quarta-feira, 9 de janeiro de 2013

Atención poética y realidad

La literatura disuelve la falsa objetividad creada por la intelectualidad raciocinante y por la codificación cotidianizada. Esta afirmación de Julio Cortázar en La vuelta al día en 80 mundos, volvió ayer con mucha fuerza, mientras leia Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Me llamaba la atención como en las páginas del relato que estaba leyendo, la vida se parecia más a la vida, no era esa especie de deformación que uno sobrepone a lo que está aqui, muchas veces. Hay una cualidad propia de la vida, que es algo muy fino, muy sutil, y que solamente puede ser captado por una persona que tenga una atención extremada a lo que está aqui, a lo que está presente. La lectura de libros de García Márquez, José Saramago, Henry James, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Lya Luft, Martha Medeiros, Cecilia Meirelles, Affonso Romano de Sant´Anna, Gustavo Adolfo Bécquer, Gabriela Mistral, Gita Lazarte, Graciliano Ramos, Ray Bradbury, Howards Phillips Lovecraft, ha ido creando o activando esa especie de atención a que aquí me estoy refiriendo. Estos autores o autoras, han venido llamando mi atención desde muy temprano en mi vida, y esa atención ha quedado despierta. El hábito de la lectura ficcional o poética, me ha venido abriendo a esta realidad presente, a la realidad que está aqui, no una realidad pensada, intelectualizada, racionalizada. Sin embargo, como creo que talvez también haya ocorrido con quien pueda estar leyendo estas cosas, esta atención despierta, la atención presente, la atención a lo que está aquí, durante mucho tiempo permaneció como que ofuscada por las cosas que había aprendido a creer que estaban aquí, o que eran, empezando por yo mismo y por el mundo alrededor. Entonces yo no estaba propiamente en el presente, estaba desencajado, ajeno y distante, por el simple motivo de que había dejado de prestar atención a esta atención a lo real, a lo presente. O había dejado de vivir más plenamente en esta atención a lo presente, a lo que está aquí. Lo que está aquí es siempre nuevo. Y la literatura me permite aceder y mantener viva la atención a lo presente. Una observación de Fernando Pessoa resume bien esta situación. Dice que debía empezar a olvidarse de la forma de recordar que había aprendido. Yo debo empezar a olvidarme de la forma de vivir, de la supuesta realidad que había dejado que ocupara el lugar de lo que está aquí. Dejar que lo que está aquí, de hecho me toque. Dejarme, de hecho, estar aquí.

Nenhum comentário: