terça-feira, 1 de janeiro de 2013

Fin de año, Año Nuevo

Hay días en que no tenés algo específico para compartir, sin embargo, siempre algo hay que decir. Año Nuevo, fin de año. Parece que algo quedó para atrás. Pero ¿qué es lo que quedó para atrás? Hoy caminabas por el veredón de la beira mar, y recordabas que ayer, el año pasado, habías notado un movimiento rítmico en el caminar de los bañistas que andaban por la arena. Hoy había casi una multitud caminando. Vendedores de maíz, niños, parejas, gente de todas las edades, yendo y viniendo. De mañana, otra caminata, ésta por el barrio. Un camino que te llevó por la calle que pasa en frente al mercadito. La calle donde se ve una acacia florecida. La avenida Epitacio Pessoa, y las otras calles, como un tablero de ajedrez, hasta llegar a la calle del correo, por donde volviste a casa. Las flores rojas y amarillas. Las santas-ritas. Los escritos de la mãnana, los de otros días atrás, formando como un libro sin fin del que eres parte, como todo lo que existe. Las nubes en el cielo del atardecer, las nubes en el cielo del amanecer. Es como una sinfonía cromática. Y los benteveos cantando, como un coro ya próximo, ya lejano. Las reuniones de días pasados. La noche con los profesores, con la familia, con las colegas de la universidad, con los amigos y amigas del grupo ecuménico. Una red, pensaste. Una red te sostiene y te sustenta.

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