segunda-feira, 24 de fevereiro de 2014

Un día no es otro día

Un día no es otro día. Es este día. A fuerza de costumbres equivocadas, podemos habernos habituado a creer que este día no es este día, sino otro, un día más. Ustedes pueden ver la importancia de los buenos hábitos. Este día es este día, no es otro día. Algo tan elemental, sin embargo, se nos puede estar escapando por completo, y, así, podemos estar perdiendo el único tiempo que nos es posible vivir. Este día es este día. Empezó a la mañana, como acostumbran comenzar los días generalmente. Pero si uno se fija bien, cada día es distinto del otro. Si no prestás atención, podés creer que este día es otro día, y ahí ni te cuento. El otro día, por ejemplo, se me ocurrió esto. Estaba aún de noche, la oscuridad del cuarto iluminada por la luz de la luna que entraba por la ventana. Me dí cuenta de que esa oscuridad, ese modo único del día que estaba por empezar, debería ser posible de ser captado y transcripto para el papel. Lo que puede ser transcripto, puede ser transformado. Pero hay que tener cuidado para que la costumbre no se nos imponga y deje para atrás lo que está aquí, esto que está aquí ahora. Si esto ocurre, y pasa en las mejores familias y a los más avisados, entonces uno se puede empezar a aburrir soberanamente, puede empezar a vivir como detrás de una pared de cristal, y la vida se quedó afuera. Entonces es lo de la copia. Lo de Cortázar y la copia de la nube archivada en la memoria. Creí que podría evitar de citarlo a Julio Cortázar, pero no tuve más remedio. Pero por qué no citarlo, che, qué tenés contra Cortázar, y justo en el año en que le están dando tanta bolilla. No hay nada de malo en esta o en cualquier otra cita, siempre que se sepa por qué y para qué se cita, y sobre todo, qué es lo que estamos citando.

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