sexta-feira, 18 de julho de 2014

Escribiendo y leyendo

¿Qué haría? ¿Qué podría llegar a hacer, sino esto mismo que estoy haciendo? Leyendo y escribiendo, leyendo y escribiendo, leyendo y escribiendo, como si no hubiera otra cosa para hacer en esta vida. Escribir es leer, por otra parte, y leer es escribir. Vengo dedicándome a estas actividades desde hace mucho tiempo, con intensidad. Y todo aquello que hacemos con corazón, nos devuelve buenos frutos, multiplicados. Hay momentos en que me siento como una de esas esferas de las IBM antiguas (¿se acuerdan?) que iban dando vueltas y escribían en un papel que les pasaba por el costado. Escribiendo y leyendo, escribiendo constantemente y leyendo sin cesar. ¿No sería esto algo excesivo, algo que debería ser moderado? La verdad es que me parece que no, aunque me he acostumbrado a pensar que todo exceso es negativo. Hay veces que un exceso en una dirección, es solamente un desequilibrio necesario para equilibrar un exceso anterior en la dirección contraria. Si ahora (y este ahora ya tiene muchos años) es como si viviera en las hojas, en las hojas que escribo y en las que leo, es porque en esto me voy encontrando cada vez más, voy construyendo mi propio mundo y al mismo tiempo integrándome en el mundo que me rodea. ¿Sería una especie de alienación? Sin duda. Pero (como dice Martha Medeiros) la alienación es necesaria: es necesario alienarse de lo cotidiano cosificado y codificado, del utilitarismo y de la falsa objetividad creada por los medios de comunicación (como dice Julio Cortázar). Soy feliz cuando encuentro un libro, como dice María Filha, mi compañera de toda la vida. Y no son sólo los libros que encuentro en las librerías o en los estantes. Son los libros por los que voy transitando cada vez que me encuentro con alguna persona. Cada persona es un libro, una biblioteca, muchas de ellas. Los lugares por donde voy, son también las hojas de un libro que todo lo contiene. En él vamos escribiendo y leyendo, leyendo y escribiendo. Creo que Paulo Freire concordaría con ésto. No tengo dudas de que lo haría. Él también vivía integrado en la escritura del tiempo. Como Jorge Luis Borges. Como Gita Lazarte, mi madre.

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