movimiento, siempre. Uno se
descompagina, se recompagina. Todo está en permanente organización,
desorganización, nueva organización. No es fácil decidir. Son
tantas las posibilidades. La escucha interna, el diálogo interior,
van clarificando. Uno se va deshaciendo de fantasmas. Cada instante
contiene todo el tiempo. Todo el tiempo está en cada instante. Estoy
leyendo un libro “Esencia de rosas,” como una forma de ocupar el
tiempo. Visitar distintas maneras de hacer literatura. Confieso que
no me entusiasma demasiado. Lo hago como un ejercicio. Le falta la
seducción, el envolver, que son típicos de la buena literatura.
¡Qué saudades de
Machado de Assis, Graciliano Ramos! Literatura descartable también
es literatura, después de todo. Se van formando palabras adentro y
alrededor mío. La escritura continua. Allí me muevo. He ido
escribiendo mi vida de antemano, y la pasada también. Me he plantado
en el tiempo, y aquí está toda la gente que quiero. Mi familia, mis
amigos y amigas. Mis sueños. Los trabajos en los que me involucro.
Desde sus ya muchos años, mi padre se asoma a este ahora. Y yo me
asomo a la vida nueva de mi nietito, que me lleva de la mano. No
encuentro palabras para expresar estos sentimientos y sensaciones. Mi
río interior ha vuelto.
Nenhum comentário:
Postar um comentário