sábado, 7 de abril de 2012

Intermares

Ponía letras en el renglón e iba formando palabras: Amor. Roma. Mora. Ramo. Rima. Así iba pasando el tiempo. La noche era algo como material, físico. Era el tiempo en que sentía como si fuera o estuviera en el medio de un mar. En la mitad del mar. Cuando era ya el tiempo de pensar en volver a João Pessoa, y los días pasados en Mendoza irían a tansformarse en recuerdo. Ahora pensaba en la película que vimos en el cine. Extraños en la noche. Una película argentina. Las papayas de papá. El parque. El supermercado. La montaña. La playa. Las alumnas del mestrado. Las colegas de la terapia comunitaria. El grupo ecuménico. La noche avanza. Es como un túnel que se va abriendo y voy pasando. Voy poniendo otras letras y veo otras palabras formándose. Aro. Hora. Harto. Hato. Lobos. Casa. Ahora las palabras vienen desordenadas, aparentemente. Recuerdo En Las Montañas de la Locura, de Howards Phillips Lovecraft. “Los sueños en la casa de la bruja.” Dijiste que desperté asustado. Buscaba una palabra. Leonardo. Ahora vino. La pongo en el renglón. La noche sigue avanzando hacia el mañana, hacia adelante. Hacia algún lugar. El ayer y el hoy son como agua que se junta aquí y ahora.

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