domingo, 9 de setembro de 2012

Eternización integradora

De pronto habías ya leído tantas cosas casi desde el propio comienzo de tu vida, habías oído ya tantas historias, como aquellas que tu madre les contaba a ti y a tus hermanos cuando eran chicos. Te habías de tal modo confundido con esos mundos literarios, muchas veces de libros, otras de revistas o aún de diarios, que ya por ahí andas como hoy por los caminos, en medio de un viaje a ver a alguien muy querido, con otro ser muy amado de tu lado, y el paisaje que ves por las ventanas del auto, o adelante tuyo, te recuerdan grabados de Rugendas. Pero no es esto lo que ibas a decir, y sí que de tanto escribir, de tanto leer, de tanto vivir en esos mundos imaginarios o reales, quién sabe si lo imaginario no es real, o si lo real no es imaginado, ya vas andando por lugares que no sabes (ni te importa saber) si estás en una realidad objetiva o subjetiva, o en una realidad unificada, a la que la oración, los golpes de la vida, el amor, los amigos y amigas, la poesía, la militancia, el trabajo, la familia, todo lo que es el vivir, te han ido llevando. Una vida unificadamente literaria. Colectivamente creada y recreada a toda hora. Un tiempo sólido, unificado, material, podríamos decir. Andas por ese mundo, eres ese mundo y hay horas en que tienes certeza de que eso sea la inmortalidad, o un camino a la eternidad, pues el amor es lo que no muere.

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