terça-feira, 21 de outubro de 2008

Divino Mestre

Divino Mestre,
Cristo Jesús,
Dios, desde la noche de mi ayer,
Dios, cuando perdí a los que amé.
Dios, Cristo Jesús, siempre sin llamarte te encontré.
Hoy te llamo, Cristo Santo, hombre de Nazareth, aquel que con pies descalzos salió por el mundo a proclamar la buena nueva. Dios les ama, hombres y mujeres de poca fé: Tan encarecidamente los amó, que envió su hijo unigénito no para condenar el mundo, sino para que aquellos que en él creyeren, no muriesen, sino tuviesen la vida eterna.
Tú me respondiste cuando te llamé. Yo soy la puerta, dijiste. Talvez me haya olvidado de llamar. Talvez no haya golpeado con bastante fuerza. Talvez, tantas voces, tantos libros leídos, la tuya se confundiera con alguna de todas esas muchas, o con la suma de ellas, creando un mosaico indistinguible.
El caso es que hoy mi voz te nombra y llama tu nombre, quiero oírte otra vez. Quiero saber qué quieres de mí. Que me quieres. Que te has ido a prepararme un lugar. Que habitas en mi corazón. Que estuviste conmigo en cualquier caminada. En la montaña de Puente del Inca en mil novecientos setenta y siete, cuando te cantábamos en coro desafinado o no, con mucho amor, entre los compañeros soldados de la compañía de esquiadores de alta montaña ocho, teniente primero Ibáñez.
Necesito saber que aún estás allí, y quiero que me digas qué quieres de mí. Poder hablarte como de niño, que no sé cómo te hablaba. Eras una luz en mi oscuridad. Yo creía en vos sin saber que creía. Más vale te sentía, sabía de ti. Eras una luz en la gran oscuridad de mil novecientos y sesenta y dos, cuando todo pareció acabar por segunda vez. Ya no era la soledad de no tener a Leo y Arturo en casa, ni la soledad de no ser la niña y sí el niño esperado.
Quiero saber que aún te lembras de mí.
Que aún puedo llamarte y me oirás y vendrás a mí como siempre lo hiciste.
Aquella vez en la policía federal en Buenos Aires, qué miedo. La escalera a la muerte. Mil novecientos setenta y ocho.
Hubieras entrado conmigo al chupadero.
Quisiera saber cómo te llamo, que se me confunde el entendimiento y ya no sé más. Necesito que me digas.
Llamame así, hijo de Gita y de Omar, hermano de Arturo y Leo, padre de Natalia y Rodrigo, Carolina y Leonardo.
Llamame así, y yo te llamaré.
Señor Jesús Cristo, ten piedad de mí.
My Sweet Lord.
Dime cómo quieres que te llame y así lo haré.
Pero tengo que saberlo de tí.
De aquél mismo que sin sandalias en los pies anduvo por las arenas escaldantes del desierto. Debe haberte dolido mucho, ¿no, Señor?
Acuérdate de este humilde escritor, alguien que se ve y vive en las letras.
Alguien que de tanto leer ya no sabe más cuál es el camino.
Te confundió con cualquier camino.
Yo soy el camino, dijiste, la verdad y la vida.
Pues ven a mí, Señor, esta tarde que se anuncia con vientos en la rua da mata, Cabo Branco, João Pessoa, Paraíba.
Sabes dónde queda, ¿no?
Pues aquí te espero, o cuando y donde quieras. Te espero, Señor Jesús.
Mi Dios y mi todo.
Sí, con Francisco de Asís, digo mi Dios y mi todo.
Divino Mestre
Te espero.
Cuando quieras será la hora.
Pues vienes a mi encuentro con las bênçãos da bondade.
También conoces portuñol, así que no hay problema de ouvidos fechados.
Sotaque esquisito. Fala enrolada.
Sabes todas las lenguas, ¿pois não?
E tampouco te importaria se te falasse em inglês, que ainda não sei como te chamar, como dizer.
Soa-me mais cálido em meu velho português-argentino, que já não distingo Jesus em português ou em castelhano, salvo pelo acento.
Tampouco farias questão se introduço ou esqueço o nosso infaltável signo de interrogação no início de uma frase ou alocução, pois já sabes se é uma pergunta ou não.
Mas já estou supondo muito demais.
Por quê voltei ao cristianismo, pergunta Lao-Tse no artigo da revista Seleções do Reader´s Digest que comprei em Mendoza anos há.
A revista era antiga, como as que abuelo Juan colecionava.
Talvez eu esteja repetindo o gesto, com é comum, fazendo coleção para meus netos ou, quiçá, para os meus filhos ou ao menos algum deles. Quem sabe?
Olhem as flores do campo, ouço as tuas palavras.
¡Miren las flores del campo!
Look at the flowers of the countryside. Não soa bem. Deve ser de outro modo.
Talvez Benny ou Ednaldo possam me aclarar na próxima aula do Wizard de Mangabeira.
Quando las miro, Señor, me acuerdo de ti.
Talvez ese sea mi modo de seguirte.
Vengan a mí, ustedes que están cansados y trabajados, que yo los aliviaré.
Porfiad de entrar por la puerta angosta.
Ad Augusta per Angusta.
Ven, sígueme.
Mariápolis, tanto tiempo después. Bueno, pues no te estoy dejando hablar.
Habla, Señor, que tu siervo escucha.
Con la palabra, el Cristo de Dios.
Cristo del Señor.
El Señor Jesús Cristo. Cristo ecuménico, o como quieras que te llame.
Tú, solo Altísimo, como dice la canción de Mercedes Sosa.
Jesús Cristo, como canta Roberto Carlos.
Jesucristo americano, como dice Daniel Toro.
Señor de la Quebrada.
San Ernesto de la Higuera.
Che Guevara.
Max Weber.
I need You. Linn Rimes.
I need you more than ever.
Let´s spend the nigh together, agregaría pícaro Mick Jagger.
Really want to see you,
Really want to go with you, but it takes so long, my Lord, my sweet Lord. Mmmm, my Lord, replica George Harrison desde la eternidad.
I am waiting, vuelven los Rollings, en la eterna réplica brincalhona con los cuatro de Liverpool.
El sembrador salió a sembrar.
El pastorcito de Dom Fragoso, aquél que cuida de las aves del cielo y de los lirios del campo.
Creo que ya respondiste. Sí, ya lo dijiste. Así te llamo, Señor. De todos estos modos y mais alguns, como diria meu amigo Alder Júlio.
Damián não gosta muito de propaganda, como bom discípulo de Cristo. Mas não esqueçamos que a propaganda é a alma do negócio.
Não tivesse este escrevinhador visto e sido seduzido pelos livrinhos evangélicos contando a tua vida e as tuas obras, não te conheceria, Senhor.
Eu sou a luz do mundo, disseste, quem me segue não tropeça com seu pé em pedras, pois sobre seus caminhos se derramarão rios de luz viva.
E aqui te deixo com a palavra.
Mestre Jesús, é a sua vez.
Eis me aqui, Senhor.

Nenhum comentário: