terça-feira, 5 de fevereiro de 2013

El poder de las primeras horas del día

Empieza el día y uno trata de guardar las impresiones del día que esta empezando. Un pájaro ya cantó. La oscuridad todavía guarda las horas que están por venir. Pero en este anidamiento, algo ya empieza a mostrarse. Uno está como que contenido en este tiempo primordial. El silencio del mundo te guarda. Estás en un silencio interior muy profundo. En estas horas, recuperas tu identidad originaria. Ya no piensas cuántos anos tienes, ni demasiado en tu profesión o en lo que haces. Nada de malo con nada de esto, pero es que tu ser sobrevuela el mundo de otra forma, libremente. Otra vez eres alquél niño o aquél joven lleno de sueños vivos, sueños compartidos y tuyos propios. Sueños de muchos y de uno solo. Otra vez la vida vuelve a tí, renovada. Oyes otra vez un pío de pájaro. En estas horas virginales, todo es posible. Una cosa muy buena se percibe en tí y en el ambiente. No hay disociación entre tú y el ambiente. Todo es una sola cosa. Eres este que escribe, y eres lo escrito. No hay distinción entre lo que eres y lo que haces. Eres lo que haces. Eres esto que escribe, este que escribe y eres lo escrito.

sexta-feira, 1 de fevereiro de 2013

Continuidad

Un día más había comenzado. Cuántos días habían pasado ya desde el comienzo de tu vida! Y sin embargo, no deja de sorprenderte esta repetición nunca repetida. Los días pasados se van juntando unos con los otros, formando un rompecabezas perfecto. Aún aquello que creíste que nunca debiera haber ocurrido, también forma parte de tu historia. Una historia de mucha gente. Una historia de tu pueblo, de tu gente, de tu familia, de la humanidad. Los días pasados y este día se juntan, se unen, se funden, se confunden, foman una sola cosa. Y este nuevo día que está comenzando, que ya ha comenzado, parece ser la cumbre de la montaña, el punto más alto de la pirámide. Desde aquí miras todo el panorama, todas tus jornadas, las personas que fiste viendo o conociendo desde el comienzo de tu vida. No puedes dejar de sentir una emoción muy profunda. Cada una de esas caras, de esas voces, de esos seres que forman parte de este rompecabezas infinito que eres tú, a su vez son también rompecabezas infinitos como tú, formados de millares de millones de actos juntados también desde el comienzo de los días de cada uno de estos seres. Recuerdas los pájaros, los cactus, las jarillas, los chañares, las montañas. El Cerro de la Gloria. Puente del Inca. São Paulo, Mendoza, João Pessoa. Tantos lugares. Todo se va juntando, se va componiendo. Y en este nuevo día que ya ha empezando a querer clarear, vas sintiendo todos los amaneceres anteriores, como si fueran un único y contínuo amanecer. Un amanecer infinito.

terça-feira, 29 de janeiro de 2013

Liberación interior

Ayer a la tarde, entraron en crisis los ismos y las “logías” entre las cuales pretendí algún día encontrar las orientaciones para actuar en mi vida. Eran tantos los consejos, justificados racionalmente, hablando en mi cabeza al mismo tiempo, que tuve que dejarlos, previa charla con alguien que conoce el fondo de mi alma. Entonces vino una especie de silencio, que se formó en mi interior como una imagen visual tridimensional: un cubo hecho de cubos blancos en el centro, formando una cruz: esto era el silencio. Los demás eran cubos negros, en los vértices del cuadrado. Esto lo ví cuando salí a caminar a la tarde, mientras andaba caminando por una de las calles del barrio donde vivo. Ese blanco me fue calmando. Fui dejando de pensar en qué tantas orientaciones para vivir y actuar, que me atosigaban. Me había intoxicado de razones interiores para actuar como debía ser. Una especie de policía interior activada y mantenida por mí mismo, como creo que le debe pasar a todo el mundo, para actuar correctamente, para no equivocarme. No necesito de tantas orientaciones. Hay algunas que ya forman parte de mi mismo, pues son muy antiguas y se han ido como que incorporando a mi propio ser. Pero no necesito andar por ahí con una especie de vademécum interior que a todo instante me esté queriendo forzar a ir en esta o en aquella dirección.

sábado, 19 de janeiro de 2013

Lembrando de José Comblin

Hoje lembrava de Comblin. Não somente dele, da sua presença, mas também dos seus livros, do que ele deixou de si nas palavras que pôs no papel. Acho que quando alguém deixa algo de si nos seus escritos, nos da a possibilidade de termos a sua presença por muito tempo. Hoje lembrava, em especial, algo que Comblin dissera sobre a mensagem de Jesus. Lembro que dizia esse escrito, que a mensagem de Jesus é simples, mas que essa simplicidade é para nós como a cidade no topo da montanha. Sabemos que não a iremos alcançar, mas nos movimentamos com a esperança de chegar lá. Pareceria uma afirmação pessimista, mas não o é de jeito nenhum. Nos movimentamos em direção à simplicidade da vida, à simplicidade do amor. Pensava que Comblin trouxe o Evangelho para mais perto. Tirou o Evangelho da distância em que a teologia e o intelectualismo o colocaram, e o trouxe para mais perto. Quando penso em Comblin, penso nas coisas que ele disse sobre o amor, e sobre Deus. Quando penso em Comblin, penso em pessoas muito simples que conheci na minha vida, e que viviam no amor. Lembro da minha mãe, lembro das minhas avós, lembro de tanta gente que fui encontrando pela vida afora. As pessoas que me acolheram quando cheguei ao Brasil e que me seguem acolhendo. Quando lembro de Comblin, lembro da simplicidade da vida, lembro da simplicidade do amor. E um perfume de eternidade se faz presente. Talvez Comblin tenha-me deixado mais perguntas do que respostas, e isto é muito bom. As perguntas abrem um espaço. A pergunta nos abre para a vida, nos conecta com o infinito, nos repõe no fluir da existência. Mas estas perguntas que Comblin nos deixou, são certezas. São interrogações para a mente, mas certezas para o coração. Mente e coração hão de caminhar de mãos dadas. Mas na direção da vida, na direção ao amor, o comando está com o próprio amor, essa incógnita. Foto: o Pe. José Comblin e alguns integrantes de Kairós-Nos Também Somos Igreja

sexta-feira, 18 de janeiro de 2013

Tecendo juntos

Em algum sentido, o dia verdadeiramente começava no instante em que começavas a pôr palavras na folha. Agora lembravas da jornada da manhã. A defesa da dissertação de mestrado de Mariana Albernaz. Enquanto ela falava ias refazendo a tua própria história. Priscilla. Renata. Samilla. Verbena. Lorena. Lagoa Seca, 2012. A mãe de Mariana trazendo como lembrança para a filha, os primeiros escritos da menina, que queria ser um livro. Exercitante. Vias os rostos dos membros da banca. Maria, Arnoldo. Djair. Na fala de Mariana, a Terapia Comunitária Integartiva com usuários e familiares do CAPS Caminhar, de João Pessoa. Voltava a tua própria história. Pai, mãe, avôs, avós, tias, irmãos, filhos. Toda tua história voltava até o presente. Então fazia sentido, faz sentido fazer parte, ser parte dessa teia. Vias os rostos da irmã Ana, Lucineide. Tanta gente, não lembrarias de todos os nomes agora. Mas lembravas do Colégio Marista. Pirambu. Adalberto Barreto. Tudo voltava. Tuas jornadas como jovem estudante. Mendoza. Argentina. Os sonhos coletivos de uma Argentina sem fome, sem violência, sem dominação. Tudo voltava, e tu ias voltando também. A mangueira na porta do PPGENF-UFPB. O bolo de morango. As risadas. Salgadinhos. Refrigerante. Elisângela. Rinaldo. Marina. Lembravas de tantas jornadas juntos. O pai de Mariana. As flores. O orgulho. Que mais dirias? Uma alegria no peito. A jornada prossegue. Foto: Formação em TCI em Lagoa Seca, PB, 2012.

quinta-feira, 17 de janeiro de 2013

El tiempo viene llegando

A veces, el tiempo viene llegando. Es como si tuvieras que esperar para que el tiempo llegue. ¿No parece curioso esto? Esperar que el tiempo llegue. Pero es así. A veces, uno tiene que parar para esperar al tiempo. Has vivido ya tantas cosas. En tu vida y en el día. Un día es mucho tempo. La vida entera, entonces, ni te cuento. Por eso a veces tienes que dejar que el tiempo llegue. Que lo que has vivido, se vaya armando como un rompecabezas, como una mandala dentro de tí. Entonces cada cosa va ocupando su lugar. La reunión de esta mañana, y el jardín de infantes. La charla en las Librerías Paulinas, y la subida al Cerro de la Gloria. Todo se va juntando. La vista del mar de mañana, el cielo y las nubes, y la vista del mar por la noche, los barcos blancos flotando en la negritud del mar-cielo unificado. Las prioridades: esto primero, lo otro más tarde. Todo se va ordenando, todo se va organizando. Y tú te organizas también, cuando dejas el tiempo llegar. Cuando dejas que lo vivido vaya ocupando su lugar. Cuando la memoria y la atención van acomodando cada perqueña cosa, en esa mandala cósmica de los dias, de la vida, de tí mismo.

terça-feira, 15 de janeiro de 2013

Tratando de trasmitir lo intransmisible

A veces uno no tiene algo determinado para hacer. Entonces, como ahora, me pongo a poner letras en el papel. Un papel luminoso, como es éste que estás viendo. Y en el mismo momento en que las letras comienzan a aparecer, alineadas, me empiezo a sentir bien. Mejor, sí. Es una forma de terapia, si te gusta la palabra. Y a mí me gusta. Terapia viene de acogimiento, en griego, según se lee en el libro Terapia Comunitaria Paso a paso, de Adalberto Barreto. Cuando empiezo a escribir, sea como en este caso, en esta hoja especial que estás leyendo, o en las hojas de un caderno o de una libreta, me empiezo a ordenar. Siento que estoy en mi lugar. Es curioso que alguien sienta que su lugar es una hoja. Es así, verdaderamente. Pero no ignoro el mundo que hay del lado de acá, fuera de la hoja. Los dos mundos interactúan. Es un vaivén, una diástole y una sístole, un ir y venir. De a poco, de tanto escribir, fui creando mi mundo. Creo que esto le debe pasar a mucha gente que escribe. Uno va construyendo el mundo en que vive. Esta mañana fui a una posada en Carapibus. Se veía el mar inmenso, un horizonte enorme, verde, azulado. El cielo. Las nubes como agodones alineados. De pronto el lugar, las flores, las piedras. La gente en la pileta. El edificio, los cuartos. Me fui a otro tiempo, pero seguía en el aquí y ahora. Los tiempos se funden, se confunden, se hacen uno solo. Vivencias de mi infancia se hicieron presentes. Todo unido, consolidado. Una sola vida. Unidad. Escuchaba la gente conversando. Veía las plantas, la tierra, los árboles por la ventana. Daban ganas de pintarlos. Pintar las flores, traerlas al papel. Dibujar las hojas verdes, de distintos tonos. Algo muy interno y muy evidente. Objetivo e interior, al mismo tiempo. Todo era, todo es una sola cosa.