sexta-feira, 12 de junho de 2015

Escribiendo

A veces pienso que podría llegar a querer escribir alguna cosa. No sé bien qué. Pero el solo pensar en esta posibilidad, ya me alegra. Me da una sensación de arraigo. Pertenencia. Identidad. Ubicación. La sensación de estar haciendo lo que tengo que hacer. Un deber placentero.
No importa si tengo o no algo que decir, el mero hecho de estar escribiendo, ya es una comunicación. Ya estoy diciendo algo, aunque no tenga nada que decir. La intención es el hecho.
Estas cosas ya las he dicho incontables veces, pero las sigo diciendo, y tengo certeza de que las seguiré diciendo por mucho tiempo. Sólo el ver las letras tomando sus lugares, me alegra. Me alegra ver las frases formándose. De pronto hay un lugar. Una posibilidad.
Creo que esta es una de las cosas que me cautivan en el escribir. Es una posibilidad. Una posibilidad de creación. Una posibilidad de respirar mejor. Alegrarse, Renovarse. Tenerse de nuevo. Al mismo tiempo, escribir te reúne con tu pasado y tu presente.
Te vas juntando mientras escribes. Por eso es un hacer unitivo. No necesito tener algo específico para decir. El mero escribir, me reúne. Me une a vos, que estás leyendo estas cosas. Me une a ese mundo extraño que me rodea, y que deja de ser tan extraño cuando escribo.
De algún modo me extiendo en todas las direcciones, ya que esta hoja irá no se sabe bien adónde. Así tambén rompo la monotonía, y una sensación de cansancio que muchas veces me hace sentir en una jaula. Una jaula invisible, hecha de hábitos. Programaciones. Programas. Órdenes.
Hacé esto. Andá para allá. Hay horas en que eso sofoca. Aquí en la hoja, la libertad. Como andar por una plaza sin un objetivo determinado. La plaza de Godoy Cruz. La avenida Las Heras.
Las calles de mi bairro viejo, que me acogen como antiguamente, como si nunca me hubiera ido. Así es la hoja. Así es el escribir. Por eso escribo, aunque no tenga nada que decir.

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