sexta-feira, 2 de dezembro de 2011

Regalos de Mendoza

Oyes el sonido de los pájaros nocturnos, como acunando el día que va a comenzar. En esta hora silenciosa, antiguos sentires se hacen presentes. Memorias pretéritas de tu vida, de tiempos en que el vivir era inexpugnable, inviolable en cualquier sentido, en que la vida corría como corre ahora, silenciosa e indetenible, hacia el presente, hacia la presencia, hacia lo que está aquí. Tiempos en que la vida era como es ahora, presencia. Tu tierra mendocina guarda estos regalos para tí, que fuiste fiel en el amor al lugar donde comenzó tu existencia. Ese anidarte en el lugar otiginal de tu vida, es volver a esa vida intocada que papita coo adormecida en cada ser. Todos pueden volver a ser niños, a volver a la juventud que es un tesoro del alma que no se pierde por nada. Estos días en Mendoza han traído para tí ese tesoro maravilloso, la vida primera, la vida original, el sentir primero. Has sentido los perfumes de tus calles, los cantos del agua en las acequias, los verdes de los árboles, el aire de la montaña que baja impregnado de olores de yuyos, las voces de la gente mendocina, tan peculiares. Te has como que anidado infinitas veces en ese silencio que te acoge, hecho de veredas y plazas, de álamos carolinos y piquillines, recuerdos de idas a la montaña en bicicleta, el club, el parque, el rosedal, los amores iniciales, amigas, amigos, fiestas, luchas, esperanzas, sueños, familia, canción, paz, y, por qué no decirlo, el tiempo de lo innombrable, de lo que no cabe en el juico de ninguna persona humana, el tiempo de la ignominia, la aberración y la mentira, del atropello a todo lo que es noble, generoso, justo, correcto y digno. El estiércol de donde brotaron las flores que ves por todas partes. Mendoza, buen día.

Nenhum comentário: