Una larga batalla en busca de una
sociedad más justa. Mirando hacia atrás en mi vida, y a mi alrededor, veo que
ha sido y sigue siendo una constante. Amanecí a la política en el intento
colectivo por abrir la universidad más allá del clasismo elitista y
excluyente. Muchos años después, las luchas siguen en la misma dirección.
Ha habido muchos progresos, que debo saludar. Me hacen pensar que todo
este esfuerzo no ha sido en vano. Hay movimientos sociales que abren
espacios para la integración de la universidad con los barrios. El
conocimiento académico, si no se nutre de la experiencia y del saber popular,
reproduce y refuerza la alienación intelectualista. El divorcio entre lo
que pienso y lo que hago, lo que soy y lo que predico, lo que quiero y lo que
efectivamente realizo. Es un trabajo de hormigas la educación, cuando se
la quiere libertadora y humanizadora, y no meramente entrenadora, adiestradora. Aprender
a pensar es ver el mundo con ojos propios. Conocerme para integrarme de manera
creativa y fecunda en la red social. Ser capaz de mirar hacia mi propio
interior y atreverme a tomar decisiones valientes en relación al ser que
soy. Ver las culpas que pude haber ido incorporando sin darme cuenta, y
que hacen que me sienta obligado a cargar el mundo en mis espaldas. Yo no
necesito satisfacer las expectativas de nadie. Estoy para mí, solamente para
mí. Solamente cuando me pongo de pie sobre mi propia historia,
descubriendo el poder increíble que deriva de mis luchas y fracasos, de mis
intentos y debilidades, es que de hecho me incorporo a la existencia de manera
triunfal. Recuperar la atención y la percepción, traerlas de vuelta a mi
comando, rescatándolas de las deformaciones impuestas por el consumismo, el
adoctrinamiento, los condicionamientos, la masificación. Aprender a decir
que no. Reafirmar radicalmente y esencialmente el sentido profundo y pleno de
cada uno de mis actos. Cada uno de los instantes que tengo la gracia de
vivir. Cada pequeña cosa, cada respiración, ¡es tan importante! ¡Estar
aquí, en este exacto momento y lugar, al borde del crepúsculo, es tan
tranquilizante! Ser capaz de amar, sabiendo que el amor es más que afecto
y deseo y placer. Es una puerta que se abre y se sigue abriendo sin cesar,
hasta ponerme del todo del lado de la eternidad. Mantener aquella
inocencia de niño, esa fragilidad que me hace vivir de una manera despreocupada
y flexible, sin tantas prevenciones ni preparativos.
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